viernes, noviembre 07, 2025

ENTREVISTA a María Pareja - Versión escrita por la Presentación de su obra TDAH

María Pareja Olcina (Barcelona, 1981) es doctora en Lengua y Literatura Hispánicas con la calificación de apto cum laude por unanimidad y premio extraordinario, además de licenciada en Ciencias de la Información. Su trayectoria profesional se desarrolla entre el ámbito académico y educativo: ha sido profesora en la Universidad Jaume I de Castellón y desde 2006 ejerce como profesora de Secundaria, obteniendo la plaza de catedrática de Lengua Castellana y Literatura en 2021 en Benicàssim. También es miembro del grupo de investigación TALIS de la Universitat de València.

Su obra "TDAH" destaca por abordar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad de manera cercana y honesta, presentando la historia de Eva, una niña diagnosticada con este trastorno, y su familia a lo largo de diferentes etapas vitales. El libro, ilustrado por José Rambla, cuenta con el respaldo de profesionales de la salud mental como la psicóloga María Mendaña García, Francisca Castellano y José Antonio Hoyos Álvarez, presidente de TDA-H Palencia. La obra incluye una guía práctica para reconocer el TDAH en la adolescencia y se presenta bajo el acrónimo Tenaz, Decidida, Apasionada y Humana, resaltando las cualidades de las personas con esta condición.

¿Qué te llevó a escribir sobre el TDAH después de tu obra PorNoQuererme?

En realidad, TDAH es una obra que me acompaña desde hace muchos años.
Estaba escrita incluso antes que PorNoQuererme, pero algunas historias necesitan tiempo para madurar antes de ver la luz, y este fue el caso.

Una de las razones fundamentales fue mi propia experiencia: sentirme diferente durante gran parte de mi etapa académica y, más tarde, reconocer esa misma sensación en muchos de mis alumnos y alumnas, en adolescentes y en familias que no entendían por qué “funcionaban distinto”.

Este libro nace precisamente de ahí, del deseo de ofrecerles un mundo en el que puedan encajar, donde la diferencia no sea un obstáculo sino una forma valiosa de mirar, aprender y sentir.

¿Hay alguna experiencia personal o cercana que haya inspirado esta obra?

Sí, sin duda. TDAH nace de un proceso generacional que he podido vivir muy de cerca. En mi familia, he visto reflejados los rasgos del TDAH en distintas generaciones: en mi abuelo, en mi madre, en mí misma y también en mi hija. Y, de alguna forma, este libro es un intento de tender puentes entre todas esas experiencias, de comprendernos a través del tiempo.

Sentía una necesidad profunda de entendernos —de entenderme—, porque no puedo acompañar a mis alumnos ni a mi hija si antes no aprendo a mirar con compasión y conocimiento aquello que somos.

Como docentes, como madres y padres, tenemos que recorrer ese camino antes que ellos, para poder darles algunas indicaciones, para que sepan que no están solos.

El libro alterna capítulos entre infancia, adolescencia y adultez de Eva. ¿Por qué elegiste esta estructura narrativa?

Me gusta mucho esta estructura precisamente para un libro como TDAH, porque refleja muy bien lo que significa vivir con esta condición.
Las personas con estas características nacemos así, pero a lo largo del proceso educativo y vital se nos van colgando muchas etiquetas: “distraída”, “impulsiva”, “despistada”, “lenta”... etiquetas que, en algún momento, tenemos que aprender a quitar y a despegar.
Pero, en esencia, seguimos siendo la misma persona.

Quería que el lector pudiera ver cómo el TDAH atraviesa las distintas etapas de la vida —la infancia, la adolescencia y la adultez— y cómo cada una de ellas plantea sus propios retos, pero también sus propias formas de luz.
Por eso el libro tiene una estructura circular: al final, Eva vuelve a ser una niña. Porque comprender el TDAH también es reconciliarse con esa parte de nosotros que siempre ha estado ahí.

Es una historia que se cuece “a fuego lento". ¿Cómo fue tu proceso de escritura?

Sin duda, TDAH es un libro que se ha cocido a fuego lento durante muchos años. Lo he escrito en distintas etapas de mi vida, y creo que cada versión de mí misma ha dejado una huella en sus páginas. Es una historia muy personal, porque conozco bien esta condición y me toca muy de cerca.

Escribirlo ha sido un proceso liberador, pero también de aprendizaje. Me ha ayudado a ordenar ideas, a comprender mejor lo que soy y lo que viven tantas personas que se sienten fuera de lugar.

Poder compartirlo con profesionales como María Mendaña y Francisca Castellano, que aportaron la mirada clínica y científica, y con José Antonio Hoyos, desde el trabajo social y asociativo de TDAH Palencia, ha sido la guinda del pastel.

Para mí era fundamental que las personas con TDAH pudieran verse reflejadas en la historia y sentirse representadas, entendidas y, sobre todo, acompañadas.

¿Cómo fue el proceso de investigación? Veo que consultaste a varios profesionales de la salud mental.

