—Si supieras dónde he tenido que aparcar… —dijo entre
jadeos. Al ver que no le contestaba, añadió—. ¿No me digas que ya te han
llamado?
Ella se limitó a asentir con la cabeza y entregarle los
resultados de la prueba, que sostenía entre sus dedos temblorosos. Él sacó el
documento del interior del sobre y lo desplegó.
—Pero aquí… dice… positivo...
Ella asintió, y él la cubrió con sus brazos. Se aferró a su
pecho, incapaz de contener las lágrimas por un solo segundo más. Durante el
tiempo que duró ese abrazo, sus tres corazones latieron como uno.
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