miércoles, junio 18, 2025

10 PREGUNTAS a Luis Fernando Velerda - Versión escrita

Conversar con Luis Fernando Velerda es como abrir una ventana en medio del ruido para dejar entrar el pensamiento y la reflexión. Redactor y editor en La Gaseta de Les Arts i el Saber, Velerda cultiva una prosa sobria y viva que hurga en los pliegues del arte, la palabra y la mirada crítica con honestidad. Dialogamos con él sobre el sentido del periodismo cultural, la literatura, las artes y la vida.

Nos hemos conocido a través de la cultura, concretamente a través de La Gaseta de Les Arts i el Saber, ¿cómo nace esta propuesta cultura?

 

Si te soy sincero me apetecía hacer una tertulia en Tarragona con personas relacionadas con el mundo de las artes. Quedamos un día con un grupo que habíamos estado en un curso de poesía y se lo propuse. Les pareció bien y después pensé podemos hacer una revista cultural de las artes. De tirada mensual y con los colaboradores hacemos también la tertulia. A finales de 2024 comencé con el proyecto y en Enero de 2025, comenzamos.

 

¿Qué tipo de colaboradores podrían participar en La Gaseta de Les Arts i el Saber?

 

Siempre me han apasionado las artes clásicas: La arquitectura, escultura, pintura, la literatura en sus múltiples vertientes, la música, la danza, llegamos a el séptimo arte que es el cine. Pensaba que nos faltaba algo el video, aunque es muy nuevo del siglo XX, pienso que ha producido muchos cambios en la TV, el cine, los videojuegos, me parece importante incluirlo como un arte, además del cómic en su sentido amplio la ilustración y también la fotografía.

 

¿Qué papel juega para ti la palabra escrita en una época tan visual como

la actual?

 

Tengo que decirte que soy de la generación de los años 60, de los libros, los apuntes, el lápiz y el papel, sí que es verdad que mayoritariamente los contenidos son digitales, visuales (gran cantidad de videos, audios...), mucha información, a gran velocidad.


Necesitamos la palabra escrita, expresa mucho, es más pausada, nos hace reflexionar y es más elaborada.


¿Qué es lo que más te motiva del trabajo de editor y redactor en La Gaseta?

 

Conocer a personas del mundo de las artes, en enero de 2025 no tenía prácticamente contactos, pensé que me podría ir por la Part Alta de Tarragona, ya que el lugar donde tienen sus estudios muchos de los pintores y escultores y cuando entré en el primero del pintor Tito Figueras, me dio la sensación de que estaba compartiendo lo más íntimo de una persona, sin pedir nada a cambio y participando en el proyecto con ganas e ilusión. Eso me produjo una gran satisfacción y seguir buscando.

 

¿Cómo seleccionas los temas que vas a abordar en tus artículos?

 

Los colaboradores tienen ganas de darnos a conocer sus trabajos en general, y ellos contactan con gente de su entorno para colaborar, debo decir que desinteresadamente ya que la revista no paga a los colaboradores.


Unas personas me llevan a otras, también tengo contacto con galerías de arte es un mundo de mucha amplitud y con mucho conocimiento.

Si que es cierto, que el mundo de la literatura por sus múltiples vertientes tengo más colaboradores.

 

¿Qué diferencia al periodismo cultural del resto de géneros periodísticos, en tu opinión?

 

Tengo que decirte que yo no soy periodista, intento redactar lo mejor posible, pienso que tienen un enfoque diferente debido a los temas que abordan, los temas son más amplios y el público es más generalista.


El cultural es de difusión, el cómo interpreta una persona en particular el arte , la cultura y crea

 

¿Recuerdas alguna entrevista de las que has leído a grandes personalidades culturales que te haya marcado particularmente?

 

Me gustaba mucho Antonio Gala, al hablar es como si estuviera escribiendo un cuento o una poesía, era pura literatura

 

¿Qué significa para ti el concepto de “saber” en el nombre de la Gaseta?

 

Es la segunda parte del nombre de la Gaseta, las artes está referido como su nombre indica a todos los temas que tratamos y esta segunda el saber, es referido a la tertulia de todos aquellos colaboradores que participan y los cuales manifiestan su intelectualidad, que en realidad su alto nivel de conocimiento.

 

Hablemos de la tecnología y su irrupción en el mundo del arte. ¿Cuál es tu opinión al respecto?


