jueves, julio 07, 2022

10 PREGUNTAS a César Mallorquí

Hoy tenemos en “Mi experiencia como escritor” a César Mallorquí, escritor.

Hola César, un verdadero placer tenerte en el blog hoy.

El placer es mío. Gracias por invitarme.

Vamos con la primera pregunta: ¿Quién es César Mallorquí?

Un inútil que desde niño tenía la cabeza en las nubes. Un romántico al que no le satisface la realidad y pretende reinventarla escribiendo. Un idiota con cierto talento para algunas tareas. Un escéptico. Un soñador. Un vago vocacional frustrado. Un viajero. Un curioso, incluso algo cotilla. Un procrastinador empedernido. Un tipo raro. Un tío normal y corriente... Hay muchos César Mallorquí, casi todos ellos contradictorios.

Tú comienzas a escribir a una edad bastante temprana. De hecho, publicas tu primer relato con tan solo quince años. ¿Tenías claro ya desde tan joven que querías ser escritor?

Tenía claro que me gustaba escribir y que poseía cierta facilidad natural para hacerlo; pero jamás se me pasó por la cabeza dedicarme profesionalmente a la escritura. Porque mi padre, José Mallorquí, era un famosísimo escritor. Y mi hermano Eduardo, que era mayor que yo, estaba dando sus primeros pasos como escritor. Así que me dije: ¿Tres Mallorquí escritores? Eso no es una vocación; eso es ponerse pesado. De modo que, antes que a la literatura, me dedique al periodismo y a la publicidad.

Después de tantos años y mirando atrás, ¿qué le ha ofrecido la escritura a tu vida?

Me lo ha dado todo. Libertad, tranquilidad, seguridad, reconocimiento, dinero... Suelo decir que si te va bien, la escritura es el mejor trabajo del mundo. El problema es que es muy difícil, lento y trabajoso conseguir que te vaya bien. Pero una vez que lo logras, no hay nada mejor.

Durante una etapa de tu vida dejaste de escribir ficción, para retomarla más tarde. ¿Podría decirse que ese descanso te sirvió para recuperar con más ganas esta actividad?

Ese descanso hizo mucho más que eso. Yo dejé de escribir a los 28 años porque estaba frustrado. Intentaba escribir novela y no podía; iniciaba un texto y se me marchitaba a las pocas páginas. Así que tiré la toalla. El problema era que no sabía narrar y, aún peor, ni siquiera sabía qué era lo que no sabía. Tras esa pausa de 10 años, comprendí al fin qué era lo que estaba haciendo mal y conseguí averiguar cómo solucionarlo. Supongo que ese largo periodo de inactividad literaria me concedió la madurez que me faltaba.

Has cultivado prácticamente todos los géneros a lo largo de tu extensa carrera, pero ¿hay alguno en especial en el que te sientas más cómodo?

Si me hubieras hecho esa pregunta hace, digamos, 25 años, te habría respondido que los géneros en lo que más cómodo me sentía eran la ciencia ficción y la fantasía. Pero luego descubrí que el género con el que mejor me lo paso escribiendo es la novela clásica de aventuras.

En tus más de cincuenta años en activo has cosechado numerosos galardones y premios tanto en relato breve como en novela, muchos de ellos considerados de los más prestigiosos. ¿Cómo se gestiona ese éxito como autor?

Procuro tener tres cosas claras. En primer lugar, que escribir es un trabajo como otro cualquiera. En segundo lugar, que soy un artesano, no un artista. En tercer lugar, que no lo sé todo sobre la escritura; aún me queda mucho por aprender. Eso ayuda a ser humilde. Todos los premios que he recibido son un orgullo y una satisfacción personal. Pero cada premio sitúa el listón de la calidad un poquito más alto, así que me tengo que esforzar para superarme a mí mismo. O, al menos, intentarlo. Los premios son una palmadita en la espalda, y una ayuda a tu carrera, pero también son un reto y un plus de exigencia.  En cualquier caso, procuro tener a raya mi ego y no volverme un gilipollas.

A la hora de escribir un relato o novela, uno de sus pilares básicos son los personajes, ¿qué aspectos son los que tienes en cuenta a la hora de desarrollarlos?

Tengo dos maneras distintas de crear personajes. La primera consiste en escoger a alguien conocido como modelo y basarme en él para darle forma al personaje. Este es el método que menos uso. Por lo general, escojo una característica humana (inteligencia, astucia, cobardía, timidez... lo que sea) y empiezo a construir al personaje a partir de ella, añadiéndole más peculiaridades y -esto es importante- contradicciones y defectos. Los seres humanos somos contradictorios, así que los personajes deben serlo también para no parecer acartonados.

Por ejemplo, el profesor Ulises Zarco, protagonista de mi novela “La isla de Bowen”. Es un hombre prepotente, malhumorado, violento, maleducado, machista hasta las trancas... pero por otro lado también es inteligente y absolutamente leal a sus colaboradores, así como valiente y justo. Si solo fuera lo primero, o solo lo segundo, sería un personaje de una pieza sin mayor interés. Pero siendo ambas cosas a la vez, el personaje se humaniza y se vuelve tridimensional.

Tú creciste rodeado de libros, ¿algún/a autor/a/es que consideres que haya podido marcarte o influirte a la hora de desarrollar tu carrera como escritor?

Son muchos los autores que me han influido. Por citar los principales: Mi padre (José Mallorquí), Richmal Crompton, Ray Bradbury, Enrique Jardiel Poncela, Marc Twain, Jorge Luis Borges, Georges Remi (alias Herge),  P. G. Wodehouse, Fredric Brown, Alfred Bester, Evelyn Waugh... Podría seguir, pero no hay que ponerse pesado,

Además de escribir, tutelas un blog: “La fraternidad de Babel”. ¿Cómo nace dicho espacio virtual?

Por pura procrastinación. Una tarde de diciembre de 2005 estaba yo en mi despacho, trabajando, cuando me llegó un mail de Care Santos anunciándome el arranque de su blog. Le eché un vistazo, y luego entré en Blogger. Comprobé que era muy fácil crear un blog, así que, por puro perder el tiempo, me puse a construir el mío. Cuando terminé, a punto estuve de borrarlo, pero ya que estaba hecho... en fin, lo colgué en la red y así empezó.

La verdad es que al principio no sabía qué quería hacer con él, y a punto estuve muchas veces de abandonarlo. Pero al final comprendí su utilidad: era el lugar adecuado para escribir sobre todo aquello que no podría publicar en otra parte.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de leer una de tus obras más recientes, su título: “Esto no es un manual de escritura (pero se parece)”. En ella uno de los puntos que trata es el humor. Me parece tan complicado introducir el humor en ciertos géneros que me veo obligado a preguntarte, ¿cómo tratas tú el humor en tus obras?

Si te fijas en los autores que he mencionado como influencias, comprobarás que al menos cinco de ellos son humoristas. Además, mi primer trabajo profesional, cuando tenía 17 años, fue como colaborador de la revista de humor La Codorniz. De modo que no es raro que el humor sea uno de mis rasgos de estilo en cualquier género.

Pero es que el humor forma parte de la vida, quizá sea el factor que nos hace humanos. Centrándonos en la escritura, el humor es una herramienta muy útil. Por ejemplo, sirve para darle algo de chispa a tramos del texto poco interesantes en sí mismos. O como contrapunto; si después de un momento humorístico sucede algo terrible, el impacto será mayor. O para perfilar un personaje. O para hacer aceptable lo increíble. O sencillamente porque sí. El humor es, en sí mismo, un poderoso remedio contra el estrés. Piensa en los funerales. Cuando la ceremonia acaba y los invitados se reúnen formando grupos, ¿qué hacen? Bromear, contar chistes. No es por falta de respeto, sino porque necesitan alivio, y el humor se lo proporciona.

Este mismo año 2022 has publicado tu última obra: “La máscara púrpura”, ¿qué puedes contarnos sobre ella?

En realidad, esa es mi penúltima novela publicada, porque el mismo día que recibí este cuestionario me llegaron los ejemplares de “El enigma de otro mundo”. Ambos títulos son los tomos 3 y 4 de mi serie de novelas infantiles “Dan Diésel”.

Se trata de una serie de ciencia ficción; concretamente retrofuturismo, en su vertiente diéselpunk. Está ambientada en unos años 30 alternativos, en un universo paralelo donde existen todos los paradigmas del pulp. Por ejemplo, en esos dos tomos aparece un grupo de superhéroes; pero no en el sentido que le damos ahora, sino superhéroes del estilo de Doc Savage o La Sombra. Por supuesto, son historias dirigidas a los niños y, por tanto, más ingenuas y sencillas de lo que es usual en mí. Pero creo que pueden divertirle también a un adulto, porque hay mucho humor, mucha ironía y muchos easter eggs.

No nos podemos despedir sin pedirte algún consejo/s para los jóvenes escritores (y a los no tan jóvenes) que nos siguen y que están empezando en este apasionante mundo de la escritura.

Voy a dar un consejo muy general, pero muy necesario: Paciencia. Se tarda mucho en aprender a escribir. Se tarda mucho en escribir una novela. Se tarda mucho en publicar. Se tarda mucho en darte a conocer. Se tarda mucho en conseguir lectores... La escritura es una carrera de fondo y, además, de obstáculos, así que lo mejor es que te armes de paciencia si quieres llegar a la meta.

Muchas gracias por aceptar mi invitación, César. Ha sido un enorme placer tenerte hoy en el blog.

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