lunes, septiembre 25, 2023

MICRORRELATO: Nunca es tarde para soñar

Nada más llegar a la casa en la que había crecido junto a su familia, se derrumbó en el sillón en el que su madre se pasaba las horas bordando. Su muerte lo había dejado noqueado. Se quedó allí, sepultado en la memoria de sus besos y abrazos con las pupilas clavadas en la puerta del armario que contenía sus útiles de la costura.

Se aproximó a ella con pasos apocados y la abrió. En el estante inferior reposaba una caja que no recordaba haber visto antes. La destapó y fue sacando los recuerdos de su infancia con la mirada teñida de emoción. Al fondo descubrió un puñado de páginas escritas a mano que habían sido grapadas. Su corazón cabalgó a galope cuando se percató de que se trataba de la novela que lanzó a la papelera el mismo día que recibió la noticia de la muerte de su padre.

Rememoró cada escena a medida que la leía en voz baja. Cuando llegó al capítulo en el que la había dejado, sacó su portátil y se puso a teclear con el mismo brillo en la mirada que el día en el que abandonó su escritura.

 

 

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