Odilius, honrado de que hayas aceptado mi invitación para contar contigo como uno de los invitados del blog.
Soy yo el honrado, Leonardo, por permitirme ofrendar algo de mi persona y literatura en este altar a las letras que es tu blog Mi experiencia como escritor.
Vamos con la primera pregunta: ¿Quién es Odilius Vlak?
Es un ciudadano del mundo nacido en República Dominicana, en el centro del Caribe. Que siempre ha buscado su identidad como ente civil, profesional y literato, tratando de generar una hibridación entre el orden germano [ya sabes, si quieres ser como los alemanes, pues traes alemanes], y ese placentero desorden cargado de humanidad alegre y sencilla que caracteriza a mi pueblo y el resto del Caribe. Una persona con una curiosidad inagotable que, si bien su principal fuente han sido los libros, se arroja de cabeza a cualquier manantial del cual brote saber, misterio, imaginación..., etc. Ah, y creo que soy simpático.
¿A qué edad comenzaste a escribir y qué recuerdos tienes de esos primeros textos?
Si ubicamos una fecha exacta, fue ya para el 2002/2003, años en los que escribí los textos [calificados por mí como poemas en prosa con arco narrativo] que posteriormente formaron los títulos Tumbas sin fondo y Plexus lunaris. Las inquietudes estaban desde mucho antes claro, pero ya fue entrado mi veintena de edad que hice consciencia de que quería ser escritor, y esos textos fueron mi primer intento serio de demostrarlo. Ya que partí de premisas claras, creativamente hablando, como claro era el objetivo: tratar de crear con el lenguaje del William Blake de los libros proféticos, situaciones y atmósferas muy a lo Edgar Allan Poe.
¿Qué te inspiró a convertirte en escritor?
La respuesta rápida y directa es: ser un lector. Luego dos etapas bien definidas y relacionadas a dos autores. Henry Miller, su obra y su persona, fue quien me sembró la idea obsesiva de ser escritor cuando lo leí en 1999. Luego, en el 2003, la lectura de la saga DUNE de Frank Herbert, me hizo querer ser escritor de ciencia ficción. Pese a que ya venía coqueteando en los títulos mencionados más arriba, con el horror y algo de fantasía oscura, fue Herbert la gran inspiración. Aún hoy, escribir algo parecido, continúa siendo mi norte creativo.
A finales de 2009, creaste junto a un equipo de escritores, ilustradores y dibujantes de cómic, el Blogzine, Zothique The Last Continent. Cuéntanos un poco sobre vuestra experiencia.
Una experiencia fundacional porque, por un lado, fue mi primera empresa como colaborador en una colectividad; con un equipo multidisciplinario y de diferentes backgrounds, si bien cada uno de ellos convergía en lo especulativo. Desde el que venía influenciado por la Metal Hurlant y la Heavy Metal, la light novel, el manga y ánime japonés, hasta los que venían del team poetas malditos franceses, la filosofía, el esoterismo, las pseudociencias... Igual, todo compartíamos un poco de lo del otro. Y claro: el eje común era la ficción pulp. De ahí el nombre: Zothique The Last Continent. Un homenaje al escritor americano Clark Ashton Smith. Y, desde esa saga maestra de la fantasía oscura, un homenaje a la literatura pulp en general. Por el otro lado, ya todas las áreas temáticas mencionadas más arriba reflejan que tenía un mayor cúmulo de información y, por tanto, de conocimiento. Y ni hablar del entusiasmo, las ganas, la energía..., que le pusimos cada uno de los miembros a ese proyecto en el cual estuve hasta el 2014.
En 2015, fuiste cofundador del Think Tank y colectivo multidisciplinario de escritores e ilustradores de literatura de género, MENTES EXTREMÓFILAS. ¿Podrías contarnos cómo surgió este proyecto?
Fue el proyecto con el cual quise, junto al otro cofundador y cómplice en el crimen de imaginar, Eddaviel [artista visual], darle expresión a una nueva etapa de inquietudes. Entre las cuales estaba la de explorar un poco más lo local; mirar más hacia el Caribe y América Latina [incluso como lectores]. Pero también decidimos asumir, quizás de manera ostentosa, el nuevo proyecto como un tanque de ideas, y no solo un mero colectivo de creadores, partiendo de la certeza de que ya la literatura especulativa es fruto de un experimento mental en fase Einstein. Lo que implicaba también, tocar áreas más mundanas como la política. Nada nuevo, pues existía una larga tradición de ciencia ficción y fantasía cargadas de ideas políticas. Por último, que el nombre mismo fuera un manifiesto de nuestro principio creativo. Mentes Extremófilas: mentes que se adaptan a las condiciones más extremas de la imaginación. Eso inspirado en los organismos extremófilos que se adaptan a condiciones físicas extremas. Era una apuesta por una especie de darwinismo mental: solo el pensamiento más fuerte, será el aprobado y hecho realidad. El mismo espíritu se extrapoló a cuando decidimos convertir el proyecto en editorial. Es bueno aclarar que Mentes Extremófilas solo somos Eddaviel y un servidor, Odilius Vlak. Y que ya como equipo y editorial, funcionamos más como un proyecto electrónico al estilo The Chemical Brothers: cosas nuestras y, de vez en cuando, le producimos [editados] a terceros.
