Alicia López Tarrida nació en Arahal (Sevilla) es una creadora
multidisciplinar que combina la escritura, la pintura y el modelado en arcilla.
Reconocida en certámenes literarios como el Concurso de Cuento Corto del Día de
la Mujer de Espartinas (ediciones VI y VII), ha publicado su primera novela,
"Cómo empezar... Hay un camino interior" (2012), con Editorial
Círculo Rojo, y posteriormente teatro con Editorial Almuzara en su sello
Mascarón de Proa. Compagina su vocación artística con su labor en la administración
de un centro escolar, manteniendo viva su pasión por las letras mientras
prepara futuras publicaciones desde su blog "Adama Naciente".
Alicia, ¿hubo algún libro o autor que despertara en ti esa pasión por las
letras?
Entre mis
libros de cabecera siempre han estado las obras de J.R.R, Tolkien, “El Hobbit”
y la Trilogía “El Señor de los Anillos”. Otros autores como Michael Ende
(“Momo” y/o “La historia interminable”), despertaron en mí esa pasión por el
simbolismo que se refleja en sus obras y en la forma de proceder de sus
personajes.
En
particular mi admiración redunda en la capacidad literaria de Tolkien, en
cuanto a la creación de lenguas de su propia invención, con su particular
gramática, y en la elaboración de los Mapas de la Tierra Media. De hecho he
leído estas obras en varias ocasiones, siempre descubriendo algo nuevo e
imperceptible que no capté en una primera lectura.
Antes de publicar tu primera novela, participaste en concursos literarios,
siendo premiada en dos ocasiones en el Concurso de Cuento Corto del Día de la
Mujer de Espartinas. ¿Qué significaron esos reconocimientos para ti como
escritora?
En aquel
momento supusieron un empuje literario para seguir en esa proyección, en ese
querer compartirme siempre y cuando así lo quisieran las musas, a las que
aclamo cuando creo estar preparada para ese acto de perpetuar la palabra,
dándole luz pública.
En 2012 publicaste "Cómo empezar... Hay un camino interior" con
Editorial Círculo Rojo. ¿Cómo fue el proceso de materializar tu primera novela?
Se vive con
una ilusión muy particular. Desvelar un proyecto, el primero; hacer realidad un
sueño. Llevar, de la idea a la materia, un sentimiento, emociones, un legado…Podría
compararlo con la semilla que brota desde la oscuridad sin saber cómo va a
germinar, cómo va a crecer, a dar sombra o fruto. Vértigo y esperanza en la
espera.
Recuerdo la
primera vez que contemplé ese fruto, mi novela, en el escaparate de una
librería. Me pareció sentir una emoción que ni siquiera era de este mundo. Como
un sueño que se cumple pero, a su vez, como algo que ya no controlas… porque
tiene su propia identidad. Como tener un hijo… (Otro).
El título de tu novela sugiere una búsqueda, un camino de introspección.
¿Qué querías transmitir con esta obra?
El camino de
todo renacimiento es una búsqueda. ¿Desde dónde re-inicio?
En el caso
de la protagonista de la novela, la búsqueda debe ser interna, íntima, desde el
dolor y las heridas que aún sangran puesto que la sanación es el primer paso
para poder adquirir fortaleza, sobre todo y ante todo, espiritual. Sin sanar no
se puede avanzar y el dolor es parte de ese proceso. Una vez que acaricias la
posterior cicatriz y ya no duele, avanzas. Esas son las reglas del juego a la
que la protagonista está sometida y, en esa aceptación, su progreso vital.
Después de la narrativa, diste el salto al teatro publicando con Almuzara
en su sello Mascarón de Proa. ¿Qué te atrajo del género dramático?
Quizás el momento vital que estaba trascendiendo: el duelo tras la
pérdida de mi madre. Las musas (siempre ellas) quisieron que el continúo
diálogo en la consecución y aparición de los personajes, se escenificara en
diversos contextos que facilitaron el guion teatralizado.
En Adama hay drama pero también
risas, las máscaras bien definidas de la tragedia y la comedia, musas ambas de
la dramaturgia. El teatro es buena muestra de un género en el que
planteamiento, nudo y desenlace se pueden gestionar en poco más de una hora.
Tal que así sucede don Adama.
Eres escritora, pero también pintora y modeladora de arcilla. ¿Cómo se
complementan estas disciplinas artísticas en tu vida?
Actualmente
con mayor dificultad pero siempre he encontrado el momento para alternar unas y
otras disciplinas. Pinto por instinto, modelo por pasión, escribo por necesidad
de expresarme y…trabajo en la administración por avatares de la experiencia,
pero me satisface mi trabajo (muchísimo) y, económicamente, es mi sustento. Todo
se complementa; todo se puede, si una quiere.
