Hoy tenemos en “Mi experiencia como escritor” a Antonio Tocornal, un caso peculiar, porque es un autor que lleva una década publicando novelas y relatos sin estar vinculado a ninguna editorial; lo hace tras ganar, uno tras otro, importantes certámenes literarios. Poco a poco y gracias al boca a oreja, Tocornal se ha ido construyendo una comunidad de lectores que lo leen con devoción y con una fidelidad absoluta, hasta el punto de ser considerado por muchos un autor de culto. En las redes sociales ya se encuentran a menudo términos como «tocornalidad» o «tocornaliano» para referirse a su personal estilo.
Hola, Antonio. Bienvenido a este pequeño rincón virtual dedicado a las letras.
Hola y muchas gracias por considerar que mis libros y lo que tenga que decir en esta entrevista puedan tener algún interés para alguien.
Primera pregunta: ¿Quién es Antonio Tocornal?
Un lector que se ha acercado tanto al abismo de la literatura que ha acabado por caerse del otro lado, del de la escritura.
¿Qué es para ti la literatura?
Una forma de anestesia; un lenitivo para poder soportar la estancia en un mundo que percibo como inhóspito. Una forma de vida que en cualquier caso ya no depende de mí porque he sucumbido —sin ningún esfuerzo por evitarlo— a una suerte de adicción.
¿Quisiste siempre ser escritor o llegaste al oficio por otros motivos?
No siempre. Mi vocación llegó a una edad tardía. Supongo que llegó cuando tuve la madurez suficiente como para no escribir demasiadas banalidades.
Antonio, he leído que ante todo eres lector, ¿qué tipo de libros consumes?
Sobre todo narrativa de escritores que escriben en español, tanto clásicos como novedades. Huyo de la lectura fácil y de la literatura de género, que me aburre. Prefiero el cuento y la novela contemporánea o la «novela literaria», que, como dice un personaje de una novela de Juanma Gil, es un término que inventaron ciertos editores para consolar a los autores que venden poco. «Que vendemos poco», añado yo.
¿Algún autor/a que creas que haya podido influenciarte en tu estilo de escritura?
Cada lectura influye en nuestra forma de escribir; absolutamente todas. Uno aprende tanto de las buenas como de las malas si es capaz de leer con ojos de escritor para así determinar qué es lo que uno debe imitar y qué es lo que nunca debe hacer. Cualquier canon o listado de referencias que intentase sería injusto debido a mi pésima memoria, y además tendría una caducidad muy inmediata.
Con tu novela “La noche en que pudiste haber visto tocar a Dizzy Gillespie” ganaste el XXII Premio de Novela Vargas Llosa. ¿Cómo se forjó esta historia en tu cabeza?
Es una novela autobiográfica; en ella se narran, condensados en una sola noche, los siete años que viví en París —entre mis veinte y mis veintisiete— como joven artista. Todos los personajes que aparecen son reales, aunque eso sea algo casi imposible de creer.
Con “Bajamares” (Ediciones insólitas, 2018) consigues otro galardón en el Premio de Novela Corta Diputación de Córdoba. La portada de este libro es de lo más llamativa, ¿qué se oculta tras ella?
La portada de Bajamares es de un gran artista contemporáneo sevillano, Antonio Sosa. En esa novela emprendí un reto estilístico complejo, porque fue tejida con unas mimbres mínimas: solo aparece un personaje que vive aislado y que prácticamente no se relaciona con nadie, en un escenario también muy limitado —una isla desierta en la que solo hay un faro y un pequeño cementerio poblado por cadáveres de náufragos anónimos—, y además se narran sesenta años de su vida. Por lo tanto, lo único que se puede contar de él son sus interioridades.
En 2020 llegó el Premio València de Narrativa en Castellano Alfons el Magnànim con la publicación de “Pájaros en un cielo de estaño” (Editorial Versátil) —por cierto, qué título más hermoso—, obra que recibió una excelente acogida entre el público y la crítica. En ella despliegas tus aptitudes para la escritura, entre ellas, el humor. ¿Es ese uno de los sellos de Antonio Tocornal en sus obras?
El humor es el ingrediente más peligroso en literatura, el más resbaladizo, porque es muy fácil pasarse de rosca, caer en el chiste, y no hay nada más patético que un autor que pretende hacerse el gracioso. Está presente en mayor o menos dosis en casi todas mis novelas y mis cuentos, si bien hay algunas voces que no admiten un tratamiento humorístico. Digamos que cuando lo consigo introducir con naturalidad es el azúcar con el que hago que el lector se trague los bocados más amargos.
Con Malasanta (Grupo Planeta, 2022) sigues recibiendo elogios por parte de los lectores. ¿Cómo maneja alguien como tú, que ha recibido tantos galardones y menciones a lo largo de su carrera literaria, las críticas, tanto positivas como negativas, de sus obras?