Sí, efectivamente, el proceso de investigación fue maravilloso. A mí, como investigadora, doctora en Lengua y Literatura y también periodista, me apasiona esa fase de búsqueda, de leer, de contrastar fuentes y de comprender a fondo los temas que trato. En este caso, además, no era solo un proceso intelectual, sino también personal: estaba aprendiendo sobre algo que me ayudaba a conocerme mejor, a entender a mis seres queridos y a acompañar mejor a mi alumnado.

Contar con la colaboración de profesionales como María Mendaña, Francisca Castellano y José Antonio Hoyos, que aportaron una visión clínica, educativa y social del TDAH, ha sido fundamental para darle forma y rigor al libro. Gracias a ellos, la obra combina una mirada literaria y emocional con una base científica sólida, lo que la convierte no solo en una novela, sino también en una herramienta de sensibilización y comprensión.


¿Descubriste algo que te resultase revelador durante tu investigación sobre el TDAH?

Descubrí muchísimas cosas.La más importante fue darme cuenta de que aquello que yo creía que solo me pasaba a mí, en realidad lo compartían cientos, miles de personas. Y que no era defectuosa, ni despistada, ni incapaz… simplemente tenía un cerebro que funcionaba de forma diferente.

Comprendí que el sistema académico y social está diseñado principalmente para personas neurotípicas, y que muchas veces quienes tenemos un cerebro diferente vivimos como si estuviéramos en un mundo paralelo.

Entendí que el TDAH no solo implica desafíos, sino también fortalezas: creatividad, intuición, sensibilidad, energía. Que tenemos nuestros propios superpoderes, y que lo verdaderamente importante es acompañar a las personas para que puedan desarrollarlos y brillar con ellos.

Cuéntanos sobre la colaboración con José Rambla, el ilustrador de la obra. ¿Cómo fue trabajar juntos?

Conocí a José Rambla a raíz de una colaboración que estaba realizando mi marido, y enseguida me habló de él con gran admiración. José es una figura fundamental en la provincia, tanto como ilustrador como muralista, y cuando le propuse trabajar en Primavera 2020 supe inmediatamente que quería que fuera el ilustrador de todas mis obras… mientras él quisiera y pudiera.

Tiene una forma muy especial de conectar con la lectura, de captar la emoción que hay detrás de cada palabra.Cada una de sus ilustraciones es una obra de arte en sí misma: no reproduce el texto, lo interpreta, lo amplifica.
Lo más sorprendente es que yo no le doy apenas indicaciones —solo le paso el texto— y él, a partir de ahí, va perfilando imágenes que capturan exactamente el alma de la historia.

Además de ser un artista con una sensibilidad enorme, es un profesional impecable: meticuloso, creativo y muy comprometido con cada proyecto.

Las ilustraciones son fundamentales en la obra. ¿Alguna imagen que te haya calado por algún motivo en particular?

Todas las ilustraciones me parecen fascinantes. Cada una está elaborada con un cuidado inmenso y encierra un mensaje propio, una emoción distinta. Pero hay una en particular que me apasiona: la de la niña durante un examen de matemáticas. En la imagen, ella se queda absorta en una parte del enunciado y empieza a imaginar cómo los personajes de ese problema cobran vida y comienzan a hablarle.

Esa ilustración sintetiza perfectamente cómo puede experimentar el mundo una niña con TDAH, especialmente con el subtipo inatento.

Esa capacidad de ensoñación, de imaginar y conectar con otros planos de la realidad, que a veces se confunde con distracción, en realidad es una manifestación preciosa de su forma de pensar, de su creatividad y de su sensibilidad.

El TDAH es un tema controvertido en la comunidad científica y educativa. ¿Cómo abordaste esta controversia en tu obra?

Creo que poder tratar el tema desde un punto de vista personal y, al mismo tiempo, contar con la colaboración de profesionales como Francisca Castellano y María Mendaña ha sido clave para construir una obra fiel y realista.

Mi objetivo no era alimentar el debate, sino mostrar cómo lo vivimos realmente las personas que tenemos esta condición, desde dentro, con todas sus luces y sombras.

Es cierto que todavía existen voces que ponen en duda la existencia del TDAH, pero las investigaciones, la evidencia clínica y la propia experiencia de quienes convivimos con esta condición dicen otra cosa. Hoy sabemos que es una condición neurobiológica reconocida y que requiere acompañamiento, no juicio.

De hecho, en España ya se refleja en documentos oficiales como Necesidades Educativas Especiales (ACNEE), que recoge el TDAH e incluye medidas concretas para que el profesorado pueda intervenir de manera adecuada en el aula.

Además, las universidades están incorporando esta formación en los grados de educación, lo que demuestra que el sistema está empezando a mirar esta realidad con más rigor y empatía que en generaciones anteriores.

¿Qué mensaje quieres transmitir a quienes cuestionan la existencia del TDAH?

Creo que juzgar aquello que no podemos ver o experimentar es una postura muy limitada, casi infantil.

