Ser crítico con el trabajo de uno mismo, es una de las cuestiones más complicadas a las que nos enfrentaremos como escritores. Es fácil de entender. La escritura es un proceso que de algún modo requiere de cierto componente de soberbia. ¿Quiero decir con esto que lo seas? No, pero hemos de reconocer que a veces nos cuesta aceptar la opinión de terceros (aunque la pidamos a gritos), y de ahí que debamos acallar la del crítico interior que llevamos dentro mientras revisamos nuestros textos. Otra cosa es que lo hagamos de la forma correcta.
Puedo imaginarme lo que te ha
costado parir y sacar adelante tú relato, créeme. Yo también escribo, y del
mismo modo que a ti, también me cuesta oír ciertos comentarios que apuntan a
que la trama cojea en tal página o si hay un diálogo o expresión que no es tan
orgánica como yo creía. De ahí que mi recomendación es que cuando te sientes a
corregir tu texto, lo primero que hagas sea cámbiate las gafas de escritor por
las de revisor y presta atención a cada fallo que encuentres. Es el momento de
sacar al lector crítico que llevamos dentro y de repartir cera a nuestro propio
yo para que nuestro relato acabe siendo lo más profesional posible.
No tengas tapujos a la hora de
imprimirlo si no es demasiado largo. Marca en rojo lo que te chirríe.
Lee los diálogos en voz alta, actúa y, sobre todo, subraya todas las
intervenciones que te parezcan poco naturales para analizarlas más tarde. Dale
una vuelta de tuerca a las voces. Si pese a eso, no te generan confianza, ¿cómo
pretendes que convenza a un tercero?
Otro consejo que te doy es que trates
de guardar la máxima distancia con respecto a él. ¿Qué quiero decir con esto?
Pues que te imagines por un momento que trabajas para una editorial, o que te
estás jugando la nota de final de curso en el instituto (me cuesta creerlo,
pero prefiero pensar que no está tan lejos) y que estás corrigiendo el examen
que vas a entregar, o que tienes que dar una opinión crítica sobre el texto que
estás leyendo y defenderla ante un tribunal. Quizá te suene desmesurado, pero te
insto a que hagas un ejercicio mental: cierra los ojos, respira hondo y a
medida que exhalas el aire contenido en tus pulmones lentamente, piensa en la cantidad
de horas que pasas frente al ordenador tratando de sacar tus textos adelante,
de darles brillo para dejarlos lo más pulcros posibles antes de mostrárselos a
tu público. Y ahora dime: ¿No es para tomárselo en
serio?
Otra cuestión a tener en cuenta es
ser lo más crítico posible contigo mismo a la hora de corregir tu relato
(dentro de unos márgenes, tampoco es plan “ser demasiado duros”, pero sí honestos). Te lo digo
porque ese texto a fin de cuentas irá firmado por ti, así que lo mejor será que
hagas el mejor trabajo posible. Ten por seguro que nadie debería ser más sincero
contigo que tú mismo. De ese modo, las críticas y comentarios de terceros sobre
su valor literario serán más adecuadas a lo que esperas.
Mi manera de trabajar es realizar
una escritura casi automática del texto, para en la siguiente sesión, hacerle una
revisión rápida. Eso me deja un primer borrador que me dará una idea de si lo
que tenía marcado en mi hoja de ruta original, producto de mi planificación
previa, corresponde con lo que realmente he escrito.
Entonces, paso a un segundo
borrador, en el que perfecciono aún más el texto. Si te das cuenta, poco a poco,
lo que voy haciendo es reescribir y darle cada vez mejor forma al texto. Ese
proceso me permite encontrar fallos que no había advertido en anteriores
lecturas. El simple hecho de corregirlo y reescribirlo una y otra vez me ayuda
a introducir nuevos elementos que enriquecen la trama. Aparte de que se me
ocurren nuevas ideas, y las frágiles patas sobre las que inicialmente se
sustentaba la primera escritura, poco a poco se van convirtiendo en soportes
cada vez más resistentes hasta obtener el tercer borrador. Otras revisiones irán viniendo más tarde solas a medida que
avance. Mi cabeza no siempre está para producir. No todos los días está por
la labor, así que aprovecho esos días para darle un repaso a lo anterior y
organizar aquellas ideas que quedaron en el aire.
Otra sugerencia es que cuando creas
que has hecho las correcciones suficientes sobre el relato que estés
llevando a cabo y que ya no va a dar más de sí, lo archives durante un tiempo.
Algunos necesitamos una semana, otros dos o tres. Tómate el tiempo que
consideres oportuno para distanciarte del texto. Aléjate de la literatura
durante esos días, queda con tus amigos, disfruta de la familia o aprovecha
para ver la última temporada de tu serie favorita, te lo mereces y te lo has
ganado). Como te decía arriba, es conveniente que imprimas el texto (si es muy
largo, cuando llevéis ya varias correcciones y estéis casi en la definitiva
para no tener que hacerlo varias veces. No es caro, pero tampoco barato, vamos,
que no es plan tener que imprimir dos o tres, que hay que mirar por la pela). Así
podrás leerlo con más calma. Por cierto, ten un lápiz y una goma siempre a
mano. El papel te ayudará a hacer una corrección final más cómoda y sobre todo
más próxima. Poder palpar el texto, te dará más confianza a la hora de “meterle
mano”. Piensa que estás ante una de las últimas revisiones de tu texto, casi la
definitiva y que vas a trabajar a caballo entre el papel y el ordenador en esas
últimas semanas.
El formato físico también te permitirá
levantarte con el libro en la mano y moverte por la habitación y teatralizar
ciertos pasajes mientras imaginas cómo se desarrollarían ciertas escenas en la
realidad. Eso te ayudará a darte cuenta de si realmente funcionan o si aún las
puedes dotar de una mayor naturalidad.
Doy por finiquitado un texto cuando
realizadas las correcciones pertinentes y tomada la distancia oportuna en el tiempo,
tengo la extraña percepción de que no lo he escrito yo. Eso se traduce en que
considero que es bueno.
En cuanto a cómo mejorar en la
corrección de textos, hay dos opciones:
· Formaros.
Hay escuelas y plataformas digitales que ofertan cursos de formación teórica
con ejercicios prácticos que te pueden ayudar a aplicar las normas
ortotipográficas y gramaticales, además de a conocer el modo de manejar mejor
las herramientas que se utilizan en la revisión de textos. Tan solo tienes que
darte una vuelta por la red y buscar información sobre ellas. Si no tienes
tiempo o prefieres escribir, siempre puedes contratar los servicios de un
profesional que tenga los conocimientos necesarios para corregir tus textos con
unas mínimas garantías de calidad.
· Leer
mucho: Existen manuales en el mercado que os brindarán consejos útiles para
mejorar a la hora de revisar vuestros textos. Normalmente, estos manuales
suelen contener demás mucha información sobre cómo escribir, lo que te ayudará
además a darle un mejor acabado a tus obras.
Y con este último párrafo, me
despido de vosotros hasta la siguiente entrada, que estará dedicada a la edición.
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