Hoy tenemos con nosotros en la sección de 10 preguntas a Soledad Benítez, periodista, cantante, escritora… una gaditana todoterreno.
Hola Soledad, bienvenida a “Mi experiencia como escritor”.
Hola Soledad, bienvenida a “Mi experiencia como escritor”.
Hola, Leo, encantada de compartir un ratito con vosotros.
Pues vamos con la primera pregunta, ¿Quién es Soledad Benítez?
Una mujer que desde niña tuvo muy claro lo que quería ser, que ha trabajado muy duro para conseguirlo y que ahora empieza a recoger los frutos de su esfuerzo.
Además de escritora, estás muy vinculada al mundo de la música, ¿ha afectado ese hecho positivamente en tu faceta literaria? Por ejemplo, a la hora de inspirarte.
La verdad es que mantengo separadas ambas facetas, quizá por eso decidí usar pseudónimo. Es como si fuese dos personas distintas. Cuando estoy sobre el escenario con mi grupo, “The Remakers”, me transformo; me dejo llevar y disfruto de la música y las sensaciones que ésta provoca en el público. Cuando escribo, plasmo en mis historias mis inquietudes, mis vivencias o las de otras personas, mis sentimientos, y aprovecho para denunciar (en boca de mis personajes) los temas sociales que me preocupan.
Hace algunos años sí que hubo una conexión entre ambas facetas, cuando escribí letras de canciones para La cura del sueño, un proyecto de dúo que creamos un amigo y yo por puro placer, sin pretensiones discográficas.
A la hora de firmar, los escritores nos preguntamos si usar pseudónimo o nuestro nombre real. Tú optaste por lo primero, ¿alguna razón en especial? ¿Por qué Paula Marabot?
Como te he comentado, quería separar ambas facetas. Cuando una toca tantos palos corre el riesgo de que no la tomen en serio. Paula es un nombre que siempre me gustó. Por eso bauticé con él a mi alter ego más sensible. Marabot es el segundo apellido de mi abuelo materno. Me pareció que la mezcla sonaba bastante bien.
Das tus primeros pasos en la literatura desde bien pequeñita, ¿a qué edad y qué fue lo que te motivó a hacerlo?
Escribí mi primer cuento a los 7 años. Bobby, el potrillo narraba el nacimiento de un potro en una cuadra. No recuerdo cómo ni por qué empecé a escribir. Simplemente, surgió. Lo mismo me pasó con la música. Canto desde muy pequeña. A partir de ahí, mi imaginación se disparó y nacieron muchos otros títulos: Viaje al interior de una veleta, El hada del espacio, Turluc investiga… Ya en la adolescencia pasé del cuento al relato corto. En la universidad me lancé a escribir poesía. Años después, tras ser madre, me atreví con la novela de ficción.
Escribes relatos, poesía y tienes dos novelas terminadas en busca de editorial. ¿Cuál dirías de los tres que es el género en el que te sientes más cómoda y por qué?
Actualmente, la novela. Te da la oportunidad de trabajar más los personajes, de construir un universo paralelo en el que plasmar todo lo que quieres transmitir. Es cierto que hay que dedicarle mucho más tiempo y los resultados no son tan inmediatos. Hay que estar continuamente releyendo, corrigiendo, asegurándote de que todo está bien enlazado y no dejas ningún cabo suelto. Pero, cuando la terminas, la satisfacción es mayor. Es como salir de un parto.
Tu relato “3 historias de mujer” resultó premiado en el II Certamen de Poesía y Relato Corto de la Fundación Municipal de la Mujer en Cádiz. ¿Cómo viviste su creación y qué supuso para ti este premio?
3 historias de mujer es un elemento de denuncia social que mueve a la reflexión. Trata temas que, dieciocho años después de su creación, siguen estando (desgraciadamente) de actualidad: el problema de la inmigración (enfocado desde el sufrimiento de una mujer embarazada que cruza el atlántico en una patera buscando una nueva oportunidad), la discriminación por razón de sexo (a través de una mujer trans y su transformación), la falta de educación sexual y los peligros que acechan a las chicas jóvenes.
