María Pareja Olcina (Barcelona, 1981) es doctora en Lengua y Literatura Hispánicas con la calificación de apto cum laude por unanimidad y premio extraordinario, además de licenciada en Ciencias de la Información. Su trayectoria profesional se desarrolla entre el ámbito académico y educativo: ha sido profesora en la Universidad Jaume I de Castellón y desde 2006 ejerce como profesora de Secundaria, obteniendo la plaza de catedrática de Lengua Castellana y Literatura en 2021 en Benicàssim. También es miembro del grupo de investigación TALIS de la Universitat de València.
Su obra "TDAH" destaca por abordar el Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad de manera cercana y honesta, presentando la historia
de Eva, una niña diagnosticada con este trastorno, y su familia a lo largo de
diferentes etapas vitales. El libro, ilustrado por José Rambla, cuenta con el
respaldo de profesionales de la salud mental como la psicóloga María Mendaña
García, Francisca Castellano y José Antonio Hoyos Álvarez, presidente de TDA-H
Palencia. La obra incluye una guía práctica para reconocer el TDAH en la
adolescencia y se presenta bajo el acrónimo Tenaz, Decidida, Apasionada y
Humana, resaltando las cualidades de las personas con esta condición.
¿Qué te llevó a escribir sobre el TDAH después de tu obra PorNoQuererme?
Una de las
razones fundamentales fue mi propia experiencia: sentirme diferente durante
gran parte de mi etapa académica y, más tarde, reconocer esa misma sensación en
muchos de mis alumnos y alumnas, en adolescentes y en familias que no entendían
por qué “funcionaban distinto”.
Este libro nace
precisamente de ahí, del deseo de ofrecerles un mundo en el que puedan encajar,
donde la diferencia no sea un obstáculo sino una forma valiosa de mirar,
aprender y sentir.
¿Hay alguna experiencia personal o cercana que haya inspirado esta obra?
Sí, sin duda. TDAH nace de un proceso generacional que
he podido vivir muy de cerca. En mi familia, he visto reflejados los rasgos del
TDAH en distintas generaciones: en mi abuelo, en mi madre, en mí misma y
también en mi hija. Y, de alguna forma, este libro es un intento de tender
puentes entre todas esas experiencias, de comprendernos a través del tiempo.
Como docentes,
como madres y padres, tenemos que recorrer ese camino antes que ellos, para
poder darles algunas indicaciones, para que sepan que no están solos.
El libro alterna capítulos entre infancia, adolescencia y adultez de
Eva. ¿Por qué elegiste esta estructura narrativa?
Es una historia que se cuece “a fuego lento". ¿Cómo fue tu proceso
de escritura?
Sin duda, TDAH es un libro que se ha cocido a
fuego lento durante muchos años. Lo he escrito en distintas etapas de mi vida,
y creo que cada versión de mí misma ha dejado una huella en sus páginas. Es una
historia muy personal, porque conozco bien esta condición y me toca muy de
cerca.
Escribirlo ha
sido un proceso liberador, pero también de aprendizaje. Me ha ayudado a ordenar
ideas, a comprender mejor lo que soy y lo que viven tantas personas que se
sienten fuera de lugar.
Poder compartirlo
con profesionales como María Mendaña
y Francisca Castellano, que
aportaron la mirada clínica y científica, y con José Antonio Hoyos, desde el trabajo social y asociativo de TDAH Palencia, ha sido la guinda del
pastel.
Para mí era
fundamental que las personas con TDAH pudieran verse reflejadas en la historia
y sentirse representadas, entendidas y, sobre todo, acompañadas.
¿Cómo fue el proceso de investigación? Veo que consultaste a varios profesionales de la salud mental.
Sí,
efectivamente, el proceso de investigación fue maravilloso. A mí, como
investigadora, doctora en Lengua y Literatura y también periodista, me apasiona
esa fase de búsqueda, de leer, de contrastar fuentes y de comprender a fondo
los temas que trato. En este caso, además, no era solo un proceso intelectual,
sino también personal: estaba aprendiendo sobre algo que me ayudaba a conocerme
mejor, a entender a mis seres queridos y a acompañar mejor a mi alumnado.
Contar con la
colaboración de profesionales como María
Mendaña, Francisca Castellano y José Antonio Hoyos, que aportaron una
visión clínica, educativa y social del TDAH, ha sido fundamental para darle
forma y rigor al libro. Gracias a ellos, la obra combina una mirada literaria y
emocional con una base científica sólida, lo que la convierte no solo en una novela,
sino también en una herramienta de sensibilización y comprensión.