Forma parte de la evolución, desafía a la tradición, es también una herramienta, es algo novedoso, son nuevas posibilidades creativas. Poniendo como ejemplo la pintura, engloba las artes desde la pintura en las cavernas hasta la realidad virtual.

 

¿Ha venido la IA para quedarse en el arte o consideras que el público podría darle la espalda?

 

Pienso que es una nueva herramienta para todas las formas de expresión artística. Es un asistente para el creador, no es un sustituto. La creación de un nuevo arte como la realidad virtual. Es muy importante en el diseño gráfico, la animación, la producción musical. Utilización de métodos de análisis con los algoritmos.

 

Desde tu percepción, ¿cuál será el papel de la IA en la literatura?

 

Pienso que es una pregunta que la deben responder los escritores, para ellos la autoría y la originalidad es la esencia de la creatividad. Pienso que puede ayudar a generar ideas, desarrollar personajes, crear un estilo, corrector, innovador de narrativas. Pienso que todo esto debe de pasar por el filtro humano que lo ha de integrar

 

¿Y en el mundo del arte en general?

 

Es para ampliar las artes y generar nuevas capacidades, pienso que el artista del futuro es el que sepa integrar estas herramientas en su proceso creativo, siempre que se utilice de manera responsable y en beneficio de la comunidad

 

Como actor y cinéfilo, háblame de las mejores adaptaciones de la literatura que has visto plasmadas en cine.

El padrino de Mario Puzo Francis Ford Coppola actuaciones y dirección impecables, El Resplandor de Stephen King Stanley Kubrick, cine de terror psicológico, Psicosis de Robert Bloch, Alfred Hitchcock, novela policiaca, terror psicológico Los Santos Inocentes, Mario Camus: Una adaptación magistral de la novela de Miguel Delibes que captura la dureza de la España rural.

 

¿Cómo entiendes el papel del periodista cultural, ¿debe mantenerse al margen de otras cuestiones o debe tomar partido en lo que acontece en la actualidad?

 

El periodista tiene que ser un testigo de lo que ocurre, y dar a conocer a los ciudadanos la situación cultural en la que vivimos, diría que hacer una fotografía de la realidad, una crítica de esta de una forma constructiva, para que las instituciones tomen conciencia y apoyen a las diferentes corrientes artísticas y culturales, a la juventud para dar a conocer sus obras y crear los artistas del futuro.

 

¿Crees que la cultura está suficientemente representada en los medios generalistas?

 

Pienso que no interesa a nivel institucional, ya sea local o nacional, depende de unos mal llamados críticos que son quienes valoran a un artista y le colocan en un lugar para que pueda vivir del arte o simplemente sea uno más sin ninguna posibilidad de ser reconocido y por supuesto no vivir de su creación

 

En tiempos de inmediatez, ¿cómo se defiende el pensamiento pausado y reflexivo?

 

Es una necesidad, la información fluye a gran velocidad y grandes cantidades. Ahora con la Gaseta casi no tengo tiempo para recibir información, antes estaba quizá enganchado a las noticias, ahora leo pero noticias puntuales. Además cada día tengo más claro que los medios de comunicación están bastante manipulados. Intento leer libros, pensar, reflexionar, me siento mejor consigo mismo, me analizo de forma más profunda y tomo las decisiones más acertadas, dejo a un lado todo lo que me produce perjuicio y me relaciono con personas con las que tengo afinidades. Y para finalizar me siento mejor.

 

¿Qué libros te han conmovido especialmente?

 

No soy muy lector, Una biografía San Carlos de Foucauld, un aristócrata francés, militar, explorador y geógrafo acabó siendo misionero por su espiritualidad del desierto y la oración. nacido en 1858 muerto en 1916. Me ha parecido impresionante la evolución de una persona llegando desde lo más alto de la sociedad, pero vacía en su interior, hasta lo más alto en su realización personal y espiritual.

 

¿Y películas?

 

 La última ayer 16 de junio en la 2, Doce hombres sin piedad película de 1957 Sidney Lumet. La disidencia en primer lugar debe ser escuchada y razonada para poder i introducir un debate. Algo que en la actualidad parece ser que no es posible al vivir en un momento de pensamiento único del cual no se puede discrepar, te pueden incluso insultar.

 

¿Proyectos culturales futuros de los que puedas hablarnos?


Me gustaría cruzar el Atlántico, aunque ya tenemos colaboradores de Bolivia o Cuba. Me parece muy enriquecedora la relación con Latinoamérica, podemos tenerla en dicho continente.

 

¿Qué consejo le darías a alguien que quisiera iniciarse en la crónica cultural?

 

Ganas y fuerza, hay muchas personas deseosas de contarnos y mostrarnos sus creaciones y alguien tiene que convertirse en el altavoz de sus inquietudes.

 Vas observando que nos encontramos en una isla pero entre todos la podemos realizar un edificio, con esculturas y pinturas, es muy importante hacer una biblioteca con libros, los compositores hagan partituras para tocar y bailar. Todo esto hemos de hacer una grabación ya sea en cine o en un video, es importante hacer fotografías y que algún ilustrador nos dibuje un cómic.

 

Gracias, Luis Fernando, por esta conversación Que La Gaseta de Les Arts i el Saber te ayude a seguir conociendo nuevos talentos y afianzar los que ya se consideran pilares de nuestro arte y literatura.

viernes, junio 13, 2025

jueves, junio 12, 2025

RESEÑA: Doppelgänger de Sebastián G. Sancho

Título: Doppelgänger

Autor: Sebastián G. Sancho

Editorial: Ediciones T&T

Año de edición: 2025

ISBN: 978-84-10130-20-3

Número de páginas: 261

Sinopsis:

El soldado Luther Hicks lleva la huella de la guerra grabada en el rostro, y en su mente, como consecuencia, un inmenso vacío que no le permite recordar quien era.

Recluido en el atroz Sanatorio Mental de Reuegefühl, irá comprendiendo que, en el abismo de su alma, se esconden heridas aún más aterradoras que aquella que borró su memoria y que, si quiere recuperar sus recuerdos, antes deberá enfrentarse al reflejo que le muestra el espejo: el de un ser que lo acecha desde algún lugar más allá del tiempo y del olvido… y al que se parece demasiado.

Mi opinión:

Quien controla el pasado, controla el futuro.

Quien controla el presente, controla el pasado.

Con esta celebre cita de 1984 arranca Doppelgänger, la nueva novela de Sebastián G. Sancho. Y no es una elección para nada casual, porque quien se sumerja en sus páginas no solo hallará reminiscencias de la distopia orwelliana, sino también ese tono opresivo, perturbador y profundamente reflexivo que solo Sancho es capaz de imprimir a sus letras.

Tras un potente comienzo en el primer episodio, el autor gaditano nos lanza sin miramientos al interior de la mente de un veterano soldado ingresado en un sanatorio mental tras haber recibido un disparo en la cabeza, que le ha desfigurado el rostro y borrado de su memoria parte de su pasado. Atrapado entre visiones tan vívidas como inestables, el protagonista —Luther Hicks— no solo deberá asumir la cruda realidad en la que se encuentra, además tendrá que enfrentarse a la posibilidad de que todo aquello que ve y siente no sea más que producto de una mente fragmentada.

Sebastián, a quién ya descubrimos tras la sobresaliente Cuna de Tejo (puedes leer la reseña aquí) demuestra en Dopplegänger una evolución literaria notable. Vuelve a dominar el tono, uno diferente al de su ópera prima, transforma el tipo de suspense y lo adapta al nuevo escenario que nos presenta, pero siempre manteniendo su singular estilo y esa capacidad hipnótica, casi insana, de tejer la tensión y de construir escenas inquietantes que se adhieren al lector como una telaraña invisible.

A través de unos personajes memorables, sobre todo, su protagonista, Luther Hicks nos presenta un escenario atroz, que nadie nos gustaría visitar ni en nuestras peores pesadillas. Un contexto espacial siniestro, en el que el mobiliario es tan escaso como la empatía de los que lo habitan. Y un contexto temporal, enmarcado dentro de la Segunda Guerra Mundial, consiguiendo eludir con elegancia los puntos comunes del género y urdiendo una trama fresca y original.

Dopplegänger no es “otra novela más” sobre la guerra, es una exploración psicológica que se cuece en las entrañas de un hombre roto por el dolor, por la desesperación y por el recuerdo de un pasado que le resulta esquivo. Una historia en la que el peor enemigo no está en el exterior, sino dentro de uno mismo.

En definitiva, una novela intensa y absorbente, con un final sorprendente, que confirma a Sebastián G. Sancho como una de las voces literarias a tener en cuenta en el panorama nacional del terror y del suspense.

 

ENTREVISTA ESPECIAL a Alberto Puyana por la presentación de Matacrías

Hay autores que escriben con la tinta de su tierra, que son capaces de hacer que las páginas de un libro te hagan sentir la sal contenida en el mar, que convierten las transitadas esquinas de su ciudad en escenarios universales, y que logran que el humor, la crudeza y la sensibilidad convivan bajo el mismo techo. Alberto Puyana es una de esas voces.

Con una trayectoria envidiable, y tras la gran acogida que tuvo Corpore Insepulto, Alberto nos presenta Matacrías, su nueva obra. Desde Cádiz, su hogar, una ciudad presente siempre en su obra, nos invita a sumergirnos en una historia donde los personajes respiran con la misma intensidad que su literatura.

En esta conversación, intentaremos adentrarnos en su corazón, su pluma y su particular estilo de ver la escritura y percibir el mundo.

Alberto, “Matacrías” es un título potente, uno de esos que sacude. ¿Qué significa?

“Matacrías” es el sobrenombre con el que se conoce al asesino que protagoniza la novela. La prensa lo bautiza de esa manera debido a que es el responsable de la muerte de dos adolescentes y, se sospecha, de la desaparición de una tercera.

Con Matacrías vuelve Ramiro Galiana, para quiénes no lo conozcan, ¿podrías hablarnos sobre él?

Es un exinspector de policía que tuvo que abandonar el cuerpo por sus adicciones y por su comportamiento. Un personaje que camina siempre en el alambre, entre el bien y el mal, luchando contra sus miserias y por la gente que quiere. Un superviviente, al fin y al cabo, al que Dios parece haberle otorgado grandes dones para la investigación, a pesar de todo: una intuición envidiable…  y unos nudillos de acero.

Entiendo que Cádiz es de nuevo la localización donde se desarrolla tu última obra, ¿podría decirse que aparecen los mismos escenarios que en novelas anteriores o nos traes nuevos lugares a visitar?

En esta ocasión el lector va a visitar lugares más reconocibles. La plaza de San Francisco, los Callejones, el mercado de Abastos, el Paseo Marítimo, la Plaza España, la Plaza de San Juan de Dios… si en Corpore Insepulto nos sumergíamos en la zona industrial y feota de la ciudad, en Matacrías le hemos buscado emplazamientos vistosos a Netflix, jajaja.

Vienes de una trayectoria marcada por la agudeza, el humor, sin despreciar el lado emocional de los personajes. ¿Qué conserva Matacrías de lo que ya has escrito?

Absolutamente todo, espero. El tono de esta novela es el mismo que en Corpore Insepulto. Es necesario que el lector que es seguidor (o vaya a serlo) de lo que ya denominamos “Serie Ramiro Galiana” reconozca esas señas de identidad en todo momento y en cada una de sus entregas. Si no fuese así, si ese tono fuese diferente, corremos el riesgo de que el lector pierda su arraigo a los personajes protagonistas.

¿Hay algo que te hayas descubierto de ti mismo mientras lo escribías?

Que ya no tolero la cafeína a partir de las ocho de la tarde como hace diez años, me temo. Ahora en serio, creo que con esta novela he descubierto que mi narrativa ha evolucionado, ha madurado en este tiempo. Antes tenía problemas importantes por cerrar las historias. Sin embargo, me noto con más cuajo para acabarlas de forma más solvente.

Si te pidiese que compartieses la portada del libro con nuestros seguidores y me leyeses la sinopsis, con tu tono, tu cadencia, ¿lo harías?

Por supuesto. Yo con un micro y una cámara delante me vengo muy arriba, Leo.

¿Qué tipo de personajes transitan las páginas de esta obra?

Hay un poco de todo. Personajes que vienen de vuelta, tan supervivientes como Ramiro; inocentes que se encuentran en el momento y el lugar equivocado; delincuentes sin escrúpulos, empresarios con menos escrúpulos que los propios delincuentes… gente entrañable y gente despreciable. Como la vida misma.




¿Hay alguno con el que te sientas identificado especialmente?

Trato de no dejarme llevar por simpatías. A cada uno procuro dotarlo de algo que admiro y algo que desprecio. Pero, obviamente, a Ramiro le guardo un cariño especial. Y quizás yo sí me he sentido en alguna ocasión, como él, náufrago en tierra.