Confieso que
modelar arcilla es una experiencia única. El barro ordena y yo obedezco. No soy
alfarera; no es mi fuerte la cacharrería, aunque la admiro. Modelo figuras,
personajes que toman sus nombres propios a placer, cuando el fuego los hace
perpetuos y de alguna forma, únicos para la posteridad.
En tu blog "Adama Naciente" compartes reflexiones, poemas y
textos. ¿Es un laboratorio de ideas para futuros proyectos?
Así es… “Adama Naciente”, quiere perpetuarse a
través del conocimiento de lo que somos, en el caso de Adama, los sevillanos. Nací en Arahal y crecí en Montellano, pero
mi adolescencia y madurez pertenecen por entero a la ciudad de Sevilla, aunque
ahora la habite desde una de sus cornisas.
“Adama Naciente”, como blog, pretende ser
un enlace al patrimonio de la ciudad, al conocimiento que guarda incluso en las
pequeñas/grandes cosas, como ejemplo, en la Vidriera de los Evangelistas, en la
Catedral gótica de Santa María de la Sede. Ahí, a través de la contemplación de
esa vidriera, de sus cristales de colores, se desenlazarán un millón de
perspectivas…ese es un futuro proyecto.
Has comentado que "el arte no paga las facturas" y que ya
quisieras dedicarte completamente a él. ¿Qué significa para ti ser artista en
un contexto donde es difícil vivir del arte?
El ARTE,
así, en mayúsculas, se hace por amor. No puedo poner precio al arte porque es
inconmensurable. No se puede medir. Como, en mi caso, no sé poner precio ni sé
calcular el valor de lo que hago, me nutro de la vía administrativa, de mi
entrega a todo lo que ella implica dentro del engranaje de la empresa a la que
me debo, profesionalmente hablando.
Es por esa
consecución de pensamientos y realidades que ya quisiera yo poder vivir de ello,
del arte. Pero ¿no sé hacerlo?... seguramente. Sólo puedo decir que amo lo que
hago. De ahí que confiese que hago arte por amor. Sin más.
Cuando escribes, ¿tienes algún ritual o momento del día preferido?
Mi momento preferido no tiene reloj, no hay tiempo (ni fronteras), con lo
cuál puede ser cualquier momento del día/noche.
En el No-tiempo habita todo lo posible; situada ahí, ante la página en
blanco, cierro los ojos antes de prodigarme en
el teclado. Así conecto mejor con lo que las musas quieren aportar. También hay
“musos”… ¡Jajajaja!, pero ellos suelen asistir, acudiendo a la hora de pintar.
¿Qué autores o corrientes literarias han influido más en tu forma de
escribir?
Sin duda, el
realismo mágico. Isabel Allende, Gabriel García Márquez, Ana Mª Matute… No
creas, también me gusta la novela negra, pero más como lectora.
De pequeña
me bebía todo lo que tuviese que ver con la mitología, las leyendas artúricas, la
prosa misteriosa de Bécquer, los grandes relatos (para mí los son) de J.R.R
Tolkien…una grata amalgama de lecturas.
En tus textos se percibe una sensibilidad especial hacia lo humano y lo
íntimo. ¿Qué temas te conmueven más a la hora de escribir?
Un
particular lirismo… la sinceridad, mi perspectiva, cómo me siento, cómo percibo
en mis células la nitidez de mi pensamiento a partir de lo que vivo.
Siempre me
he prodigado como una libre pensadora, pero para admitir esta verdad, que es
mía, hay que soportar el arduo castigo
de la incomprensión.
No busco que
se me comprenda al escribir, pero sí que
se me sienta y sobre todo, el respeto a la verdad de cada cual; también a la
mía.
Me comparto
(mucho) escribiendo. Intento publicar breves pensamientos utilizando mi perfil
de Instagram. Ahí se puede comprobar que soy netamente humana, con mis luces y
mis sombras… y me comparto porque soy libre. ¿Qué más se puede pedir?
¿Cómo vives el proceso de corrección y revisión de tus textos?
En los
textos de andar por casa, como yo les llamo, y resto de escritos por publicar,
la corrección ortográfica está en manos de la aplicación que esté utilizando.
En mi caso es Word. De la expresión gramatical me encargo yo hasta el momento
final en el que, si procede, pido revisión editorial.
Cuando
publiqué la primera novela, puse el texto en manos de una filóloga.
Para la obra
de teatro, yo misma he adaptado el texto, acotando las escenas y guionizando la
interacción de personajes.
Has mencionado que te nutres de la escritura para futuras publicaciones.