Las positivas las recibo con una indiferencia absoluta aunque con el agradecimiento sincero que merecen; intento olvidarlas enseguida porque sé lo peligroso que puede ser dejarle a la vanidad la posibilidad de engordar. Las negativas me pesan más, porque me hacen preguntarme por qué no he sabido llegar a esa persona o incluso si es posible crear algo que agrade a todo el mundo.
Con Cadillac Ranch (Editorial Sloper, 2023), tu primer y único libro de relatos, has conseguido dos premios mayores: el XXX Premio Andalucía de la Crítica y el XXI Premio Setenil 2024 al mejor libro de cuentos publicado en España en 2023. Es el mayor reconocimiento en España a un libro de cuentos, conocido como el «Oscar de los cuentos». ¿Qué nos puedes decir sobre eso?
Que es verdad que es mi primer libro de cuentos, pero que llevo más de una década escribiendo cuentos y que tengo más de doscientos. En realidad me considero más cuentista que novelista, a pesar de que de forma incomprensible en España el cuento se sigue considerando un género menor. Si he tardado tanto en decidirme a seleccionar quince de ellos para que tengan sentido en su conjunto y en publicarlos ha sido, una vez más, porque cualquier intento anterior no conseguía dejarme por completo satisfecho. En cuanto a lo de los premios, confieso que es un poco abrumador; es casi milagroso teniendo en cuenta la calidad de los libros de ese género que se publicaron en España el año pasado. Por supuesto ha jugado la suerte, ya que han coincidido con el gusto particular de determinados jurados, pero en todo caso es una confirmación de que no me he equivocado del todo en la selección y en el concepto del libro como unidad.
Árida, ganadora del I Premio Internacional de Francisco Ayala (Traspiés, 2024), es tu última obra publicada. En la sinopsis la describes como un wéstern de zombis; una novela coral construida con seis voces, de tres hombres y tres mujeres, que tienen una cosa en común: todos están muertos. Cuanto menos, impactante. ¿Qué poso te ha dejado esta obra tras ponerle punto y final?
El mismo poso que me ha dejado acabar cada uno de mis libros anteriores: el convencimiento casi absoluto de punto y final; de vacío rotundo. De que ya lo he dado todo y de que nunca más seré capaz de escribir nada que se acerque a los estándares de autoexigencia con los que se ha gestado ese último libro. La ventaja, en esta ocasión, es que como ya me ha pasado varias veces, ahora sospecho que tal vez en algún momento vuelva a surgir el milagro.
¿Qué proyecto tienes entre manos tras la publicación de “Árida”?
Leer muchos y muy buenos libros y estar atento por si surge de nuevo el milagro del que hablaba antes. Y si no surge, saber admitirlo con deportividad.
¿Cuál ha sido el mayor desafío al que te has enfrentado como escritor?
No repetirme; saber detectar las páginas malas —que son muchas— para que nunca salgan a la luz.
¿Qué es lo mejor que te ha dado
la literatura?
Una razón para levantarme cada mañana en un mundo al que no le encuentro mucho sentido.
¿Y el mejor consejo que te han dado a lo largo de tu carrera literaria?
Que mantenga mi independencia, que nunca cambie una sola coma para agradar a la masa lectora, que no le haga caso al censor que llevamos dentro y que se empeña en castrar nuestro pensamiento, y que la única meta válida es la búsqueda de la excelencia, aunque reconozco que esos consejos me los he dado yo solo.
Además de escritor, eres asesor literario. ¿Qué tipo de servicios llevas a cabo en ella?
Como docente, imparto un taller de narrativa avanzada en la escuela Fuentetaja en Palma de Mallorca y unas clases de un máster en la Universidad de Granada. Como editor/corrector de estilo, intento poner mi experiencia al servicio de otros escritores —tanto principiantes como autores consolidados que publican en grandes editoriales— para que ellos mismos sean capaces de mejorar sus obras. Analizo todos los aspectos del texto: la voz narradora, el ritmo, el tratamiento de los personajes, la trama, el estilo, etc., y si veo algo mejorable, hago las oportunas sugerencias en un informe de lectura por si el autor quiere implementarlas.
Por último, ¿cómo es posible que un autor con tu trayectoria y con las críticas recibidas no haya sido fichado hace tiempo por una de las grandes editoriales de España? Me parece algo incomprensible.
No es fácil comprender lo que mueve a las editoriales a tomar decisiones. Imagino que no ven negocio en mis libros porque no toco temas de moda o porque mi perfil como autor no encaja en lo que ellos buscan. Me preocupó durante un tiempo; ahora ya no; no es un asunto realmente literario. En cualquier caso habría que preguntárselo a ellos, aunque lo más probable es que le contestasen: «¿Antonio qué?».
Muchas gracias, Antonio, por acompañarnos hoy. Un verdadero honor haber podido contar contigo en nuestro espacio.
El honor ha sido mío. Muchas gracias de nuevo a ti por el interés y a quienquiera que vaya a emplear cinco o diez minutos de su tiempo en leer esto.
Antonio es un maestro. Leer su obra es aprender de literatura por osmosis.
ResponderEliminar