Hoy tenemos el placer de conversar con Isabel Galindo Rojas, escritora gaditana, historiadora y autora de la novela Cuando todo se volvió acuarela, un texto que mezcla lo sensible, lo narrativo y lo humano desde una voz que trasciende el más allá. En su blog, ioescritora.com, Isabel reflexiona sobre la escritura, el autoconocimiento y la vida misma, compartiendo sus procesos, aprendizajes y emociones con una transparencia que conmueve. Esta entrevista busca acercarnos a su mundo creativo, a su método de trabajo y a esa manera tan suya de ver la vida a través de las letras.
¿Recuerdas ese momento
preciso en el que sentiste que querías dedicarte a escribir “de verdad”?
Sí, desde
luego. En realidad fue una sensación que estuvo en mí desde niña, pero nunca me
atreví a hacerlo realidad porque no me veía capaz: pensaba que, si requería un
esfuerzo, era porque yo no tenía talento, así que nunca lo valoré como una
opción real para dedicarme a ello. Cuando murió mi padre, las dudas y la
inseguridad seguían en mí, pero en esos momentos yo creo que él me dio la
fuerza para intentarlo y, como dices, escribir “de verdad”.
Desde niña escribías
cartas a tu maestro en folios bonitos que le cogías a tu padre de su porfolio
de piel. ¿Qué había en la escritura que no encontraste en la palabra hablada?
Seguridad. Escribir me
da la seguridad de decir exactamente lo que quiero decir, cosa que no me ocurre
a la hora de hablar. A veces me meto en jardines, o en ese momento no soy capaz
de encontrar esas palabras justas para definir o contar algo. Me siento mucho
más cómoda y segura comunicando desde la palabra escrita.
¿Qué te llevó a
estudiar Historia y Estudios Hispánicos, y de qué forma esa materia se proyecta
en tus historias actuales?
La verdad es que
estudié Historia por dos motivos: por descarte (porque Psicología no la había
en Cádiz por entonces) y porque, en mi desconocimiento de la profesión,
pretendía dedicarme a la Arqueología, cosa que descarté a mitad de la
licenciatura, o incluso antes; pero es una carrera bonita, y la disfruté mucho.
El master en Estudios Hispánicos lo hice por ampliar el currículum, y porque me
atraía mucho estudiarlo, ya que no había hecho la carrera de Filología hispánica.
Luego, me decanté por la especialidad de la Constitución de 1812, por motivos
laborales. El haber estudiado Historia me ha proporcionado una visión global
del mundo, cómo interpretarlo y ser capaz de ver venir ciertos acontecimientos.
Y aunque no observo nada de ello específicamente en mis escritos, sí que está.
Al final, esos estudios me aportaron una forma de captar y ordenar mi cabeza, mis
pensamientos y eso, de alguna manera, se trasmite a la forma en la que escribo.
Has trabajado muchos
años en hostelería. ¿Qué enseñanzas de ese mundo has volcado en tus personajes?
Me ha hecho comprender
al ser humano, en todos sus aspectos, pero sobre todo en los negativos. Cómo de
ruin, de miserable, de mala persona se puede llegar a ser en ambientes o
círculos pequeños, y cómo hay ciertos entes que intentan usar su creencia del
“todo vale” para humillar a otro ser humano porque sí. Aprendí mucho, también de
la bonhomía del ser humano, que también existe, y me vino muy bien todo ese
aprendizaje, tanto para mi vida personal como profesional que, al final, es con
lo que me quedo. Agradezco cada experiencia, porque me han hecho ser quién soy
hoy.
¿Cómo nacen Doña
Angustias Ansiedades y Lola Aliloi y qué representan dentro de tu universo
narrativo?
Doña Angustias
Ansiedades nace con la idea de explicar en tono de humor cómo es una persona
con problemas de ansiedad: cómo ve el mundo, cómo vive en él, cómo le afectan
los distintos acontecimientos, etc. A Lola Aliloi la creé para que le hiciera
compañía, y decidí que debía ser todo lo contrario a doña Angustias, para
remarcar aún más la personalidad de ambas. Además, mientras que doña Angustias
está narrada en tercera persona y escrito en castellano, Lola Aliloi habla en
primera persona, y está escrito en gaditano. Creo que eso le da un punto
original, y refuerza mucho más la diferencia entre ambas que, aunque muy
amigas, son muy distintas. Dentro de mi universo narrativo, ambas son válvulas
de escape: a través de ellas puedo hablar de lo que quiera usando el sentido
del humor, que es algo que creo que también me caracteriza.
Háblame de las Personas
Altamente Sensibles (PAS). ¿Cómo se manifiesta esa sensibilidad en tu escritura
y en tu día a día como creadora?
