Tu carrera literaria
comienza formalmente en los 2000, pero tu vínculo con la palabra viene de
antes. ¿Cuál fue el detonante que te llevó a escribir?
Provengo de una familia de músicos. Crecí rodeado de
discos y de instrumentos. Tuve una infancia de reuniones familiares en donde
una mesa de comida y de canto surgía de forma natural, casi ineludible. En esa
familia musical no había libros. En mi casa no tuve una biblioteca ni el
ejemplo de tener padres lectores. Por alguna razón, en la adolescencia, comencé
a sentir esa fascinación por los libros y por las librerías, y me convertí
desde los 12 o 13 en un lector incansable. Luego de los 15, formé una banda a
la que le fue muy bien, y en términos de creación artística, esa banda
concentró todos mis esfuerzos e inquietudes. Cuando culminó este proyecto,
quizá sentí una suerte de vacío que tenía que ser llenado. Entonces empezó una
suerte de obsesión por empezar a escribir. Arranqué por los relatos breves.
Participaste de la
Academia Literaria del Colegio San José, formando parte de la academia
literaria de la institución. ¿Qué recuerdas de aquellos años y cómo influyeron
en tu formación?
La Academia Literaria fue un espacio importante para las
letras paraguayas, pero en años anteriores a mi participación, que no resultó
demasiado relevante en mi formación de narrador.
Nobis fue tu ópera prima.
Los 15 relatos que componen está antología están localizados en el barrio de
Las Mercedes de Asunción y acaecen durante la primera década de los 90. ¿Cómo
surgieron esos cuentos? ¿Qué une a las historias de esta colección?
Los relatos de Nobis corresponden a mi primera etapa como
escritor, y guardan relación con la inquietud y búsqueda estética de encontrar
una manera de narrar, y una forma de sonar. Con la excusa de narrar lo
cotidiano en el contexto del barrio donde nací, crecí y actualmente vivo,
busqué alcanzar una voz y relatar lo universal. El hartazgo es universal. El
olvido es universal. La desesperación es universal. Así como las ansias de
sobrevivir, e incluso de morir para evitar el espanto.
¿Cuánto hay del joven Juan Ramírez Biedermann en esta
obra?
El deseo obsesivo de agotar mis posibilidades del
lenguaje.
Con 'El fondo de nadie' (Ediciones
Altazor, 2010) alcanzaste una Mención de Honor en el Premio Nacional de
Literatura del Paraguay. ¿Qué representa para ti esa novela?
Es mi primera novela, y de alguna forma es el ejercicio
de darle tensión y belleza a la extensión de un relato. Hasta ese entonces sólo
escribía cuentos. Con el Fondo decidí expandir las posibilidades de una
narración, con la solvencia que se espera de una novela.
¿Qué temas aparecen con
más insistencia en tu obra narrativa?
La desesperación, la memoria, los silencios agrietados,
el sentido del mal, el placer de la calma.
'Plegaria de penumbras'
fue publicada en Perú y te llevó por Europa en una gira literaria por ciudades
como París, Madrid, Ginebra... ¿Qué recuerdos guardas de ese viaje?
Grandes recuerdos. Presentar el libro en ciudades con una
larga tradición literaria y editorial resultó muy emocionante. Recorriendo se
recauda experiencias y se comprende el mundo de la literatura, desde lo
editorial hasta lo estético.
Mango es lo mejor que he escrito. Es una novela que
condensa todas mis inquietudes, mis pulsiones como narrador, mi desesperación
como artistas, las melodías que busco encontrar como músico. Es un libro que me
llevó diez años escribir, que me arrancó pedazos de vida, y que hoy se deja leer
con soltura y exuberancia.
Más allá de la narrativa
en prosa, has sido premiado también por tu poesía. ¿Qué lugar ocupa el verso en
tu universo literario?
Leo poca y escribo casi nada de poesía. No obstante, me
conmueve mucho leer a Rimbaud, a Panero, a Harold Alva y a otros tantos que se
jugaron la vida en cada verso.
¿Qué es para ti la poesía?
Improvisación sonora. Pulsión impredecible.