El TDAH es una condición neurobiológica, y aunque hoy ya existen estudios y neuroimágenes que demuestran que el cerebro funciona de manera distinta, todavía hay personas que lo niegan simplemente porque no pueden verlo o sentirlo.

Pero esto no ocurre solo con el TDAH: como sociedad, seguimos mostrando rechazo hacia aquello que se aleja de nuestra experiencia. A veces lo comparo con la falta de empatía hacia la diversidad sexual. Yo no puedo sentir lo que siente una persona homosexual, pero eso no invalida sus emociones ni su existencia. Con el TDAH ocurre algo parecido: el hecho de no experimentarlo no significa que no sea real.

También hay un ejemplo muy claro en las aulas. Si un alumno se rompe un brazo, nadie le pediría que escribiera una redacción con ese brazo inmovilizado. Sin embargo, durante mucho tiempo, a los alumnos con TDAH se les ha pedido exactamente eso: rendir igual que los demás sin tener en cuenta sus dificultades neurobiológicas.

Eva es tu protagonista. ¿Cómo construiste su personalidad para que resultase tan auténtica?

Eva se construye a través de toda una vida de observación.De la observación de mí misma, de mis alumnas, de adolescentes, de familiares, de mujeres que comparten esa forma de sentir, de aprender y de estar en el mundo.

Cada una de ellas me ha regalado un pedacito de su historia, y al juntarlas a todas, ha nacido Eva.

Quizás por eso resulta tan auténtica: porque es un reflejo de muchas vidas reales que, durante años, no tuvieron voz.

El título TDAH significa "Tenaz, Decidida, Apasionada y Humana". ¿En qué momento surgió esta idea?

El título surgió casi al principio del proyecto.En un primer momento, iba a llamarse Tenaz, Decidida y Apasionada, pero gracias a la recomendación de María Mendaña, añadimos la H, y enseguida supimos que Humana era la palabra que faltaba.

Nos encantó porque definía perfectamente a las personas con esta condición: intensas, sensibles, imperfectas, pero profundamente humanas.

Desde el inicio quise resignificar las siglas TDAH. Las originales —Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad— suelen generar rechazo en niños, adolescentes y familias, porque nadie quiere identificarse con una palabra como “trastorno” o “déficit”. Por eso me parecía importante ofrecer una lectura diferente: que esas mismas siglas pudieran transformarse en algo positivo, en una forma de orgullo y de identidad.

Creo que es fundamental que las personas con TDAH puedan reconocerse y sentirse bien dentro de esta condición, porque comprenderse es el primer paso para mejorar y para vivir con plenitud.

¿A qué público está dirigida principalmente la obra?

La obra está dirigida especialmente a jóvenes y adolescentes, a partir de quinto de Primaria. De hecho, ya tengo lectores de esa edad que la están leyendo y conectando con la historia.

Aunque el público objetivo es adolescente, también me he dado cuenta de que ha llegado con mucha fuerza a adultos, especialmente a mujeres con TDAH, que me han contado que al leerla sintieron una enorme paz interior, la tranquilidad de saberse comprendidas.

Por eso creo que TDAH es una obra intergeneracional. Puede leerse desde distintos lugares vitales: como alumno, como padre o madre, como docente o como alguien que busca entenderse.

En el fondo, es un libro para mirarse con compasión, para comprenderse mejor a uno mismo… y también para que los demás —tu familia, tus compañeros, tus profesores— puedan entenderte un poco más.

Incluyes una guía al final para reconocer el TDAH en la adolescencia. ¿Qué esperas que los lectores hagan con esa información?

La guía, elaborada por Francisca Castellano, profesora e investigadora experta en TDAH, nació de una reflexión compartida: queríamos que las personas que, tras leer la novela, se sintieran identificadas pudieran dar un primer paso para comprenderse mejor.

A veces, la lectura despierta algo, una intuición o una pregunta, y esta guía sirve justo para eso: para ayudar a identificar señales, emociones o patrones que pueden estar presentes sin haber sido detectados.

El objetivo no es diagnosticar, sino acompañar en esa primera toma de conciencia. Si alguien reconoce en sí mismo o en un hijo algunas de las características descritas, la guía le orienta sobre cómo dar el siguiente paso: acudir a un especialista —neurólogo, psicólogo o psiquiatra— y buscar apoyo familiar y académico.

Además, subraya el papel esencial de las asociaciones de TDAH que son espacios de referencia para las familias, ofreciendo orientación, talleres y recursos de enorme valor.

En definitiva, la guía es un puente entre la literatura y la acción.

¿Qué te gustaría que los lectores se llevasen de TDAH?

Me gustaría que, al cerrar el libro, los lectores se quedaran con un deseo: el de construir aulas y una sociedad más empática.Que aprendamos a mirar con comprensión en lugar de con juicio, a ver el esfuerzo que hay detrás de cada niño o adolescente antes de poner una etiqueta.

TDAH no es solo una novela sobre una condición neurológica; es una invitación a entender la diferencia como una forma de riqueza.

 

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