Las PAS (Personas
Altamente Sensibles) entre las que me encuentro, somos un 20% de la población,
con un sistema nervioso un poco diferente. Es un rasgo de la personalidad, no
es una enfermedad ni un trastorno mental. En el libro de Rosa Montero, La locura de estar cuerda, hace
referencia a la alta sensibilidad, de la que ella también es poseedora, y dice
lo siguiente: “Tenemos una sensibilidad extrema a la que ahora llaman PAS. Eso
no nos hace mejores ni peores que los demás, sólo un poco diferentes, un poco
más sufrientes y, a lo mejor, un poco más apasionados”. Simplemente nuestro
cerebro es más sensible a la hora de captar estímulos, por ejemplo. Para que se
entienda claramente: una PAS cumple con cuatro características, que luego en
cada persona se desarrollan de una manera. Esas cuatro características son: una
alta empatía (no ponemos fácilmente en el lugar de los demás, dejándonos a
nosotros mismos en un segundo plano), una elevada sensibilidad sensorial (nos
suelen molestar los ruidos y las luces fuertes, las etiquetas de la ropa, un
umbral más bajo del dolor), una profundidad alta de procesamiento de lo que
ocurre a nuestro alrededor y en nuestro interior (buscamos soluciones complejas teniendo en
cuenta muchos parámetros, nos gusta mucho la filosofía, el universo, las
preguntas trascendentales, escribir, leer) y tendencia a la sobreestimulación
(necesitamos más tiempo de descanso y de soledad, nos sobreactivamos con mayor
facilidad debido a todo lo anterior). Todo esto hace que yo, personalmente, a
la hora de escribir me enfoque mucho en las emociones: construyo todo
(personajes, trama, argumento, historia) en base a ellas, porque es lo que más
conozco y donde mejor me muevo.
Me gustó mucho el título de Cuando todo se volvió acuarela cuando lo leí, ¿qué significado esconde y cómo se te ocurrió?
El título hace
referencia al lugar donde se encuentra uno de los protagonistas, Alonso, que
está muerto. Cuando muere va a un lugar, una especie de universo, donde todo
parece pintado con acuarelas, de ahí también la portada del libro. Le di unas
cuantas vueltas al título, pero la verdad es que cuando surgió este lo tuve
claro. Me parecía muy bonito y que describía muy bien la historia.
Cuando
todo se volvió acuarela es una novela narrada desde el más allá.
¿Cómo surgió la idea de darle voz a un personaje desde ese lugar tan simbólico?
Es una creencia mía personal. No soy religiosa, no al menos de ninguna religión oficial. Pero sí creo en que nuestra energía, cuando nuestro cuerpo material muere, va a algún sitio, concretamente a algún lugar del universo, que es de donde procede esa energía: nuestro espíritu, nuestra alma o nuestra supraconciencia, hay muchas maneras de llamarlo. Este último término -supraconciencia- es más nuevo, y está siendo muy usado a raíz de las charlas y el libro La supraconciencia existe, del doctor Manuel Sans Segarra, donde habla de las experiencias cercanas a la muerte desde el ámbito médico y científico. Por tanto, me pareció acertado darle voz al personaje desde ese “más allá”, para así compartir con los lectores mi visión de la vida y la muerte.
¿Cómo fue convivir con
Alonso, el protagonista, durante el proceso de escritura? ¿Qué aprendiste de él?
Fue una convivencia
preciosa, tranquila… La verdad es que no quería que acabase. Y precisamente esa
fue una de sus enseñanzas: que nos guste o no, todo tiene un principio y un
fin. El final de la novela, acabar de escribirla en mi caso, o de leerla en el
caso de los lectores; y el final de la vida tal como la conocemos y la hemos
vivido.
El Carnaval de Cádiz
aparece como telón de fondo en tu obra. ¿Qué significado tiene para ti y por
qué decidiste integrarlo en la novela?
El Carnaval ha estado presente en mi vida desde pequeña como, si no en
todos, sí en una mayoría de gaditanos, con más o menos intensidad. Siempre fui
aficionada, tuve la suerte de vivir gran parte de la edad dorada de nuestro
Carnaval, esos finales de los 80 y toda la década de los 90. A la hora de
incluirlo en la novela, me pareció acertado, y una forma también de hacerle un
pequeño homenaje a nuestra fiesta: ese “modo de estar de la gente de Cádiz”,
como diría Juan Carlos Aragón. Y ya que la novela transcurre en Cádiz, que el
Carnaval también apareciera en ella me gustaba mucho.
¿Sientes que Cádiz y su
atmósfera se cuelan en todo lo que escribes, aunque no lo pretendas?
Sí, es imposible que no
lo haga. Parte de quien soy es por ser de aquí (aunque naciera en Barcelona),
haberme criado en Cádiz y haber vivido aquí toda mi vida. Sí es cierto, como se
puede ver en algunas entradas de mi blog ioescritora.com, que hay cosas que no
me gustan nada, y que a veces me siento enjaulada aquí. Sí, es una jaula
preciosa, pero no deja de ser una jaula: en ocasiones me siento encerrada, y
con poquísima libertad de movimiento y crecimiento, por muy bonitas que sean
sus vistas.
¿Qué emociones o
reflexiones esperas despertar en quienes lean tu obra?
Me gustaría generar
curiosidad en el despertar espiritual de las personas que me leen. Creo que es
algo muy necesario. Siempre lo ha sido a lo largo de la historia, pero ahora
creo que mucho más. Reflexionar sobre la vida, sobre la muerte, sobre cómo nos
relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Hacer consciente en cada uno
de nosotros todos esos temas de los que, normalmente, no se habla.
¿Tienes alguna rutina especial para escribir o te dejas llevar por los impulsos del momento?
Suelo escribir en un
par de cafeterías en Cádiz, son mi oficina, porque si me quedo en casa me
cuesta mucho más ponerme. Soy procrastinadora por naturaleza. Algunas veces
también escribo en casa, pero no es a menudo. Suelo apuntar ideas que me surgen
en cualquier momento en el móvil, y en una libreta que tengo en mi mesa de
noche, porque ya tengo comprobado que, por mucho que crea que la idea no se me
olvidará, por regla general, se me olvida. Es mucho más fiable apuntar, y ya
ver si tiene un recorrido o no, si sirve o no.
En tu blog escribes
sobre autoconocimiento, crecimiento personal y tus emociones. ¿Qué encuentras
en el acto de escribir que no te da ninguna otra actividad?
Me da libertad,
tranquilidad y foco. Es una de esas cosas con las que disfruto tanto que,
cuando escribo, el tiempo pasa sin apenas darme cuenta. Las horas se convierten
en minutos. Desaparecen todos los pensamientos de mi cabeza, y sólo existe lo
que escribo en ese momento. Eso me aporta muchísima calma. Para mí, escribir es
terapéutico.
¿Qué haces cuando la
escritura no fluye? ¿Tienes alguna técnica o simplemente aceptas la pausa?
Acepto la pausa o
escribo otra cosa. Si no me sale nada para el blog, por ejemplo, me pongo con
la novela, o escribo textos cortos para redes sociales. Al final, siempre salgo
escribiendo por algún otro lado.
¿Cómo combinas la
escritura del blog con la narrativa literaria sin que una reste espacio a la
otra?
Sin presión. Si estoy
escribiendo la novela, y estoy muy concentrada, dejo de publicar en el blog
porque no me sale nada, o lo que escribo no me gusta. Respeto el momento en el
que estoy. En esta etapa, sólo escribo en el blog cuando me surge una idea con
fuerza, por eso los artículos ahora están más espaciados en el tiempo, pero
creo que la calidad actualmente también es algo mayor.
Tienes una segunda obra
acabada y una tercera en proceso de escritura, ¿tienes pensado darles salida editorial
algún día?
Sí, la segunda novela
la estoy enviando a editoriales y a premios, esperando que pueda ser publicada
más pronto que tarde.
¿Dónde podemos adquirir
Cuando todo se volvió acuarela?
El libro se puede
adquirir tanto en mi web ioescritora.com y en librerías de
Cádiz, como Quorum, Manuel de Falla o Plastilina.
¿Qué recomendación le
darías a quien quiere empezar a escribir pero no se atreve a dar el primer
paso?
Que escriba. Que pierda
el miedo a escribir. Yo tenía la creencia de que, en el momento en que
escribiera, el mundo entero iba a poder leer lo que había escrito. Y eso no es
cierto. De hecho, cuesta mucho que te lean. Muchísimo. El primer paso es
escribir, ver qué te gusta, qué no te gusta. Leer mucho, sobre todo a autores y
autoras que admires. No para copiarles, obviamente, sino para sacar de cada uno
lo que te atrae de su forma de escribir y así, ir creando una voz propia: la
tuya.
¿Puedes adelantarnos
algo sobre tus próximos proyectos? ¿En qué estás trabajando o soñando ahora
mismo?
Ahora mismo sueño con
ver publicada mi segunda novela, que acabé de escribir el año pasado. Actualmente
estoy a punto de empezar mi tercera obra, que será un ensayo. Me siento muy
cómoda en ese tipo de narrativa y quiero probar. También colaboro en un
programa sobre salud mental en 7TV San Fernando, La mente de Leta. Y en mis redes (estoy presente en prácticamente
todas), donde más me muevo es en Instagram y YouTube. Ahí subo videos leyendo
partes de algún libro que recomiendo, o leyendo mis artículos, y reflexiones
escritas sobre el autoconocimiento, el propósito, la escritura, etc.
Muchísimas gracias,
Isabel, por abrirnos tu mundo, por hablarnos desde la emoción, el humor y la
profundidad. Tu manera de escribir es un soplo de sensibilidad en un mundo que
corre demasiado. Nos encantará seguir leyéndote, escuchándote y aprendiendo de
ti en este camino de letras compartidas.
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