¿Hay alguno que se haya vuelto contra ti en esta obra o has sabido mantenerlos a raya?

¡Coño! Dos o tres. Por dar pistas a los futuros lectores, me ha resultado difícil domar la personalidad de la comisaria Kerr, del jefe del crimen organizado de Cádiz… y del asesino.

El humor es una tónica en tus libros, incluso en las situaciones menos esperadas. ¿Qué papel juega en esta historia?

Vuelve a tener un protagonismo especial, sin caer en lo descacharrante, ojo. Correría el riesgo de que el lector viese a Ramiro como un Torrente, y no es así en absoluto. El humor siempre viene de su mano, a través de su narración en primera persona, pero es un humor negro, que se apoya en el cinismo, la ironía, el sarcasmo…

¿A qué tipo de público está dirigido Matacrías?

Me gustaría decir que a todos los públicos, pero no es así. Esta historia es un humilde homenaje a las novelas policiacas de toda la vida, así que el público diana es ese, claramente. Aunque a quien no esté habituado a este género le garantizo emoción, humor y drama a partes iguales.

¿Hubo algún momento, escribiendo esta novela, que te desbordase emocionalmente?

Sin duda, el final. Y no me preguntes por qué. Cuando lo leas, me comprenderás.

Quiero que me hables del silencio en tu vida y en tus obras, ¿qué lugar ocupa en cada una de ellas?

No te creas que tiene un espacio predominante. Por cuestiones personales, me resulta difícil encontrar la paz y tranquilidad de un cuarto aislado. Me he acostumbrado a escribir con el sonido de la radio o de la tele de fondo, incluso suelo recurrir a la música para ayudarme en la ambientación de la novela. No, el silencio no suele ser socia mía, me temo.

¿Qué espera que sienta el lector cuando pase la última página de Matacrías?

Espero que tenga la necesidad de leer más. Esa sería la mejor de las noticias para mí, sin duda.

En Matacrías repites publicación con la editorial gaditana Kaizen Editores. ¿Cómo describirías el momento en el que estáis ahora mismo tú y la editorial?

Somos un matrimonio bien avenido, jajaja. Tenemos un proyecto común, una criatura común (Ramiro Galiana) del que estamos, como buenos padres, profundamente orgullosos y, como en todos los matrimonios, a veces podemos tener pequeñas… mínimas diferencias, pero son salvables y, una vez superadas, fortalecen nuestra relación. Espero y deseo que sea un matrimonio para toda la vida porque soy feliz en Kaizen, y (espero, creo) ellos lo son conmigo.

A la hora de escribir, ¿tienes alguna manía, costumbre o ritual?

Procuro poner algo de música de fondo y esperar a que llegue el atardecer para empezar a escribir. No me gusta hacerlo por las mañanas o con el sol en todo lo alto. A mí me visitan las musas nocturnas, los espíritus burlones y los demonios traviesos.

Sé que te gusta la música, ¿qué banda sonora le pondrías a Matacrías?

En Corpore Insepulto me ambienté con los Derby Motoreta. En esta ocasión, he sido más heterogéneo: Simon & Garfunkel, The Doors, Boston, The Who, Deep Purple… y “por exigencias del guion” (conste), Bad Bunny.

¿Qué sensación te ha quedado cuando pusiste punto final a esta historia?

Siempre se tiene una sensación de vacío muy extraña. Como si lo hubieses dado todo en ese manuscrito y, de repente, ya no es tuyo… ya es de los lectores. En esta ocasión, en concreto, he sentido, en primer lugar, la necesidad de alejarme un tiempo de Ramiro Galiana. Por su bien y por el mío.

Presentar el libro en Cádiz no debe ser cualquier cosa. Estoy seguro de que para ti será como el artista que se sube al escenario por primera vez. Háblame de las futuras presentaciones previstas.

Presentar en Cádiz siempre es especial porque es mi casa, es mi madre, la que me ha parido. Tenemos la primera presentación el martes 17 de junio en el Espacio ECCO del Paseo Carlos III, y luego vendrá una segunda presentación el día 25 en la Librería Plastilina. Para la Feria del Libro tendré el gusto de hacer una Ruta sobre la Serie Ramiro Galiana la mañana del 3 de julio. Y a partir de ahí, Dios sabe hasta dónde me llevará esta aventura.

Dime tres palabras que definan “Matacrías”.

