Están tardando demasiado en volver para desenterrarme. Han debido de pasar ya varias horas desde que comenzó la celebración, aunque tampoco estoy seguro. Es posible que me haya quedado dormido aquí dentro. Trato de moverme, pero el ataúd es demasiado pequeño. Aprieto los puños y golpeo la tapa de madera hasta que mis puños dicen basta. Un silencio cada vez más palpitante y sonoro se instala en mis sienes amenazando con hacer estallar mi mente. Y con ella, mi cordura.
Me temo que organizar mi propio funeral ha sido
un error. Yo solo quería asegurarme de que me echarían de menos el día que me
fuera, pero a medida que pasan los segundos, estoy cada vez más convencido de
que ya se han olvidado de mí.
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