Esta vez salió de la consulta con una sonrisa pletórica. Según las palabras de la doctora, su sistema inmunitario había aceptado el órgano. Solo debía tener paciencia consigo mismo y continuar con la hoja de ruta marcada durante las siguientes semanas. Siguiendo con la medicación adecuada y una dieta equilibrada, pronto podría volver a hacer ejercicio de manera controlada.
Según llegó a la sala de espera,
y vio a su pareja, se abrazó a él como la primera vez que se besaron hacía ya
más de treinta años. Se lo merecía todo. No se había separado de su lado desde
el día que le diagnosticaron la cardiopatía, y le informaron de que necesitaría
un trasplante para poder seguir viviendo.
Ahora que su corazón galopaba
con la misma intensidad que el día que se conocieron, merecía sentir esos
latidos de amor más que nadie en este mundo.
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