Descubrí
muchísimas cosas.La más importante fue darme cuenta de que aquello que yo creía
que solo me pasaba a mí, en realidad lo compartían cientos, miles de personas.
Y que no era defectuosa, ni despistada, ni incapaz… simplemente tenía un
cerebro que funcionaba de forma diferente.
Comprendí que el
sistema académico y social está diseñado principalmente para personas
neurotípicas, y que muchas veces quienes tenemos un cerebro diferente vivimos
como si estuviéramos en un mundo paralelo.
Entendí que el
TDAH no solo implica desafíos, sino también fortalezas: creatividad, intuición,
sensibilidad, energía. Que tenemos nuestros propios superpoderes, y que lo
verdaderamente importante es acompañar a las personas para que puedan
desarrollarlos y brillar con ellos.
Cuéntanos sobre la colaboración con José Rambla, el ilustrador de la
obra. ¿Cómo fue trabajar juntos?
Conocí a José Rambla a raíz de una colaboración
que estaba realizando mi marido, y enseguida me habló de él con gran
admiración. José es una figura fundamental en la provincia, tanto como
ilustrador como muralista, y cuando le propuse trabajar en Primavera 2020 supe inmediatamente que quería que fuera el
ilustrador de todas mis obras… mientras él quisiera y pudiera.
Además de ser un
artista con una sensibilidad enorme, es un profesional impecable: meticuloso,
creativo y muy comprometido con cada proyecto.
Las ilustraciones son fundamentales en la obra. ¿Alguna imagen que te
haya calado por algún motivo en particular?
Todas las
ilustraciones me parecen fascinantes. Cada una está elaborada con un cuidado
inmenso y encierra un mensaje propio, una emoción distinta. Pero hay una en
particular que me apasiona: la de la niña durante un examen de matemáticas. En
la imagen, ella se queda absorta en una parte del enunciado y empieza a
imaginar cómo los personajes de ese problema cobran vida y comienzan a
hablarle.
Esa ilustración
sintetiza perfectamente cómo puede experimentar el mundo una niña con TDAH,
especialmente con el subtipo inatento.
Esa capacidad de
ensoñación, de imaginar y conectar con otros planos de la realidad, que a veces
se confunde con distracción, en realidad es una manifestación preciosa de su
forma de pensar, de su creatividad y de su sensibilidad.
El TDAH es un tema controvertido en la comunidad científica y educativa.
¿Cómo abordaste esta controversia en tu obra?
Creo que poder
tratar el tema desde un punto de vista personal y, al mismo tiempo, contar con
la colaboración de profesionales como Francisca
Castellano y María Mendaña ha
sido clave para construir una obra fiel y realista.
Mi objetivo no
era alimentar el debate, sino mostrar cómo lo vivimos realmente las personas
que tenemos esta condición, desde dentro, con todas sus luces y sombras.
Es cierto que
todavía existen voces que ponen en duda la existencia del TDAH, pero las
investigaciones, la evidencia clínica y la propia experiencia de quienes
convivimos con esta condición dicen otra cosa. Hoy sabemos que es una condición
neurobiológica reconocida y que requiere acompañamiento, no juicio.
De hecho, en
España ya se refleja en documentos oficiales como Necesidades
Educativas Especiales (ACNEE), que recoge el
TDAH e incluye medidas concretas para que el profesorado pueda intervenir de
manera adecuada en el aula.
Además, las
universidades están incorporando esta formación en los grados de educación, lo
que demuestra que el sistema está empezando a mirar esta realidad con más rigor
y empatía que en generaciones anteriores.
Creo que juzgar
aquello que no podemos ver o experimentar es una postura muy limitada, casi
infantil.
El TDAH es una
condición neurobiológica, y aunque hoy ya existen estudios y neuroimágenes que
demuestran que el cerebro funciona de manera distinta, todavía hay personas que
lo niegan simplemente porque no pueden verlo o sentirlo.
Pero esto no
ocurre solo con el TDAH: como sociedad, seguimos mostrando rechazo hacia
aquello que se aleja de nuestra experiencia. A veces lo comparo con la falta de
empatía hacia la diversidad sexual. Yo no puedo sentir lo que siente una
persona homosexual, pero eso no invalida sus emociones ni su existencia. Con el
TDAH ocurre algo parecido: el hecho de no experimentarlo no significa que no
sea real.
