miércoles, noviembre 24, 2021

RESEÑA: Pronto será de noche

Título: Pronto será de noche

Autor: Jesús Cañadas

Editorial: Valdemar Insomnia

Año de edición: 2015

ISBN: 978-84-7702-801-7

Número de páginas: 254

Sinopsis:

Ese de ahí es Samuel. Es policía, o lo era. Ahora está atrapado en un atasco infinito. Como tú y como yo. Miles de coches en medio de una autovía que se dirige hacia el sur; aunque eso poco importa. Lo que importa es que huimos. Somos una multitud desesperada rumbo a ninguna parte mientras el mundo se derrumba a nuestro alrededor.

La negrura se extiende detrás de nosotros, nos persigue. No nos queda más que avanzar. Los metros cuestan horas, el calor sofoca, el aire es de barro. Y justo cuando parece que nada puede empeorar, sucede: en medio de esta nada inmensa, un conductor ha aparecido muerto. Estrangulado.

Samuel necesita descubrir quién ha sido, y sobre todo por qué. Por qué aquí, por qué ahora. Mientras la oscuridad avanza y el tiempo se acaba un simple acto puede bastar para darle sentido a todo.

Así que vamos, vuélvete a tu coche. Acurrúcate en el asiento. Cierra por dentro y, por favor, no te duermas. Por lo que más quieras, no te duermas. Porque cuando caiga la noche, tú podrías ser el siguiente.

Mi opinión:

Es la tercera novela que leo de Jesús tras “El baile de los secretos” y “Las tres muertes de Fermín Salvochea”. La primera la leí hace años, allá por el 2011, la segunda en el 2017. Si bien entre las dos mencionadas, publicó otras dos novelas: “Los nombres muertos” (2013) y “Pronto será de noche” (2015).

¿Y por qué os cuento esto? Porque habida cuenta de que tengo pendiente “Los nombres muertos” y “Dientes Rojos”, (recientemente publicada) noté una gran diferencia en su forma de narrar entre “El baile de los secretos” y “Las tres muertes de Fermín Salvochea”. Y vosotros diréis: obvio, han pasado seis años y dos novelas más en su haber. Pues sí, pero de ahí que quisiera dar un paso atrás y acercarme a “Pronto será de noche”, una obra tremenda en la que el autor gaditano nos narra su particular apocalipsis de una manera como él solo sabe hacer, adentrándose en la psique humana, y valiéndose de una ambientación asfixiante y un escenario claustrofóbico. Es paradójico, que sea al aire libre porque eso hace que puedas huir de él cuando quieras, pero claro, atente a las consecuencias si decides hacerlo.

Nos encontramos por tanto ante un thriller con tintes de novela negra, altas dosis de suspense y misterio y una inmensa carga de terror, el peor terror de ellos, o al menos, el que más miedo me da a mí, el provocado por el ser humano.

Con respecto a su estilo, me atrevería a decir que en esta obra Jesús es más parco y preciso que en otras de sus obras, haciendo uso de frases cortas y directas como punzones, lo que ayuda a añadir aún más tensión en algunos compases de la obra. También llama la atención las escasas, aunque siempre precisa descripciones. Otro acierto, ya que eso le permite centrarse en lo realmente importante: el modo en el que los personajes están viviendo lo que les está ocurriendo.

La novela cuenta con varios personajes, y aunque podría considerarse a Samuel como el protagonista de la historia, lo que no quiere decir es que tenga un desarrollo psicológico mayor que los demás, ya que todos ellos están perfectamente construidos y delimitados, lo que ayuda a que no nos perdamos en ningún momento, y sobre todo, que la situación que nos describe el autor sea todavía más creíble, si cabe. ¿Por qué? Porque a medida que te adentras en la historia, te sientes cada vez más parte de ella y del mismo grupo al que pertenece Samuel. Y por lo tanto más incómodo y más necesitado de saber quién es la persona que está aniquilando a tus compañeros en un escenario cada vez más amenazador y peligroso, porque no te olvides, el fin del mundo se acerca y es inminente.

A través de esta historia, Cañadas no solo consigue trasladarte el nerviosismo de los personajes, también el calor, la sed, la fatiga, el dolor de sus heridas, el olor que desprenden sus cuerpos tras varios días atrapados en una trampa mortal en forma de atasco. En definitiva, todo el sufrimiento que los personajes están viviendo y sus miedos. Y lo hace de un modo tan sublime, que es capaz de transmitirnos esa misma esperanza que les ayuda a continuar y a la que se agarran como a un clavo ardiendo.

No me gustaría acabar esta reseña sin mencionar la magnífica imagen de la cubierta del libro, obra de Oscar Sanmartín, es el anticipo perfecto de lo que nos encontraremos a medida que avancemos en la trama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario