martes, mayo 13, 2025

10 PREGUNTAS a Miguel Amador - Versión escrita

Hoy nos acompaña en Mi experiencia como escritor Miguel Amador, autor gaditano de prosa y poesía. Un hombre que ha viajado desde la Costa de la Luz hasta los cielos nublados del Reino Unido para continuar tejiendo con palabras un puente entre dos mundos. Nacido en Cádiz y actualmente residente en Colchester, este escritor ha sorprendido con su ópera prima Para Lucía, una obra íntima, lírica y muy humana. Hoy hablamos con él sobre el proceso de creación, las dificultades del mundo editorial, sus raíces andaluzas y el lugar que ocupa la escritura en su vida.

Miguel, gracias por acompañarnos. ¿Qué te parece si vamos con la primera pregunta?

Vamos allá. Si hay que empezar por algo, que sea por el principio.

¿Cómo nace Para Lucía?

Para Lucía nace de la idea de soledad y pérdida, pero sobre todo de soledad. La soledad es algo que yo personalmente siempre he valorado mucho, sobre todo en determinados momentos del día. Creo que siempre la he percibido como un regalo. Sin embargo, en mi trabajo escucho casi a diario historias de personas que no tienen tan buena relación con su soledad, tal vez porque, en la mayoría de esos casos, les ha sido impuesta.

Una tarde en mi trabajo, veíamos una película; en inglés se llama Hobson’s Choice. Una película de 1954. En ella hay una escena donde el protagonista se queda pasmado mirando a la luna reflejada en un charco del suelo. Pero, sin más, esa interacción entre el protagonista y la luna quedó ahí. Y yo, no sé explicarte el motivo, pues me quedé con ganas de un poco más de esa interacción. Una interacción que, en mi cabeza, debía ser mágica, única y muy íntima del protagonista.

¿Recuerdas el momento en que supiste que esa historia debía ser escrita?

Desde hace unos tres o cuatro años que empecé a escribir, digamos que de una forma más seria, cada vez que se me ocurre una idea o cada vez que sueño algo determinado, suelo tomar apuntes rápidamente. Anoto ciertos puntos clave que me ayudarán a recordar la idea y escribirla. Con Para Lucía, creo que apenas me hizo falta apuntar nada. En cuanto llegué a casa me puse a escribirla, y casi que me salía sola. Tal vez fue eso lo que me dijo que la historia debía ser escrita.

¿Qué lugar ocupa la luna en tu imaginario literario? ¿Es símbolo, promesa o destino?

Por alguna razón, la luna siempre me ha inspirado mucho respeto. Y, por el contrario, siempre me he sentido atraído por ella. En todas sus formas: nueva, creciente, menguante… Y ni qué hablar de su cara oculta. ¿Cuántas cosas puede inspirar su cara oculta? Como quien siempre tiene algo que esconder. Tal vez esté todo tan oscuro en ese lado, que ni ella misma sepa lo que oculta. Pero sin duda, lo que más me fascina de ella es su luz, luz que ni siquiera es suya. Y en un momento la ves plateada, como limpia, y en otro dorada, como melancólica; o anaranjada y enfurecida. Luego, hay otros momentos en los que le da por no aparecer, y ya está.

Sin duda la luna es símbolo. Símbolo de luz y oscuridad, de contradicciones. Y es símbolo de esa soledad que antes hablaba. Y también es la promesa eternamente mantenida. Pero no destino. Nunca he visto a la luna como destino. No tiene que hacer frio allí arriba… Para eso se la dejo a los americanos. Yo, como destino, me quedo con cualquier rincón de Cádiz.

Tu novela se percibe un estilo ya marcado, que ayuda a acercarse con su autor. ¿Cómo encontraste tu voz como escritor en este primer libro?

Creo que escribo como me sale; quizá como me gustaría hablar. No destaco precisamente por mi elocuencia verbal. Es más, me considero una persona de argumento torpe. Tal vez, sea eso fruto de una personalidad algo introvertida. No lo sé. Respecto a cómo encontré mi voz como escritor en mi primer libro, imagino que será el resultado de las lecturas que he hecho, y que hago, y de haber escrito un poco antes de publicar nada. Antes de publicar Para Lucía, escribí otras dos novelas que nunca llegaron a publicarse. Una de ellas recibió ofertas de al menos tres editoriales distintas, pero creo que nunca estuve seguro ni me sentí identificado con la forma en la que estaba escrita.

En tu perfil de IG dejas pequeños relatos y frases con una gran carga poética, ¿Qué te inspira tanto para poder escribir casi a diario?

Pues creo que lo que me inspira realmente es salir, leer, ver, escuchar. Casi cualquier anécdota o situación que ocurra alrededor puede ser un relato, una frase o una historia; la diferencia está en la forma de capturarla.

Vives en Colchester, pero naciste en Cádiz. ¿Cómo dialogan tus raíces gaditanas con tu vida actual en Reino Unido?

Pues la verdad es que de forma fluida. Se entienden muy bien. A veces discuten, como buenas hermanas, pero al final del día siempre se reconcilian.

¿Crees que la distancia de tu tierra ha influido en la sensibilidad o nostalgia que destila tu obra?

Sin duda. Por el momento, aquí, en Reino Unido, es donde tengo mi vida. Aquí me he casado, y aquí, al igual que mi primer libro, va a nacer también mi hijo. Estoy muy feliz. Aunque soy consciente de que, en mi obra, por lo general, hay un notable peso nostálgico, y, en determinado momento, hasta pesimista. A menudo hablo de la pérdida, de la muerte, de la ansiedad, del resentimiento, … Y son temas que no fuerzo. No me levanto un día y pienso “hoy voy a escribir sobre mi muerte”. Me salen, sin más. Y estoy convencido que es un síntoma de esa distancia, de esa separación de mis raíces y de mi familia.

¿Cómo es tu rutina de escritura? ¿Eres metódico o de los que escriben cuando llega el
impulso?

Soy muy de por la mañana. Me gusta levantarme temprano y escribir si tengo alguna idea entre manos. Si no la tengo, pues escribo mis propios pensamientos. Y también leo. Me gusta dejar unos minutos largos para leer en la mañana antes de ir a trabajar. Y no me considero metódico. Paro cuando estoy cansado, escribo cuando sé que me voy a divertir o cuando lo necesito; que es prácticamente cada día. Tal vez sería metódico si me dedicase profesionalmente a esto. Pero no es el caso.

¿Tienes algún refugio a la hora de escribir?

Sinceramente, creo que el refugio está tan solo en mi cabeza. Siempre llevo conmigo una libreta, un bolígrafo, y, por supuesto, mi teléfono móvil. Tengo mi correo electrónico lleno de borradores con historias, frases, relatos... Escribir realmente me gusta hacerlo casi en cualquier parte. Por decir algún lugar, me gusta mucho escribir en un pub o una cafetería, donde hay gente alrededor. Puede sonar raro, pero soy mucho de mirar las expresiones de la gente, sus movimientos, sus formas de sentarse; de oír sus tonos de voz. Luego, es cierto que, para darle forma, para corregir y pulir, prefiero lugares tranquilos y en silencio.

¿Un rincón especial, una música, una hora del día?

Un rincón especial siempre es Cádiz. Una música: para escribir prefiero el silencio o bandas sonoras solo instrumentales de fondo; para escuchar así diariamente, sin duda me quedo con el Carnaval de Cádiz. Para una hora del día, me quedo o con la mañana o la hora a la que salgo del trabajo…

¿Qué papel ha jugado la memoria personal en la construcción de los personajes de Para Lucía?

Bueno, tengo que decir que los personajes de Para Lucía, los poquitos que salen, son todos ficticios, claro está, pero todos han sido modelados por mi propia experiencia personal. Y creo, o espero, que si se les presta la atención que requieren, se puede ver en ellos plasmada a gran parte de nuestra sociedad. A nivel personal, Fernando, por ejemplo, ha sido bautizado así en honor a mi padre. Cuando imaginé físicamente al personaje (su cara, sus expresiones, sus movimientos, e incluso su carácter), claramente estaba pensando en mi padre. Por suerte para él, solo se parecen en eso.

¿Qué autor o autora podría decirse que ha marcado tu vida?

Más que los propios autores o autoras, lo que ha marcado mi vida han sido sus obras. Y es que como un autor que me acompañó en mi juventud, podría decirte Tolkien. Pero realmente considero que fueron sus obras las que fueron conmigo, El Hobbit y El Señor de los Anillos.

Cada vez que leo un buen libro, o una buena historia, un trocito de ella queda en mi corazón, si no para siempre, al menos sí por mucho tiempo. Por el impacto que sus obras han tenido en mí, también destacaría sin duda a autores como Pérez-Reverte, Carmen Laforet, Dante, García Márquez, Tolstoi, Antonio Gala, Neruda… Y, por supuesto, Cervantes.

¿Cómo fue el camino desde terminar el manuscrito hasta verlo publicado? ¿Te encontraste con muchas puertas cerradas?

La verdad es que no. Tal vez tuve buena suerte y lo envié a la editorial adecuada. Cierto es que el manuscrito de Para Lucía lo envié a tres editoriales, y de las tres solo me respondió la editorial Exlibric. Y ellos desde el principio me lo pusieron muy fácil. Entiendo que publicar un libro cuando no te conocen ni en la librería del barrio puede ser una tarea difícil, frustrante y desesperante. Después de terminar tu obra, una obra en la que has invertido meses y meses de esfuerzo, tener que ponerte a seleccionar la editorial adecuada y redactar una especie de currículo literario, es, cuanto menos, pesado. Especialmente cuando las probabilidades de que, ya no que no te den una respuesta, sino que ni siquiera abran tu propuesta son muy elevadas. Es la época que nos está tocando vivir. 



¿Qué opinas del panorama editorial actual? ¿Crees que las editoriales están abiertas a voces nuevas o prima la rentabilidad?

Tan solo puedo hablar desde mi experiencia y humilde opinión personal, y personalmente creo que hoy en día hay muchísima oferta para tan poca demanda. Se escriben y publican miles de libros a la semana, y la mayoría de ellos acaban en poco tiempo almacenados en la estantería, en la sección de “sueños que se cumplieron a medias”. Con tanta cantidad, creo que es imposible por parte de una editorial el prestarles el tiempo y esfuerzo de promoción que un libro requiere. Una editorial, al fin y al cabo, es una empresa, un negocio, y es comprensible que no quiera perder dinero. Invertir en el libro de un autor o autora que recién empieza, es un reto, pero también un riesgo. Y en muy contadas veces sale rentable. En la mayoría de los casos, salimos autores cuyas obras apenas sobreviven al tiempo. Por lo general, las editoriales que apuestan por nuevas voces son editoriales aquellas que trabajan la coedición, o la edición bajo demanda. Y gracias a ellas, muchas personas con almas de autoras podemos intentar hacernos un huequito.

¿Tuviste alguna experiencia frustrante o reveladora con editoriales que puedas compartir?

Sí, alguna que otra. Aunque no fueron a la hora de publicar Para Lucía.

La primera novela que intenté publicar era una novela de genero fantástico. La historia, cuando la recuerdo me sigue gustando mucho hoy día. Pero, incluso entonces, que era ella la primera y yo iba todo ilusionado e ingenuo, era consciente de mis limitaciones, y de sus carencias. La valoración que recibí por parte de esa editorial me encantó, me hizo sentir el futuro premio nobel de literatura. Ponía al manuscrito por las nubes, nunca mejor dicho (es que la historia sucedía en las nubes, ja ja). Y aunque la valoración me subió la moral en un principio, siempre tuve la mosca detrás de la oreja, porque yo mismo veía que la estructura de mi obra no era consistente, que tenía demasiados errores de principiante. Veía que le faltaban varios meses o años de cocción.

Me mandaron el contrato y me dijeron de presentar el libro en el plazo de un mes, sin siquiera haberse realizado las correcciones mínimas de estilo y ortotipográficas. Además, el contrato mencionaba varias veces la posibilidad de llevar la historia al mundo cinematográfico. O sea, todo una maravilla. Sonaba todo demasiado bien, y fácil. Entonces me puse a rebuscar por internet, y, efectivamente, encontré, a tiempo por suerte, muchísimos comentarios negativos sobre esa editorial.

Así tengo al menos un par de ellas.

¿Te ha tentado alguna vez la autopublicación o crees que el respaldo editorial es indispensable?

No creo que sea indispensable. Lo hace más cómodo para el escritor, quizá. Aunque, incluso publicando con editoriales, hoy en día el autor o autora debe hacer un esfuerzo más allá de escribir la obra, y trabajar codo con codo con la editorial en la edición y promoción del libro. Y es que, como hemos mencionado antes, las editoriales actualmente publican decenas de libros cada semana. Si no quieres que el tuyo caiga rápidamente en el olvido, más te vale moverte. Así que, sí, de alguna forma lo hace más cómodo, pero no es indispensable. Y tampoco creo que publicar a través de una editorial deba ser sinónimo de calidad, ni mucho menos. No al menos hoy en día. Yo la verdad es que nunca me lo he planteado, porque no creo que lleve en esto tanto como para sopesar otras alternativas, y estoy contento con el trato recibido por parte de la editorial Exlibric.

En este proceso, ¿qué has aprendido sobre ti mismo como escritor y como persona?

Como escritor diría que lo que he aprendido en el proceso de escribir es que aún me queda muchísimo por aprender. Que con una formación no basta, que con leer un libro no basta, que con saberse las reglas ortográficas y gramáticas no basta; que escribir puede ser un don para aquellos que lo tengan, y un juego complejo, pero enriquecedor, para aquellos interesados en contar algo. He aprendido que dar en la tecla con la expresión deseada, con esa palabra buscada, con esa descripción ansiada, tira por tierra el dicho “una imagen vale más que mil palabras”. Que maravilla cuando das con ella.

Y como persona, el proceso me ha enseñado que yo tal vez no tenga ese don de la palabra que tienen los grandes, pero sí que tengo las ganas de mejorarme a mí mismo cada día. Que tengo una cierta sensibilidad, especial a mi entender, y que siempre estuvo latente, para ver y escribir sobre cosas. Desde que empecé a escribir hace algunos años casi a diario, desconozco el aburrimiento. Y me ha permitido conocerme más y mejor a mí mismo. Digamos que escribir me permite amueblar y ordenar los pensamientos en mi cabeza.  

¿Qué te ha enseñado Para Lucía sobre el silencio, la espera o el tiempo?

¡Vaya! Me encanta la pregunta. Sobre el silencio, Para Lucía me ha enseñado que, si no lo desea, puede llegar a enloquecer a una persona hasta el punto de creer hablar con un cuervo o con la luna. Sobre el tiempo, me ha enseñado que eso de que “todo lo cura” es una de las mayores mentiras que jamás nos han contado. Que para quien espera algo que nunca sucede el tiempo casi no pasa, manteniendo el dolor tan vivo como el primer día.

Escribir Para Lucía me ha ayudado a entender de otra forma lo frágil y lo perseverante, lo contradictorio, que puede llegar a ser el ser humano.

¿Cómo reaccionó tu entorno más cercano al leer tu obra por primera vez?

Pues, aunque, como ya he dicho, ya había escrito otras historias o novelas antes de Para Lucía, nunca había mostrado nada a nadie. Para Lucía, es la primera obra que publico, pero también la primera obra mía que mi entorno más cercano ha leído. Antes de convertirla en libro, antes de hacerla novela corta, era un relato largo, de unas seis páginas. Me gustaba jugar con ella, e ir cambiándole y añadiéndole cosas nuevas. Un día, porque sí, decidí enviárselo a un amigo, se lo enseñé a mi mujer y se lo envié también a mi madre (los tres con criterio. Sabía que no me dirían un simple “que bonito”). Y les gustó a los tres. Y como a mí también me gustaba, y no sentía el mismo miedo por mostrarla al mundo como había sentido con otras historias, me animé a publicarla. Pero era consciente de que un libro de seis páginas es imposible. Así que me puse a engordar la historia, sabiendo que no quería añadir cosas de relleno y porque sí. Entonces, cambié al narrador, despedí al que tenía antes, que era uno de esos que todo lo saben, y que hablan hasta de la ropa interior de los personajes, por un cuervo que narrara la historia desde su punto de vista, y que interviniese en algunos momentos clave. Y añadí también el personaje de Lucía, para así darle más emotividad a la obra. Y tal fue la relevancia que fue adquiriendo Lucía en el desarrollo de la obra, que entendí que debía ser su nombre lo que predominase en el título de la misma. 

Ya una vez publicada lo leyeron el resto de mis familiares, y algunos amigos. Y sus reacciones sobrepasaron cualquier expectativa que pudiera haber tenido. Y, sinceramente, con eso ya está más que pagado todo mi esfuerzo.

¿Tiene la nostalgia de tu tierra un papel fundamental en tu obra?

Sí. Cádiz está latente en cada capítulo. Aunque no se la menciona, yo puedo sentirla. Y la visualizaba a medida que describía los pasos de Fernando. Su humedad y su olor a mar sobresale en cada línea.

¿Qué proyectos tienes en mente ahora que has dado este primer paso? ¿Habrá una segunda novela?

Mis proyectos actuales relacionados con la literatura son varios. Por un lado, como ya hemos hablado, me puse el reto de escribir y publicar cada semana en mi cuenta de Instagram relatos cortos, frases, poemas o reflexiones. Y de momento no he faltado a mi palabra. Por otro lado, acabo de finalizar mi formación en corrección profesional y ortotipográfica. Me gustaría así dedicarme de otra manera al mundo de los libros. Además, esta formación me esta ayudando mucho a mejorar mi propia forma de escribir. Y, por último, sí, estoy inmerso en una segunda novela. Una historia distinta a Para Lucía. La empecé hace ya varios meses, parece que es de cocción más lenta que Para Lucía, pero ahí va. Me tiene muy motivado.

¿Qué consejo le darías a un escritor que mantiene su primer manuscrito en un cajón por miedo al juicio ajeno?

Le diría que lo entiendo perfectamente, que a mí también me sigue envolviendo a veces ese sentimiento, ese vértigo a exponerse desnudo ante los demás. También le diría que piense en qué le motivó a escribir. Si su motivación desde un principio fue solamente la de crear, que no es poco, y nunca tuvo la necesidad de publicar, pues que continúe escribiendo. Pero si siempre tuvo las ganas de escribir para ser leído, pues que se atreva, que salte a la piscina. Siempre puede ayudar, antes de publicar, enseñarlo a personas de confianza, o incluso a desconocidos. Estos podrían de alguna forma asesorarle, darle su opinión y ver qué mejorar y qué pulir de la obra. Ya será cuestión suya escuchar o atender a las opiniones que quiera escuchar o atender.  

Y para terminar, si Para Lucía pudiera convertirse en otra cosa —una canción, una película, una serie—, ¿qué te gustaría que fuera?

Bueno ya verla publicada en un libro no es poco, pero si me permites soñar, pues siempre, desde el momento en que empecé a crearla, me la he imaginado como un cortometraje, tal vez de animación. No sé por qué, pero siempre me ha parecido que tiene la atmósfera oscura de esos cortometrajes emotivos en los que los personajes casi no hablan y siempre hay una musiquita sonando de fondo (un violín o un piano) La verdad, es que sería muy entrañable ver Para Lucía de esa forma.

Gracias, Miguel, por compartir con nosotros este ratito. Desde este espacio seguiremos con atención esa senda literaria que estás construyendo y celebramos que Cádiz siga pariendo lunas (y escritores) que sepan iluminar nuestro camino con palabras.

 Gracias a ti, Leo, por compartir este ratito conmigo.

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