Tras varios meses dándole vueltas, por fin me he decidido a abrir este blog. He investigado sobre el tema, y la premisa para hacerlo debía ser querer mostrarle al mundo tus vivencias. No me dedico a nada relacionado con la literatura y tampoco he impartido ningún taller de escritura creativa.
Con este blog lo que pretendo a grandes rasgos es contaros mi andadura como escritor y los conocimientos que he ido adquirido a lo largo de estos años. De paso, también os daré algunos consejos que a mí me han servido para no perder el hábito de la escritura y las ganas de seguir escribiendo día a día.
Disculpadme, quizá
lo primero que debí hacer fue presentarme. Mi nombre es Leonardo Jiménez, y
como os podéis imaginar, la literatura es una de mis pasiones, y más concretamente
la escritura. Estudié filología inglesa en la facultad de filosofía y letras de
Cádiz, justamente la ciudad donde nací. Una vez acabé la carrera hice varios
cursos de ofimática, creación de sitios web, diseño gráfico. Eso me ayudó a
desarrollar una página de juegos de rol a nivel aficionado y en la que
colaboraban varios amigos. Si queréis saber más sobre mí, podéis pinchar en la página "Este soy yo" de este mismo blog.
Llegados a este
punto, viene la pregunta que nos hacemos todos los que escribimos. Y si no,
siempre hay alguien que viene a hacérnosla. ¿Y tú por qué escribes? La
respuesta tendría que ser clara y contundente: “Porque me gusta”. Punto pelota.
Obviamente, hay muchos más motivos por los que escribir aparte de que nos
complace. Algunos de ellos podrían ser la
necesidad de transmitir nuestras inquietudes, relajarnos, mostrar a la
gente la manera que tenemos de ver el mundo, etcétera… Podríamos estar aquí
horas dando cientos de respuestas a esa pregunta, y todas ellas serían válidas,
pero seguro que la primera y primordial sería esa; “porque nos gusta y lo
necesitamos”.
Como
todo hobby,
hay que vivirlo. Y si no, que le pregunten a Charles Bukowski, que incluso escribió
un poema para dejar bien clarito su postura al respecto. Yo lo encontré en la
web de narrativa
breve.
En mi caso, escribir
me ayuda a vaciarme. Es una actividad que me carga de positividad. Si no, ¿qué
sentido tendría? Casi sería como tener otra obligación más, y de esas ya
tenemos bastantes.
Eso sí, prepárate para
las curvas. El camino del escritor es tan duro como gratificante. Me ha
arrancado sonrisas y buenos ratos, y por qué no reconocerlo, también algunas lágrimas
y decepciones. Cuando echo la mirada atrás y me doy cuenta del trayecto que
llevo recorrido, me asombra el gran número de historias que me he imaginado en
mi cabeza y he llevado al papel. Pero aún más las que no me he atrevido. Y es
que muchas veces, los miedos nos pueden. Esos mismos que nos paralizan y que
deberíamos apartar de un plumazo de nuestras vidas porque, en el fondo, podríamos
hacer muchas más cosas de las que creemos, pero el miedo a ser juzgados nos
bloquea de tal modo, que preferimos permanecer en nuestra área de confort. Justamente
como a mí antes de lanzar esta primera entrada del blog, que he tenido que
leerme un par de libros y decenas de páginas web para saber de qué iba y
convencerme de que tenía algo que contar al mundo. Pero del tema del miedo ya
hablaremos en su debido post.
Todos y cada uno
de esos relatos de los que os hablaba que había escrito me han curtido y convertido
en el escritor que soy hoy en día. Y digo escritor, porque merezco denominarme
así por mucho que tenga un trabajo nutricio y me gane la vida de otro modo. En
mis ratos libres escribo, madrugo para escribir, trasnocho para escribir, y también
lo hago entre horas. Mientras camino hacia el trabajo, imagino historias que me
gustaría plasmar en el papel y, que algún día, espero poder llevar al papel.
