Título: Pronto será de noche
Autor: Jesús Cañadas
Editorial: Valdemar Insomnia
Año de edición: 2015
ISBN: 978-84-7702-801-7
Número de páginas: 254
Sinopsis:
Ese de
ahí es Samuel. Es policía, o lo era. Ahora está atrapado en un atasco infinito.
Como tú y como yo. Miles de coches en medio de una autovía que se dirige hacia
el sur; aunque eso poco importa. Lo que importa es que huimos. Somos una
multitud desesperada rumbo a ninguna parte mientras el mundo se derrumba a
nuestro alrededor.
La
negrura se extiende detrás de nosotros, nos persigue. No nos queda más que
avanzar. Los metros cuestan horas, el calor sofoca, el aire es de barro. Y
justo cuando parece que nada puede empeorar, sucede: en medio de esta nada
inmensa, un conductor ha aparecido muerto. Estrangulado.
Samuel
necesita descubrir quién ha sido, y sobre todo por qué. Por qué aquí, por qué
ahora. Mientras la oscuridad avanza y el tiempo se acaba un simple acto puede
bastar para darle sentido a todo.
Así que
vamos, vuélvete a tu coche. Acurrúcate en el asiento. Cierra por dentro y, por
favor, no te duermas. Por lo que más quieras, no te duermas. Porque cuando
caiga la noche, tú podrías ser el siguiente.
Mi opinión:
Es la
tercera novela que leo de Jesús tras “El baile de los secretos” y “Las tres
muertes de Fermín Salvochea”. La primera la leí hace años, allá por el 2011, la
segunda en el 2017. Si bien entre las dos mencionadas, publicó otras dos
novelas: “Los nombres muertos” (2013) y “Pronto será de noche” (2015).
¿Y por
qué os cuento esto? Porque habida cuenta de que tengo pendiente “Los nombres
muertos” y “Dientes Rojos”, (recientemente publicada) noté una gran diferencia
en su forma de narrar entre “El baile de los secretos” y “Las tres muertes de
Fermín Salvochea”. Y vosotros diréis: obvio, han pasado seis años y dos novelas
más en su haber. Pues sí, pero de ahí que quisiera dar un paso atrás y
acercarme a “Pronto será de noche”, una obra tremenda en la que el autor
gaditano nos narra su particular apocalipsis de una manera como él solo sabe
hacer, adentrándose en la psique humana, y valiéndose de una ambientación
asfixiante y un escenario claustrofóbico. Es paradójico, que sea al aire libre
porque eso hace que puedas huir de él cuando quieras, pero claro, atente a las
consecuencias si decides hacerlo.
Nos
encontramos por tanto ante un thriller con tintes de novela negra, altas dosis
de suspense y misterio y una inmensa carga de terror, el peor terror de ellos,
o al menos, el que más miedo me da a mí, el provocado por el ser humano.
Con
respecto a su estilo, me atrevería a decir que en esta obra Jesús es más parco
y preciso que en otras de sus obras, haciendo uso de frases cortas y directas
como punzones, lo que ayuda a añadir aún más tensión en algunos compases de la
obra. También llama la atención las escasas, aunque siempre precisa
descripciones. Otro acierto, ya que eso le permite centrarse en lo realmente
importante: el modo en el que los personajes están viviendo lo que les está
ocurriendo.
La
novela cuenta con varios personajes, y aunque podría considerarse a Samuel como
el protagonista de la historia, lo que no quiere decir es que tenga un
desarrollo psicológico mayor que los demás, ya que todos ellos están perfectamente
construidos y delimitados, lo que ayuda a que no nos perdamos en ningún
momento, y sobre todo, que la situación que nos describe el autor sea todavía
más creíble, si cabe. ¿Por qué? Porque a medida que te adentras en la historia,
te sientes cada vez más parte de ella y del mismo grupo al que pertenece
Samuel. Y por lo tanto más incómodo y más necesitado de saber quién es la
persona que está aniquilando a tus compañeros en un escenario cada vez más
amenazador y peligroso, porque no te olvides, el fin del mundo se acerca y es
inminente.
A través
de esta historia, Cañadas no solo consigue trasladarte el nerviosismo de los
personajes, también el calor, la sed, la fatiga, el dolor de sus heridas, el
olor que desprenden sus cuerpos tras varios días atrapados en una trampa mortal
en forma de atasco. En definitiva, todo el sufrimiento que los personajes están
viviendo y sus miedos. Y lo hace de un modo tan sublime, que es capaz de
transmitirnos esa misma esperanza que les ayuda a continuar y a la que se
agarran como a un clavo ardiendo.
No me
gustaría acabar esta reseña sin mencionar la magnífica imagen de la cubierta
del libro, obra de Oscar Sanmartín, es el anticipo perfecto de lo que nos
encontraremos a medida que avancemos en la trama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario