Hoy tengo el placer de abrir las puertas de este espacio a Sisinia Anze, escritora e investigadora boliviana cuya obra se mueve entre la memoria, la identidad y la imaginación con una sensibilidad tan profunda como genuina. Desde la investigación académica hasta la creación literaria, Sisinia ha tejido un recorrido vital en el que la palabra no es solo herramienta, sino también hogar y espejo. En esta charla buscamos adentrarnos en su mundo creativo, conocer sus procesos, sus motivaciones, y descubrir aquello que alumbra su escritura.
Sisinia, ¿recuerdas el primer
momento en que sentiste que la literatura sería parte esencial de tu vida?
Lo recuerdo con nitidez, porque
nació de una experiencia íntima y profundamente dolorosa que redefinió mi
existencia. Mi padre, un lector voraz, cuya pasión por las letras iluminaba
nuestro hogar, perdió casi por completo la vista tras un derrame de mácula.
Presenciar su abatimiento, la sombra de la depresión al verse imposibilitado de
sumergirse en los mundos que tanto amaba, me desgarró. Movida por un impulso
que brotaba del amor que sentía por él, comencé a leerle en voz alta. Aquel
acto se transformó en un ritual sagrado, un puente de palabras entre su atención
al escucharme y mi voz. Con el tiempo, esas lecturas le ofrecieron momentos de
entretenimiento y compañía, y además encendieron en mí una chispa inesperada.
Fue como si alguien hubiera accionado un interruptor, y la luz de la
imaginación, siempre latente, inundara mi ser. Mi padre, con su sensibilidad
intacta, percibió esa metamorfosis y comenzó a alentarme a escribir. Yo, sin
embargo, me resistía, atenazada por la duda, por el temor a no estar a la
altura. Hasta que una madrugada, a las tres, una urgencia irrefrenable me
despertó. Me senté frente a la computadora y, casi en un trance, tejí el primer
capítulo de lo que se convertiría en mi ópera prima. Desde ese instante, la
escritura se ancló en mi vida, no solo como un acto de amor, sino como un
verdadero renacimiento personal.
Tu carrera combina la
investigación y la creación literaria. ¿Cómo dialogan estas dos facetas en tu
día a día como escritora?
En tus obras se percibe una sensibilidad particular hacia la memoria y el tiempo. ¿Qué lugar ocupa la memoria en tu forma de construir historias?
La memoria no es solo un
componente de mis historias; es su alma misma, el hilo invisible que las
hilvana y les da sentido. Busco con ahínco rescatar y preservar aquellas
narrativas de mi país que el tiempo y, a menudo, la indiferencia ha relegado al
olvido, especialmente esas voces silenciadas, esos ecos perdidos en los
recovecos de la historia oficial. A través de mis personajes y las tramas que
urdo, intento devolverles su voz, su dignidad, su merecida visibilidad en el
gran tapiz de nuestro pasado colectivo.
¿Cuál ha sido la obra que más te
ha desafiado escribir y por qué?
Sin duda alguna, Juana
Azurduy – La Furia de la Pachamama representó un desafío monumental.
Abordar la vida de una heroína nacional de su talla exigía un profundo respeto
y una comprensión cabal de su legado, como también una humildad reverente ante
su figura. Al ser un emblema tan arraigado en el imaginario colectivo,
cualquier interpretación debía ser escrupulosamente fiel y profundamente justa,
un equilibrio delicado entre la verdad histórica y la resonancia emocional que
su historia merece.
Se dice que los escritores
escribimos los libros que necesitamos leer. ¿Hay alguna obra tuya que sientas
especialmente como un refugio propio?
En tu trayectoria como
investigadora has explorado aspectos profundos de la cultura boliviana. ¿Cómo
influye esa conexión en tu literatura?
A través de la ficción,
entrelazada con la hebra de la historia y la riqueza de nuestra cultura, busco
rescatar las gestas heroicas, las voces silenciadas, las fortalezas que también
son pilares de nuestro pasado. Escribo para reconstruir la memoria desde un
lugar de dignidad y empoderamiento, porque estoy convencida de que solo así
podremos forjar generaciones que se reconozcan con orgullo en su historia y
trabajen con fervor por un país con un futuro vibrante.
¿Cómo vives el momento de publicar, ese tránsito de lo íntimo a lo compartido? ¿Qué emociones se despiertan en ti?
Publicar es, en esencia, un acto
de profunda vulnerabilidad, un desnudar el alma ante el mundo. Es como entregar
un fragmento de tu ser más íntimo, con la esperanza temblorosa de que los
lectores conecten con tus palabras, de que encuentren un eco de sus propias
vivencias en las tuyas. Es una vorágine de emociones: la euforia del logro, el
nerviosismo ante el juicio ajeno y, sobre todo, una esperanza luminosa de que
la historia encuentre su camino y toque otros corazones.
La literatura boliviana vive un
momento de gran efervescencia. ¿Qué mirada tienes sobre la escena actual y
hacia dónde crees que se dirige?
Percibo la literatura boliviana
actual como un río caudaloso en pleno proceso de renovación y expansión. Están
emergiendo nuevas voces, audaces y diversas, que exploran con valentía un
amplio abanico de géneros y temáticas, desafiando convenciones y abriendo
senderos inéditos. Tengo la convicción de que nos dirigimos hacia una
literatura cada vez más plural, más inclusiva, y profundamente representativa
de la asombrosa diversidad cultural que define a nuestra nación. Es un
horizonte prometedor y estimulante.
En todo proceso creativo hay
momentos de duda. ¿Qué haces cuando la inspiración parece esquiva? ¿Tienes
algún truquillo que te sirva para reencontrarte con la escritura?
Cuando la musa decide tomarse un
respiro y la inspiración parece esquiva, mi refugio es la lectura, la
investigación o, simplemente, el silencio introspectivo. A veces, el acto de
desconectarme conscientemente del proceso creativo, de permitir que la mente
vague por otros parajes, es precisamente lo que me permite regresar con una
perspectiva renovada, con la mirada limpia para reencontrar el hilo narrativo y
retomar el diálogo con mis personajes y sus mundos.
Has participado en diferentes
antologías de cuentos a lo largo de tu carrera literaria, entre las que destaca
la Antología de Cuentos Extraordinarios de Bolivia de Adolfo Cáceres. En tu
extensa experiencia como relatista, ¿qué ingredientes ha de tener un buen
relato para que cale en el lector?
Un buen relato, para que
realmente resuene y perdure en el alma del lector, debe estar imbuido de una
autenticidad visceral, debe palpitar con emoción genuina y establecer una
conexión profunda con la complejidad de la experiencia humana. Necesita ser un
espejo y una ventana, provocando no solo la reflexión intelectual, sino también
una empatía que trascienda las páginas y se instale en el corazón.
Mirando atrás, ¿qué evolución has visto en tu estilo como escritora desde la publicación de El abrigo negro (2009) hasta La Casona (2018)?
Siento que mi escritura ha
madurado, ha ganado en conciencia y profundidad. Si El abrigo negro fue
una exploración gozosa de los territorios de lo fantástico, una inmersión en la
magia que subyace a nuestra realidad, La Casona representó una
zambullida en las complejidades del alma humana, un viaje hacia los laberintos
psicológicos de mis personajes. Pero el camino no termina; continúo aprendiendo
con cada palabra, continúo evolucionando con cada historia, continúo explorando
con la misma pasión del primer día.
He leído algunos poemas tuyos que
me han cautivado. Para mí sería un honor si nos dejases unos versos como
impronta de tu visita a este espacio, ¿qué me dices?
Será un placer compartir un
fragmento de mi alma poética con ustedes. Aquí les dejo estos versos:
Bajo tu piel
Una pregunta incómoda: ¿de cuál
de tus obras te sientes más orgullosa?
Cada obra es un hijo del alma,
con su propia esencia y su intransferible razón de ser. Sin embargo, si debo
señalar una, Juana Azurduy – La Furia de la Pachamama representa
un hito particularmente significativo en mi trayectoria. Me permitió sumergirme
en las profundidades de nuestra historia nacional con una intensidad renovada
y, sobre todo, rendir un homenaje sentido y necesario a una figura emblemática cuya
fuerza y coraje continúan inspirándonos.
A lo largo de tus obras has
explorado distintas dimensiones humanas. ¿Qué temas o emociones sientes que se
han convertido en un hilo conductor en tu obra narrativa?
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