No cabe duda de
que la profesión de escritor es admirada, y debe serlo como cualquier otra. También
es una afición valorada. Mucha gente se sorprende cuando les confirmas que sí,
que escribes, y que tienes varios relatos publicados en revistas y webs. Y
además una novela en el mercado, que la has autopublicado, que te has encargado
de hacer la maquetación, buscar a alguien que se encargase de la cubierta, la subiste
a la plataforma de venta, que estás en proceso de escribir una segunda novela y
que lo haces porque no quieres que tus trabajos se queden muertos de asco en el
disco duro de un ordenador o en un cajón. Leído de carrerilla cansa, ¿verdad?
Pues imagínate cuando te llevas meses inmerso en el proceso.
Estoy de acuerdo
en eso que afirman muchos de que cualquiera puede escribir, pero con reservas.
¿Por qué matizo “con reservas”? Porque escribir es una cosa, y llegar al corazón
del lector otra bien distinta. Tocar la fibra sensible de la persona que te
está leyendo es una tarea difícil. Para eso hay que valer. Aunque también lo da
la experiencia, gracias a ella adquieres una mejor técnica, y eso te lleva a
mejorar en tu estilo, algo que justamente tan solo consigues escribiendo (y
leyendo). De ahí lo importante de sentarse todos los días aunque sea un ratito
a practicar. No os engañéis, al igual que los deportistas profesionales tienen
que entrenar a diario para mejorar en su técnica, tú también tienes que
escribir a diario para producir más y mejor.
Llegar al lector
es acompañarlo al siguiente párrafo, llevarlo hasta la siguiente página,
caminar a su lado hasta terminar el capítulo…y así hasta el final del libro. Conseguir
que cuando lo deje sobre la mesita de noche y apague la luz, lo haga pensando
en que al día siguiente va a seguir leyendo tu historia, porque se siente parte
de ella. El secreto de escribir consiste en transmitirle al lector las mismas
emociones que sientes cuando ejecutas esas líneas. Es la única manera de
levantarte de la silla con la seguridad de que lo has dado todo en esa sesión.
Con respecto a tus
lectores, te recomiendo que los escuches, que valores sus opiniones, que las
sopeses, y sobre todo, que aprendas de sus críticas. Con eso no te digo que
escribas lo que te pidan, o que les hagas caso en todo lo que te digan, porque eso
sería un error, lo que quiero decir es que debes ser humilde y pensar que lo
mismo llevan razón en sus apuntes, y si no es para esta vez, sus comentarios
podrían ayudarte en el futuro. En mi caso, es algo que me ha ayudado bastante a
mejorar.
A medida que pasan
los años y sigues escribiendo, te darás cuenta de que cada palabra tiene
un significado propio que toma una mayor relevancia cuando la plasmas sobre el
papel. Podrías usar otra, pero eliges esa en concreto porque es la que más te
cuadra en ese momento con lo que quieres expresar. Después cuando corriges, la cambias
por otra con la intención de darle una mayor profundidad al párrafo en su
conjunto. Todo para que al final te quede el resultado que más te convence. Y a
medida que llevas a cabo el proceso, unas frases mueren atropelladas por tu
cursor mientras otras nacen de tus dedos para sustituirlas.
Con el tiempo,
otra pregunta que suelen hacernos es: Pero tú, ¿desde cuándo escribes? En mi
caso, fue a los quince años cuando comencé a escribir mis propias aventuras de
rol para dirigírselas a mis amigos, guiones que nos servían para imaginar escenarios
y sumergirnos en fantásticas historias de piratas, pistoleros y caballeros. Fue
una buena manera de curtirme en eso de crear tramas e hilvanar acontecimientos
para que no quedaran fisuras en la consecución de las distintas escenas que
conformaban la crónica. Ese supuso un gran entrenamiento a la hora de lanzarme
a abrir un foro que nos sirvió para colgar nuestros relatos.