Emoción, humor y misterio.

Todos sabemos que el desenlace es algo importantísimo y que pueda arruinar una historia. ¿Mantuviste el final que tenías pensado desde un principio o le diste algún retoque sobre la marcha?

Le di muchos retoques, Leo. Al punto de cambiarlo un par de veces porque no estaba seguro de andar un camino que fuese ya irreversible. Creo que el final escogido es el que satisface mis necesidades y el que necesita también el lector. Y, a riesgo de repetirme, cuando lo leas me entenderás. 

Gracias, Alberto, por abrirnos la puerta de Matacrías y dejarnos asomarnos a tu mundo sin filtros. Espero que esta nueva historia te lleve lejos y te mantenga cerca de tu tierra. Y que Cádiz, con su carga, sus penas y su humor, te ayuden a seguir escribiendo. Enhorabuena por tu obra.

Muchas gracias a ti, de nuevo, por darle voz a mis proyectos y a los de muchos compañeros escritores.

 

ENTREVISTA a Luz de Tinta Lavanda - Versión Video y Audio

Hoy nos visita Luz de Tinta Lavanda, bloguera, reseñadora y poeta.






lunes, junio 09, 2025

10 PREGUNTAS a Irene Caparrós - Versión escrita

Hoy nos acompaña Irene Caparrós, una voz que ha tejido su camino entre el periodismo, la creación audiovisual y la literatura. Reportera, analista, escritora y, desde hace una década, productora en Ifeelms, Irene nos invita a mirar el mundo con otros ojos. Su primera novela, La noche es de limón, ha dejado una huella imborrable en quienes se han dejado llevar por su prosa. En esta conversación, hablaremos de escribir, de observar, de sentir y de nombrar lo que muchos prefieren callar.

¿Qué es para ti la escritura?

Es mi habitación secreta, allí donde voy cuando me escapo de todo y me dejo llevar.

¿Cómo han sido tus inicios literarios antes de publicar tu primera novela?

Llevo toda la vida escribiendo a escondidas: me regalaba una “pausa” mientras hacía los deberes cuando era niña y ahí empecé a escribir poesía. Cuando estoy sola y me tomo un café cerca de la playa, escribo. Me gusta saborearlo en soledad.

¿Y tras publicarla?

Sigo siendo la misma, escribiendo a deshoras y disfrutándolo intensamente. Quizás el cambio más importante, y es un cambio radical, es que algunos lectores me comentan sus impresiones. Eso es algo increíble, saber cómo conectan con un personaje o qué les sorprende, o no les encaja, o qué trama les atrapa. Me impresiona y me quedo siempre con ganas de más. Hablar con los lectores es adictivo, porque cada uno de ellos hace suya la historia y eso me emociona.

Algunas de tus pasiones son similares a las mías. Por eso no puedo dejar pasar la siguiente pregunta: ¿Qué momentos te gusta disfrutar con una buena taza de café?

¡Todos! El café me intensifica la vida. Todo me sabe mejor con un café, tanto si es un momento de evasión en solitario como si quedo con alguien para pasar un buen rato. Eso sí, después del mediodía ya me tiro al descafeinado: mi tanque de energía está siempre a rebosar y tengo que controlar la dosis de cafeína 😊

¿Recuerdas la idea que te motivó a escribir La noche es de limón?

Quise contar una historia ambientada en los escenarios de mi infancia y mi adolescencia, y creo que tenía tantas ganas acumuladas de escribir una historia completa que, cuando me puse a escribirla, prácticamente surgió a chorro.

¿Con qué experiencias te quedas de esta primera publicación?

Ha sido sorprendente en muchos sentidos, pero creo que las principales dificultades han sido publicar la novela y asumir que es importante promocionarla, darla a conocer.

Por un lado, tenía muy romantizada la idea de qué es una editorial y cuál es su relación con el autor, y he descubierto un mundo de opciones de edición. Hay quien te ofrece servicios de edición como los informes de lectura para orientarte en los puntos fuertes y débiles de tu manuscrito, o muchísimos perfiles en redes sociales con consejos para la escritura, opciones para la autoedición (te lo montas todo tú, tanto escribir como publicar y promocionar la obra) y la coedición (asumes parte del riesgo económico). Es un mundo que desconocía por completo. Yo envié el manuscrito de mi novela a 29 editoriales (de una lista de casi 300 que estuve consultando) y recibí 4 ofertas de publicación. A pesar de que me llevó meses y estuve a punto de abandonar varias veces, creo que he sido muy afortunada de dar con Octubre Negro Ediciones, que ha apostado por mi historia y asumido todo el riesgo económico.