¿Puedes hablarnos un poquito sobre la primera de esas novelas y cuál fue tu experiencia?
En realidad son tres novelas las que he escrito. Una hace dieciséis años y las otras dos en 2021. La primera nació gracias a un despido. Perdí mi trabajo y me refugié en la escritura, creando una realidad alternativa en la que perderme. Mi hijo tenía dos añitos y yo estaba divorciada, así que cada noche viajaba a las lejanas tierras de Caoshia para vivir nuevas aventuras. Crónicas de Caoshia nació como una trilogía ambientada en la Baja Edad Media. El personaje principal era alquimista, así que tuve que buscar mucha información acerca de las plantas y sus usos medicinales, además de la necesaria para ambientar correctamente la novela. Tardé un año en escribir la primera parte. La mitad en escribir la segunda. Cuando iba a ponerme con la tercera, era imposible alternar la escritura con mi nuevo trabajo y tuve que dejarla aparcada. Años más tarde quise retomarla, pero mi mundo interior había crecido y necesitaba sacarme el pecho otro tipo de historias.
¿Y qué hay de la segunda? ¿Te ayudó el hecho de haber escrito una anteriormente a la hora de llevarla a cabo?
La segunda fue un parto rápido. Trabajaba para una empresa de ciberseguridad cuando saltó la pandemia del Covid-19. A la empresa no le admitieron el ERTE y fui a la calle. Así que aproveché para empezar un proyecto que tenía en mente desde hacía tiempo. Había viajado mucho en los últimos dos años, conociendo la “Andalucía profunda”. Me inspiré en pueblos que había visitado (algunos de 160 habitantes) de Cádiz, Huelva y Extremadura y allí mandé a los protagonistas, una pareja de madrileños urbanitas, para ver cómo reaccionaban al sacarlos de su zona de confort. Estaba inspirada, motivada y tenía mucho tiempo libre gracias al confinamiento, así que tardé sólo tres meses en terminar Sonrisas invisibles.
Inmediatamente me puse manos a la obra con la tercera novela, Soy grande, en la que reforcé mi estilo, optando por una historia no de acción sino de personajes. En este caso, conocemos cómo una adolescente con discapacidad intelectual y sobrepeso se enfrenta a la vida.
Me llamó la atención que escribieras “Haikus”, algo que yo desconocía lo que era, pero que cuando investigué me resultó bastante interesante. Para aquellos que nos estén leyendo y no sepan lo que es, ¿podrías hablarnos sobre ellos y cómo los trabajas?
Los haikus son micropoemas de origen japonés que constan de tres versos: el primero de cinco sílabas, el segundo de siete y el tercero de cinco. Es decir, tres líneas de texto. Suelen tratar temas relacionados con la Naturaleza. Los conocí en una lectura de poemas a la que asistí en 2019 y me pareció el formato idóneo para expresar de manera breve y concisa pensamientos y sensaciones. Como me tira mucho lo audiovisual, decidí reforzar dicha expresión con fotografías. Y así nació mi particular colección de haikus, que podéis ver en mi página web: paulamarabot.com
Dicen que las lecturas hablan de nosotros. Yo el último libro que he leído ha sido “El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco” de Charles Bukowski. Me ha gustado mucho y pienso reseñarlo en el blog en las próximas semanas. Pero en este caso, la pregunta es para ti, ¿cuál fue tu última lectura y qué te sugirió?
La sexta trampa, de J.D. Baker, última entrega de la trilogía de El cuarto Mono. La primera entrega me enganchó desde las primeras páginas. Técnicamente me pareció magistral la doble narración (el curso de la historia actual más la lectura del diario del psicópata asesino). Acabo de montar mi propio negocio y tengo muy poco tiempo para leer, por eso prefiero lecturas ágiles y refrescantes, con capítulos cortos que me permitan seguir fácilmente la historia y quedarme con ganas de más. Siempre me ha gustado mucho el thriller, de modo que J.D. Baker era una apuesta segura.
Gracias a vosotros por dedicarme este espacio. Un abrazo.
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