Tu primera publicación en formato digital es un poemario en prosa de fantasía oscura, algo que me ha llamado la atención. ¿Podrías hablarme de cómo surge la idea en tu cabeza y su desarrollo?
Ya antes dije que la fórmula creativa fue: la prosa de William Blake más la narrativa de Edgar Allan Poe. Pero claro, no funcionó. Salió otra cosa. Igual fue una etapa de muchas inquietudes místicas. Por lo que me parece que más que los autores que sirvieron de arquetipos, lo que verdaderamente les da su esencia a esos textos son dichas inquietudes. La atmósfera de todos es muy sombría, gótica, con títulos como: Espíritus con amnesia física, El réquiem de la sirena, Las visiones del cíclope; Adán jugó con fuego, Aquelarre en el país de la hadas, Lunámbulos... Esos textos fueron publicados en el blogzine de Zothique.
En la segunda recopilaste varios cuentos: Crónicas de tandrel [dos historias] y Crónicas historiológicas [dos historias], que vieron la luz en la Revista española Alfa Eridiani (2014). ¿De qué tratan?
Crónicas de Tandrel fueron dos historias que pretendían extenderse hasta formar una saga al estilo de Zothique The Last Continent. Es una especie de fantasía oscura/fantaciencia planetaria. La premisa fue usar las fuerzas físicas del universo [la gravedad, el electromagnetismo, etc.] como materia prima de un sistema mágico. De lo que me siento más satisfecho es del worldbuilding que diseñé en ambas historias: El demonio de la voz y Las mazmorras de la gravedad. Las dos historias de Crónicas historiológicas, son parte de mi primer intento de escribir una ciencia ficción y fantasía inspirada en las tradiciones e historia dominicanas. Ese ciclo sí lo completé posteriormente. Consta de siete historias. En Alfa Eridiani se publicaron Descarga de meteoritos en la Batalla del 19 de Marzo, y Juegoedrox platónicos.
Has escrito varias antologías de cuentos más a lo largo de tu carrera literaria, entre ellas Exoplanetarium o Crónicas de Ouroburos, lo que te convierte en un experto relatista. ¿Qué ingredientes dirías que ha de tener un buen relato para que cale en el lector?
Ambos títulos reutilizan historias que se publicaron en Alfa Eridiani. Con el añadido en Exoplanetarium de dos historias más: Futuro post mortem y Monstruos de una dimensión imaginaria. No sé si para el momento en que se publicaron esos títulos [2015 y 2014 respectivamente] ya era un experto relatista, y si lo era, era exclusivamente en lo relacionado a la estirpe a la que me esforcé a que pertenecieran: la tradición pulp. Lo digo porque son historias largas que no siempre son potables para todo lector de «cuentos». Eso aparte de que su naturaleza de género apela al lector de ciencia ficción, fantasía y sus derivados. Si los evaluamos —y de paso evalúo a mi yo escritor de esos años— desde esa tradición, entonces sí, le brindo al lector worldbuildings bien tridimensionales [Exoplanetarium], y lo que creo fueron mis primeras tramas decentes [Crónicas de Ouroboros].
También has escrito microficción, un ejemplo es tu obra Tinta de plasma (Editora Nacional/2020). ¿Podrías definirnos en qué consiste este género?
Bueno, sí. Podríamos definir la microficción como un género en el sentido de como lo es el cuento, la novela, el teatro... En mi caso no soy lo que se diría un lector devoto de microficciones, y menos un autor comprometido con el género. En mi experiencia personal escribir microficciones es un ejercicio más de cálculo matemático que estrictamente literario. Y ahí encuentro la fascinación al escribirlas. Es decir mucho con poco, y que esa brevedad le brinde al lector una experiencia muy amplia en cuando a la connotación del arco narrativo, el cual debe continuar desarrollándose en su imaginación.
¿Qué proceso sigues para conseguir impactar en el lector en unas cuantas palabras?
En series más recientes, como Vainas del Cyberpunk Dominicano y Conexión a la Matrix Mágico Religiosa, que contrario a las de Tinta de plasma, sí son muy breves, mi objetivo, es la contundencia. El final debe redondear la narrativa con un shock. Que puede ser claro sarcástico, humorístico y hasta filosófico.