¿Cómo combinas tu faceta
de escritor con la de músico? ¿Hay puntos de encuentro entre el lenguaje
narrativo y el del Black Metal?
La música y la literatura van muy unidas. En perspectiva,
cuando doy un paso atrás, me doy cuenta que abordo la composición de una
canción o la construcción de un relato con las mismas inquietudes, con la misma
ansiedad, y con el mismo alivio. Son formas distintas de expresión que,
fácilmente, se cruzan y se enriquecen para elevarse mutuamente.
En 'Les Illuminations',
disco de SABAOTH, abordabas a los poetas malditos desde lo musical. ¿Qué te une
a figuras como Rimbaud o Baudelaire?
Fue un disco conceptual en el que traté de unir el
destino aciago tanto de los poetas simbolistas como de los músicos del Black
Metal. Apenas selección algunos poemas de Baudelaire, Verlaine, Lautréamont con
canciones que estaba componiendo, advertí que el material funcionaría a la
perfección, y que el disco tendría la identidad y la intensidad que buscaba.
Creo que no me equivoqué.
¿Cómo ha cambiado tu forma
de escribir con el paso de los años?
Creo que he evolucionado en el manejo del lenguaje y, con
ello, en la construcción de personajes y relatos. Finalmente, con el
perfeccionamiento del manejo de la lengua se eleva la calidad y profundidad de
la prosa. Es una fórmula infalible.
¿Qué papel juega lo
filosófico en tu obra? ¿Hay una ética o una búsqueda metafísica detrás de lo
que escribes?
La verdad que nunca me puse a pensar en ello. Mango es un
relato acerca de la salvación del hombre, una salvación física, que acude al
instinto de supervivencia más primario del ser humano. A la vez, es un relato
acerca de la salvación espiritual, incluso moral y ética. Debería dejar a
personas que saben de filosofía que interpretan o dibujen alguna interpretación
metafísica de la novela.
¿Cómo ves la escena
literaria actual en Paraguay y en América Latina? ¿Qué voces destacarías en el
panorama literario de tu país?
Paraguay cuenta con narradores muy buenos, y con una
producción destacada. Basta con leer a Rolando Duarte, a Mónica Bustos, a Cave
Ogdon, a Christian Kent, a Rubén Acosta Gallagher, a Javier Viveros, a José
Pérez Reyes, entre otros.
¿Cómo viviste la
invitación al encuentro “Casa tomada” en la Casa de las Américas en La Habana?
¿Qué significó para ti ese reconocimiento?
Fue una semana memorable. Conocí un país velado por el
misterio, por lo mítico, por lo romántico, por el rumor del odio de los
rivales, por el horrible fanatismo de sus dogmáticos. Conocí a la gente de a
pie, sus esperanzas, sus inquietudes, su enorme calidez, su gran pena, su increíble
esperanza.
Tu obra mezcla lo
literario con lo existencial. ¿Qué importancia tienen la memoria y la identidad
en tu escritura?
Casi siempre acudo a la memoria para narrar lo nuevo, lo
impredecible, lo imaginario, lo que intento comprender a través de la lengua y
de su sonoridad.
Has ganado numerosos
premios. ¿Qué significa para ti ese reconocimiento por parte de las instituciones
culturales?
Al comienzo, ganar un premio resulta una suerte de
reconocimiento del trabajo, pero no mucho más. Luego queda la vanidad, el
orgullo que perdura sin demasiado sentido.
¿En qué estás trabajando
actualmente? ¿Hay nuevas obras en camino?
Estoy trabajando en una nueva novela, que seguro
terminaré en algunos años.
¿Qué recomendaciones les
darías a quienes empiezan en el noble arte de la escritura?
Que lean mucho y exclusivamente buenos libros. Que no
lean ni dos páginas de un libro que no les interese, aunque sea muy bueno.
Gracias, Juan, por abrirnos la puerta de tu universo
creativo, donde el arte es puente entre lo humano, lo filosófico y lo vital. Tu
trayectoria demuestra que el metal también puede ser palabra, que la literatura
puede habitar el abismo y que en la reflexión siempre hay belleza.
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