¿Puedes adelantarnos algo sobre tus proyectos actuales?
“La hija del carpintero” es una novela
escrita en 2012 y aún no publicada. Ha sufrido varias correcciones posteriores
y espera el momento de ver la luz.
Es curioso,
repasando el texto en una de mis últimas lecturas me asombré al constatar que
los personajes sólo usan la tecnología para enviar algún que otro SMS. Esto da
muestras de cómo ha evolucionado todo en el contexto social y tecnológico desde
2012 hasta nuestros días.
En otro
orden de cosas, hilvano una nueva novela que necesita de una digestión
constante. En ese proceso estoy…
¿Qué consejo le darías a alguien que, como tú en su momento, sueña con
publicar su primera obra pero aún no se atreve a dar el paso?
Es difícil
dar un consejo cuando la realidad literaria actual es tan permisiva a la hora
de publicar. Para mí es fundamental la calidad gramatical y, por supuesto,
ortográfica. Cuando he publicado siempre he tenido que estar muy segura de
poder aportar algo novedoso al futurible lector, ya sea por ideología o por un
particular punto de vista de la que escribe.
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Escultura del Sombrerero Loco Alicia López Tarrida |
El mundo editorial puede ser desafiante, especialmente para autores
independientes. ¿Qué has aprendido de tu experiencia con Círculo Rojo y
posteriormente con Almuzara?
Con Círculo Rojo, cuantas correcciones
envié, más paciencia recibí. A la hora de maquetar no recibí objeciones de
ningún tipo, incluso haciendo cambios de última hora. Una grata experiencia y,
físicamente, muy buena calidad en el ejemplar físico de la novela.
Mi
experiencia con Mascarón de Proa
(filial de la editorial Almuzara) ha
sido un bálsamo. Date cuenta de que me encontraba en pleno proceso de duelo. Me
facilitaron mucho el procedimiento editorial.
Javier
Barbero Rubio, mi Director Editorial, estuvo a mi disposición cuántas veces lo
necesité por vía telefónica y telemática. La editorial aceptó cada perspectiva,
corrección o cambio de parecer de la autora, además de
no objetar la decisión
de incluir las ilustraciones de mi autoría que, aun siendo teatro, en mi
humilde opinión realzaban el proyecto literario. Muy agradecida.
Infinitas
gracias a mis prologuistas: Salvador Ortiz Serradilla (para la novela) y Regla
Contreras Rodríguez-Jurado (para la obra de teatro), ambos escritores, entre
otras apasionantes habilidades.
¿Crees que la literatura, el teatro y las artes plásticas tienen algo
esencial en común?
Dice La niña de los Peines, en
un pasaje de Adama:
«Te compartes y repartes, y lejos de resumir, se
multiplica el deseo con las ganas de vivir. De ser una con el todo, de cruzar
de puntillas un sueño... taconeando, recitando, bailando, aportando este boceto
en torpe palabrería de la visión de un anhelo ¡Tu desvelo!»
Taconeando,
recitando, bailando, escribiendo, actuando, modelando…En todo cedes parte de tu
esencia, te compartes y repartes, y en el hecho de compartir te sumas al entramado
de la actividad creadora y así, ser una con el todo.
Viviendo en Andalucía, ¿sientes que tu tierra, su luz y su cultura
impregnan de alguna manera tu escritura?
Esta tierra,
su luz, su gente…la cultura, la impronta de todo lo que resistió dejando su
huella en el paso del tiempo y en los habitantes que, a través de él (el
tiempo), nos precedieron.
Impregnada
está mi escritura de todas esas atmósferas, de todos esos colores, sonidos y
sabores que tiene el privilegio de lucir esa Diosa poderosa que se llama
Andalucía.
Si pudieras conversar con un personaje literario, real o de ficción, ¿quién
sería y qué le preguntarías?
Yo
confieso que si bien mi nombre me condiciona, con quien me identifico (en el
loco mundo de las maravillas) es con el Sombrerero,
y no con Alicia.
Preguntaría
al Sombrerero Loco si se arrepiente
de haber matado al tiempo. Al parecer al hacerlo quedó atrapado por siempre en
la fiesta del Té, quedando relegado a una existencia infinita, plagada de
locuras.
Me
aventuro a desvelar su respuesta. Quizás me contestaría con un “¡Feliz, feliz no- cumpleaños!” y una
frase lapidaria: ¡Abrazad vuestra
personalidad única!
Que así
sea, también a la hora de escribir.
Para finalizar, Alicia, ¿qué esperas que los lectores se lleven de tus
obras?
Un punto de
vista que, por inesperado, les cause emoción…la que sea.