La promoción es un reto para mí porque, a pesar de que estoy habituada a hablar en público y trabajo dando a conocer productos y servicios de empresas, como escritora sientes que lo que hay en esas páginas descubre tu auténtico yo, te sientes vulnerable.

¿Qué aprendizajes como productora en Ifeelms crees que han influido en tu manera de narrar historias?

Cuando escribo, siento que estoy viendo cada escena como si fuera una película. Trabajar en Ifeelms me ha dado herramientas para saber qué elementos ayudan a visibilizar una historia, qué necesita el lector para imaginarse cómo es un escenario o qué atmósfera se respira. Y algo que hacemos con cada proyecto: escoger las imágenes que son realmente imprescindibles para contar una historia y descartar el resto, por más conmovedoras o divertidas que te parezcan. Si no sirven a la historia, sobran.

En tu novela hay un ritmo que colinda entre lo cinematográfico, pero también lo poético. ¿Cómo encontraste esa voz narrativa?

Creo que cada persona demuestra cómo es cuando escribe. Hasta un mensaje de correo electrónico da pistas sobre ti. Y yo vivo rodeada de historias: las que contamos en el trabajo, las que leo, las que veo en plataformas digitales, las que imagino, las que escribo. Todo pasa por mi alambique cuando me pongo a escribir.

El título de la novela es poderoso y bastante sugerente. ¿Por qué La noche es de limón?

Es una teoría de uno de los personajes de mi novela, que sostiene que los días pueden ser luminosos y dulces como una naranja, pero las noches son oscuras y pueden albergar peligros, pueden ser ácidas como un limón. Esta historia arranca en una noche ácida, por eso se titula La noche es de limón.

Como analista. ¿Te resulta fácil el paso de ese análisis más racional de los datos al impulso más emocional que requiere la literatura?

Analizar es voluntario, supone la decisión de tomar tus decisiones de la manera más informada y coherente posible. De hecho, ese es el objetivo primordial del periodista: ofrecer la información relevante para que el receptor de esa información pueda decidir en libertad y evitar ser manipulado. Yo sigo creyendo que es un objetivo irrenunciable para la sociedad. Los impulsos, lo espontáneo, lo creativo forman parte de una esfera de disfrute privado, personal. Podemos leer el mismo libro, o mirar el mismo cuadro, y tener sensaciones opuestas. Las personas somos complejas, en nosotros caben lo racional y lo emocional. Y yo soy como todos los demás, bebo de ambos. Reivindico esa duplicidad.

¿Cómo ha influido tu formación como periodista en tu carrera literaria?

Me he formado en comprobar los hechos y contrastar los datos, y eso me ha hecho prestar atención a los detalles. Además, ejercer como periodista es una montaña rusa de experiencias, tocas el techo y el suelo varias veces al día. Fui corresponsal comarcal antes que reportera y he vivido situaciones de mucho estrés, como la cobertura de grandes incendios o asesinatos, pero también he investigado sobre el trazado de infraestructuras o delitos medioambientales y he informado sobre la actualidad política. Aprendes mucho de quienes gestionan y de quienes padecen. Se ha dicho mucho, pero no deja de ser cierto: el periodismo es una escuela de vida. Y todo eso, quieras o no, se queda dentro de ti y se cuela en tu escritura.


¿Cómo es tu rutina de escritura?

No tengo rutina. Mi vida profesional es impredecible, hay días en que acabo de trabajar y ya es de noche, pero estoy cerca de casa, y otros en que grabamos la salida del sol y termino temprano, pero estamos a cientos de kilómetros. Yo escribo cuando he atendido mis obligaciones y tengo un momento de soledad, ahí me desato como una loca.

Con la novela, fue distinto: tracé una ruta, describí a los personajes, planifiqué cada trama. Antes de empezar a escribir, decidía qué fragmento iba a trabajar… pero luego me ponía a escribir y la historia salía a presión, ¡no podía parar! Al día siguiente, leía adónde tenía que haber llegado y qué había escrito en realidad, y adaptaba la ruta en el siguiente capítulo para llegar al punto previsto.

Como lectora, ¿qué libros han sido determinantes en tu vida?