¿Es más compleja la microficción que el relato en sí?
No. Definitivamente. Al menos no en mi caso. Como tampoco ninguna de las historias de Crónicas historiológicas, ni siquiera el ciclo completo, me resultó más difícil que escribir mi último trabajo aún inédito, el cual es una novela.
¿Nos regalarías un microrrelato tuyo como impronta de tu paso por el blog?
Por Odilius Vlak
—¿Cuál es tu nombre mortal?— tronó
el altisonante Zeus, regente del Olimpo mientras en su mano derecha se
condensaba un rayo de la vorágine de energía electromagnética dentro de la
Esfera de los Cíclopes, ubicada en el centro del salón: la matriz donde dichos
titanes acumulaban la materia prima para forjar el arma letal del jefe
olímpico. Evidentemente tenía intención de fulminar a la grotesca criatura.
—Igneus, Homo Igneus—
respondió desafiante el homínido representante del Homo Erectus, sosteniendo en su mano derecha igualmente otro rayo,
pero ya enteramente solidificado. Su pequeño cerebro generó una decisión
rápida, tan temeraria como la que lo inspiró a ascender al Olimpo para robar el
fuego de los dioses en provecho de su especie. De manera que en dos largos
saltos que dejaron pasmado al mismísimo Zeus, alcanzó una de las ventanas
exteriores del Olimpo, y se lanzó al vacío.
En su caída repasó su epopeya: la
impotencia de tener que depender de un fuego producido de forma natural; las interminables jornadas para mantenerlo
encendido; las agotadoras búsquedas de otras fuentes del nuevo aliado de la
evolución, el que los protegía de las bestias, el frío y le había transformado
su modo alimenticio; la técnica de la fricción para producirlo artificialmente
que colmaba su paciencia girando una y otra vez un palo en el orificio de un
trozo de madera… Por último, decidió hacerle caso a la leyenda sobre un lugar
cerca del cielo donde habitaban las furiosas luces que producían el fuego. Su
infiltración en dicho lugar disfrazado de fauno enviado por el dios Pan como
ayudante de los cíclopes; su aprendizaje de la tecnología para forjar el rayo;
su robo de uno; su… Al fin sintió la tierra bajo sus pies; estaba vivo. Emitió
un gruñido de evidente orgullo. Su leyenda sobreviviría, modificada claro está.
En el futuro ya no sería el agente secreto Homo
Igneus sino Prometeo, y por supuesto, su aspecto ostentaría lo mejor del
canon de belleza griego, muy lejos del físico primitivo de pómulos anchos y
frente retraída que en el momento poseía. Triunfante
blandió el rayo, y se quemó.
Sí. Para el programa BREVÍSIMO. Pero aún no ha salido.
Me gustaría que me hablases de los temas que tratas en tu obra Viaje al centro de los mitos [Ciclo de Cuentos. Coedición Editora Nacional/Mentes Extremófilas].
Es un ciclo de cuatro historias neo pulp, e híbrido de fantasía histórica, oscura y fantaciencia, interconectadas por un arco narrativo general, que tiene como base la mitología taína. Lo más relevante es que el protagonista es fray Ramón Pané, monje jerónimo que, por orden de Cristóbal Colón, compiló entre 1493 y 1498 los mitos cosmogónicos taínos. Pané es considerado el primer europeo en aprender una lengua nativa, y su informa al Almirante el primer libro escrito en el Nuevo Mundo. Y otra cosa. Lo que se registró en La Española sobre esos mitos, no se hizo en las demás Antillas Mayores, por lo que es un documento único. El ciclo es un homenaje a ese personaje histórico, pero también al sincretismo entre lo que denomino la magia católica y la taína.
Como lector, ¿cuál es tu temática favorita y qué libro/s nos recomendarías de ese mismo género?
Pues la ciencia ficción, la fantasía, la novela histórica, y muchísima no ficción. Pero quedémonos en la ficción. ¿Un libro de ciencia ficción? Digamos UBIK de Philip K. Dick.
Y para despedirnos, ¿qué consejo le darías a los jóvenes escritores que buscan hacerse un lugar en el mundo literario?
Bueno, que avancen como un sonámbulo por la senda de su ambición literaria. Y que si escuchan algún canto de sirena que los intente desviar, solo le presten oídos si habla de alguna buena idea para una historia. El resto es la realidad. Que claro, es otro canto de sirena, pero más pernicioso si te dejas aplastar por su lógica.
Odilius, muchas gracias por acompañarnos y enhorabuena por tus éxitos literarios, que no son pocos.
Gracias
Leonardo Jiménez. Ha sido un honor extremófilo.
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ResponderEliminarFeliz viaje. Como decía yiye avila, cero paño tibios
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