Hoy tenemos el privilegio de conversar con P. Rosber, escritora nacida en Xeraco, que nos sumerge en los rincones más inquietantes del alma humana a través de su última novela Las manos del escultor. Con una prosa pulida y un dominio admirable del suspense, P. Rosber construye una historia donde el arte y el crimen se entrelazan en un juego de sombras y silencios. Una novela que no solo atrapa, sino que también invita a reflexionar sobre los límites de la creación, la culpa y la justicia. Con ella hablaremos hoy de escritura, personajes, inspiración y del fascinante proceso que hay detrás de esta obra.
¿Qué
es para ti la escritura?
La
escritura me transmite calma. Me da paz interior. Tal vez lo que no exteriorizo
me gusta contarlo en forma de historia. Además, es una meta que me pongo y
cuando mi historia está terminada siento satisfacción propia.
¿Cómo nace la historia de Las manos del escultor?
La
verdad es que Las manos del escultor nació en nuestro taller, mientras
trabajábamos. Estaba ayudando a mi marido, el escultor Chule, a hacer la
fundición de aluminio para un molde de una escultura que había hecho. Estaba
mirando como caía la colada de aluminio fundido y fue en ese momento en el que mi
cabeza se quedó pensando y dijo: Ostras, ¡¡qué guay!!
A
la hora de escribir Las manos del escultor, ¿qué fue lo primero que te vino a
la cabeza: ¿el título, la trama o la imagen de unas manos?
Supongo
que cada novela es diferente porque a mí me pasa. Pero con Las manos del
escultor lo que tenía claro desde el principio fue el título. Veía esas
manos siempre a mi alrededor, en el hogar, en el trabajo, en las exposiciones
presentando las esculturas, etc. Y son unas manos expresivas, con movimiento,
una prolongación de su cuerpo, que exterioriza las emociones. A Chule le
identifican mucho sus manos. De ahí salió el título.
Estás
muy vinculada con el mundo de la escultura. ¿Qué es lo que puede llegar a
decirnos las manos de una persona?
Creo
que las manos nos dicen mucho. No tanto fijándote en su aspecto físico, porque
hay muchas manos que están castigadas de trabajar, sino en su expresividad. En
todos los trabajos las manos tienen una parte imprescindible, en la escultura,
en la pintura, en la cocina, en la música, en la obra, en la agricultura, etc.
E incluso en la escritura, que por cierto me encanta escribir a mano mis ideas
para desarrollar en el manuscrito.
La Albufera para mí tiene un entorno de misterio. Además, me he criado con la serie cañas y barro y es un espacio que tengo como muy nuestro, valenciano.
El
inspector Alapons es un personaje muy sólido. ¿Cómo lo construiste? ¿Te
inspiraste en alguien real?
Los
personajes de mis novelas son ficticios. Pero opino que, prácticamente, todos
los personajes de las historias tienen algún rasgo, nombre, cualidad, defecto,
etc, de alguien que conoces o te recuerda. Por ejemplo, Alapons tenía el
sobrenombre de Indiana Pons. Y este nombre se lo decían a un amigo mío,
tristemente fallecido hace poco. Se llamaba Jose Pons y como por su trabajo
viajaba mucho por África le llamaban Indiana Pons.
¿Hay
algún pasaje o escena que te haya costado especialmente escribir?
Creo
que ninguna porque esta novela la tenía toda planificada en mi cabeza desde el
principio. Y así fue, fluía por sí sola.
¿Crees
que el suspense criminal permite explorar aspectos del alma humana que otros
géneros no alcanzan?
Es
posible. Tal vez, los aspectos más escondidos que tenemos en el fondo. A mí particularmente,
me gusta leer novela histórica y de suspense y crimen. Y eso que yo, en el
fondo soy una miedosa. Por ello creo que este género saca mi parte osada y
atrevida.
¿Cuál
fue el mayor reto al escribir esta novela?
Bueno,
más que reto he intentado que el personaje de Jason Martell no se parezca a
Chule, porque evidentemente no es un asesino. Sin embargo, gente que lo conoce
bromeaba sobre si el asesino era él. He intentado, a pesar de que comete
crímenes, sacar una parte más sensible y humana.
¿Y
tu mayor descubrimiento como persona tras escribirla?
Mi
descubrimiento ha sido sentirme orgullosa de mí misma, sin avergonzarme por
ello. Saber que soy capaz de hacer muchas cosas a las que tenía miedo de
enfrentarme.
¿Cómo
vives el proceso de corrección? ¿Eres meticulosa?
Esto
de la corrección es un mundo aparte. Releo el manuscrito hasta tres veces y
cada vez, aparte de corregir, cambio alguna cosa. Si lo leyera cien veces, aún
cambiaría algo. Intento enviarlo a la editorial lo mejor que puedo. Pero
después es la Editorial Maluma la encargada de pulir la obra. Estoy muy
contenta con su trabajo.
¿Qué
estás leyendo ahora?
Más
que leer, me estoy entreteniendo con Murdle, La universidad del crimen. Un
libro con juegos para descubrir asesinos. Es divertido.
¿Qué
autores han influido más en tu escritura?
Pierre
Lemaitre, Santiago Díaz y Ken Follet. A Lemaitre le conocí con la saga
Verhoeven, me encantó.
¿Alguna
recomendación para quienes disfrutaron de Las manos del escultor?
Que
tengan un poco de paciencia. En un par de años tendré lista la segunda y última
parte de Las manos del escultor. Es muy gratificante ver como los
lectores te animan y esperan a que continues con tu trabajo.
¿Podemos
esperar una nueva novela pronto?
Pues
mira, mi nueva novela Donde el olvido no alcanza la tiene ya la
Editorial Maluma en impresión. Creo que a final de julio o agosto la tendremos
físicamente.
¿Seguirás
en el género negro y criminal o te planteas explorar otros géneros?
Precisamente mi nueva novela tiene un cambio
de registro. Es histórica con un punto de intriga. Creo que estoy abierta a
cualquier género. Si tienes una idea para un tema y sabes transmitirla, puede
llegar a ser una buena novela.
Y,
para terminar, ¿qué les dirías a quienes comienzan el camino de la escritura y
tienen la ilusión de publicar por primera vez?
Si
es su sueño que lo hagan. Que no tengan miedo, luego la experiencia es muy
gratificante. A mí me pasó, tenía miedo a no estar a la altura, miedo al qué
dirán y encima miedo escénico para hacer las presentaciones. Tengo el pack
completo. Pero total, con la edad que tengo debería resbalarme todo. Sin embargo, fue mi marido quién me animó a
dar el paso. Así que envié el manuscrito y la Editorial Maluma confió en mí y
estoy muy satisfecha. Son dos mujeres que trabajan estupendamente y miman a sus
escritores. Así que ánimo, que la escritura no pare.
Gracias,
P. Rosber, por compartir con nosotros no solo los secretos de tu novela, sino
también tu mirada sobre la escritura y el género criminal. Las manos del escultor dejan huella, como esas obras de arte
que nacen de la creación y el silencio. Te seguiremos leyendo con atención y
admiración.
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