Muchos, supongo que soy muy impresionable. Cuando leo, me abstraigo de todo lo que pasa alrededor. Entro en el libro y me paseo por él, miro hacia arriba, me imagino dónde están los personajes, a qué huele el campo o si está rico lo que comen. Soy la típica lectora a la que las películas basadas en libros siempre le defraudan un poco, porque nunca recogen todo lo que yo he imaginado leyendo esa historia. Me gustan las novelas de misterio, como las de Agatha Christie, o la oscuridad de las Historias extraordinarias de Edgar Allan Poe; Crimen y castigo, de Dostoyevski; Demian, de Herman Hesse; o La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Me fascinan la simbología de García Lorca, el realismo mágico de García Márquez o los romances de Jane Austin y toda su ambientación histórica, por ejemplo. Y me encantan los libros que me sorprenden, como Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino; Mi año de descanso y relajación, de Ottesa Moshfegh; o El elefante desaparece, de Murakami.

¿Hay alguna escena de alguna novela que te haya marcado?

Me sorprenden los malentendidos, comprobar que muchísimas veces tú crees que todo ha quedado muy claro y, sin embargo, hay quien entiende algo totalmente distinto. Recuerdo haberlo pensado al leer una escena de Madame Bovary, cuando ella mira a su hija y su marido se conmueve por algo que a ella en realidad le genera rechazo. Creo que esto se aprecia en muchos momentos de mi novela, como cuando Julio le explica un sueño a Eva e inmediatamente teme que ella lo entienda, pero en realidad su interpretación va por otros derroteros.

¿Sientes que el mundo audiovisual, con su inmediatez, condiciona la forma en que hoy se escribe o se lee?

Desde luego. Hay muchísimas personas que conectan mejor con los estímulos de un vídeo que con un libro. Leer es siempre un placer personal. Después se puede comentar lo que has leído y compartir impresiones, pero el momento de leer es muy íntimo. Creo que eso hace única la experiencia lectora y a quienes nos gusta, nos gusta a morir. Pero si a alguien no le interesa, está bien. No hay por qué imponer una manera de disfrutar. A mí me encanta el chocolate negro, pero no espero que le guste a todo el mundo.

¿Qué lugar ocupa el silencio en tu escritura?

El silencio es la mejor banda sonora cuando escribo. ¡Hasta mis personajes buscan un momento de silencio cuando tienen que reflexionar!

En La noche es de limón se palpa una tensión constante entre lo que se muestra y lo que se sugiere. ¿Es algo deliberado?

Creo que es una clave de cómo funcionamos. Una cosa es lo que enseñamos y otra muy distinta lo que sabemos o lo que somos. Es algo que me perturba y, a la vez, encuentro sugerente y hasta divertido desentrañar la verdad. Saber cómo es alguien en el fondo, descubrir qué ha pasado en realidad, conocer las claves de lo que tenemos delante y no vemos. Creo que eso es lo que me atrae de la novela negra.

¿Qué consejos le darías a alguien que viene del mundo audiovisual y quiere dar el salto a la narrativa?

Que se atreva. Lo más importante para escribir es empezar a escribir. No hay más. Un amigo me confesó hace poco que intentó escribir una novela, pero acabó desistiendo, llegó a la conclusión de que no era para él. Escribir una novela es difícil, hay que combinar el trazado de las tramas con la creación de personajes verosímiles y el desarrollo literario de la historia. No creo que sea un objetivo para todo el mundo. Sin embargo, si una persona siente esa inquietud, creo que debe probarlo, verse a sí mismo haciéndolo, creando un mundo y llevándonos por él. Y, sobre todo, le diría que no intente escribir un guion largo. Son moldes distintos y los ingredientes también tienen que serlo.

¿Algún proyecto literario a la vista?

Siempre. Estoy madurando dos ideas, pero primero necesito dedicar tiempo a La noche es de limón, darla a conocer y aprender de los comentarios de los lectores, que para mí son muy importantes.

¿Cómo te gustaría que recordaran La noche es de limón quienes la lean dentro de unos años?

Como una historia de enredos y misterios en la que, a pesar de todo, se abren paso pasiones y se descubren secretos. Y, al final, todo se sabe.

Gracias, Irene, por compartir con nosotros tu experiencia en la escritura. Que esta noche de limón siga dejando su aroma en cada lector que se atreva a entrar en ella.