También hay un
ejemplo muy claro en las aulas. Si un alumno se rompe un brazo, nadie le
pediría que escribiera una redacción con ese brazo inmovilizado. Sin embargo,
durante mucho tiempo, a los alumnos con TDAH se les ha pedido exactamente eso:
rendir igual que los demás sin tener en cuenta sus dificultades
neurobiológicas.
Eva es tu protagonista. ¿Cómo construiste su personalidad para que
resultase tan auténtica?
Eva se construye
a través de toda una vida de observación.De la observación de mí misma, de mis
alumnas, de adolescentes, de familiares, de mujeres que comparten esa forma de
sentir, de aprender y de estar en el mundo.
Cada una de ellas
me ha regalado un pedacito de su historia, y al juntarlas a todas, ha nacido
Eva.
Quizás por eso
resulta tan auténtica: porque es un reflejo de muchas vidas reales que, durante
años, no tuvieron voz.
El título TDAH significa "Tenaz, Decidida, Apasionada y
Humana". ¿En qué momento surgió esta idea?
El título surgió
casi al principio del proyecto.En un primer momento, iba a llamarse Tenaz, Decidida y Apasionada, pero
gracias a la recomendación de María
Mendaña, añadimos la H, y
enseguida supimos que Humana era la
palabra que faltaba.
Nos encantó
porque definía perfectamente a las personas con esta condición: intensas,
sensibles, imperfectas, pero profundamente humanas.
Desde el inicio
quise resignificar las siglas TDAH.
Las originales —Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad— suelen generar rechazo en niños, adolescentes y
familias, porque nadie quiere identificarse con una palabra como “trastorno” o
“déficit”. Por eso me parecía importante ofrecer una lectura diferente: que
esas mismas siglas pudieran transformarse en algo positivo, en una forma de
orgullo y de identidad.
Creo que es
fundamental que las personas con TDAH puedan reconocerse y sentirse bien dentro
de esta condición, porque comprenderse es el primer paso para mejorar y para
vivir con plenitud.
¿A qué público está dirigida principalmente la obra?
La obra está
dirigida especialmente a jóvenes y adolescentes, a partir de quinto de
Primaria. De hecho, ya tengo lectores de esa edad que la están leyendo y
conectando con la historia.
Aunque el público
objetivo es adolescente, también me he dado cuenta de que ha llegado con mucha
fuerza a adultos, especialmente a mujeres con TDAH, que me han contado que al
leerla sintieron una enorme paz interior, la tranquilidad de saberse comprendidas.
Por eso creo que TDAH es una obra intergeneracional.
Puede leerse desde distintos lugares vitales: como alumno, como padre o madre,
como docente o como alguien que busca entenderse.
En el fondo, es
un libro para mirarse con compasión, para comprenderse mejor a uno mismo… y
también para que los demás —tu familia, tus compañeros, tus profesores— puedan
entenderte un poco más.
Incluyes una guía al final para reconocer el TDAH en la adolescencia.
¿Qué esperas que los lectores hagan con esa información?
La guía,
elaborada por Francisca Castellano,
profesora e investigadora experta en TDAH, nació de una reflexión compartida:
queríamos que las personas que, tras leer la novela, se sintieran identificadas
pudieran dar un primer paso para comprenderse mejor.
A veces, la
lectura despierta algo, una intuición o una pregunta, y esta guía sirve justo
para eso: para ayudar a identificar señales, emociones o patrones que pueden
estar presentes sin haber sido detectados.
El objetivo no es
diagnosticar, sino acompañar en esa
primera toma de conciencia. Si alguien reconoce en sí mismo o en un hijo
algunas de las características descritas, la guía le orienta sobre cómo dar el
siguiente paso: acudir a un especialista —neurólogo, psicólogo o psiquiatra— y
buscar apoyo familiar y académico.
Además, subraya
el papel esencial de las asociaciones de
TDAH que son espacios de referencia para las familias, ofreciendo
orientación, talleres y recursos de enorme valor.
En definitiva, la
guía es un puente entre la literatura y la acción.
¿Qué te gustaría que los lectores se llevasen de TDAH?
Me gustaría que,
al cerrar el libro, los lectores se quedaran con un deseo: el de construir
aulas y una sociedad más empática.Que aprendamos a mirar con comprensión en
lugar de con juicio, a ver el esfuerzo que hay detrás de cada niño o
adolescente antes de poner una etiqueta.
TDAH no es solo una novela sobre una condición
neurológica; es una invitación a entender la diferencia como una forma de
riqueza.

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