Por desgracia,
tuve que cerrarlo cuando conseguí mi primer trabajo por falta de tiempo. El
hecho de mudarme al extranjero hizo que me despegase de la escritura. Durante
ese tiempo ni siquiera tuve ordenador ya que iba bastante justito de pelas. Aproveché
para dedicarme a la lectura. Descubrí a autores que más tarde me marcaron como Alberto
Vázquez Figueroa, Paulo Coelho, John Katzenbach, Douglas Preston, Lincoln Child,
al igual que antes lo hicieron otros más clásicos como Oscar Wilde, Charlotte Brönte,
George Orwell o Scott Fitzgerald entre otros.
Años más tarde, me
apunté a un curso de escritura creativa presencial que me ayudó a recuperar los
hábitos de escritura. Lo siguió un taller a través de internet. Eso me ayudó a
mejorar bastante a coger soltura a la hora escribir y mejorar mi técnica, pero
sobre todo a coger confianza en mí mismo y perder el miedo a exponerme a la
crítica.
Entonces vinieron
los concursos, gané alguno a nivel comarcal, y en otros al menos llegué a formar
parte del podio, pero en la mayoría de los que participé, no conseguí mención
alguna. Es lo que tienen los certámenes, que se presenten muchos o pocos, es
complicado que tu relato sea elegido entre los mejores porque además de la
calidad, también entran en juego otros muchos factores. De ahí que mi consejo
sea que si te presentaste a alguno y no quedaste entre los mejores, no te
calientes mucho la cabeza. Yo siempre lo he intentado en aquellos en los que
estaba en juego una publicación, y lo conseguí en varias ocasiones. La primera
vez fue con la editorial Diversidad Literaria. Le siguieron otras tantas, hasta
que me llegó la oportunidad con la revista Vuelo de Cuervos, enfocada
al terror, la ciencia ficción y la fantasía, que además de ofrecer artículos de
calidad a cambio de nada (puedes descargártela gratis desde la plataforma
Lektu), se preocupa de dar visibilidad a los autores noveles. Por si os apetece
leerlos, podéis encontrarlos en su volumen número 3 y en los especiales Evil Children y Mitos y Leyendas. También de otros compañeros que fueron
seleccionados y que seguro que escriben si no igual, mejor que yo.
Tras seguir entrenando
mi pluma con otros relatos, me embarqué en la ardua tarea de escribir una
novela, cuyo nombre es "Proyecto
Unicornia".
Tras varios meses dándole vueltas a si buscar editorial, decidí autopublicarla
con Amazon KDP. Como se suele decir: “Si no confías tú mismo en tu trabajo,
¿quién va a hacerlo por ti?”
La satisfacción
que sientes cuando ves el libro que has escrito entre tus manos después de tantos
meses de esfuerzo es difícil de comparar con otra experiencia. Yo lo asimilo a
correr un maratón, que cuando acabas el entrenamiento de varios meses y estás
listo para competir, y te das cuentas de que tienes que recorrer los 42,197
metros, ya te tiemblan las piernas antes de empezar. Pues en el caso de la novela,
cuando acabas de escribirla y te das cuenta de que ahora te toca revisarla,
corregirla, releerla, enviarla a lectores cero, volver a corregirla, imprimirla,
guardarla en un cajón, maquetarla, releerla otra vez, crear el ebook y examinar que todo cuadra donde
debe, solo de pensarlo, acabas exhausto. Y ahí no acaba todo, porque si no
estás ducho en el diseño, una vez sepas el número final de páginas que tiene tu
novela, también te tocará buscarle una buena cubierta. A posteriori subir el
libro a la plataforma o plataformas que hayas elegido y ponerle un precio.
Parece complicado al principio, pero a medida que lo vas haciendo, te vas dando
cuenta de que tampoco era para tanto. Mi viaje mereció la pena porque conseguí
cruzarme con varias personas que me ayudaron desinteresadamente y que merecen
mucho la pena.
Por supuesto,
llegar hasta este punto entraña su aprendizaje. Si supierais la de horas que me
he tirado caminando o corriendo oyendo podcast y sentado delante del ordenador viendo
vídeos y leyendo webs, os echarías las manos a la cabeza. Para colmo, he leído
que el 90% de los blogs no llegan al segundo año de vida, así que imaginaos la
cara que se me quedó.
Y con esta última
frase me despido, pensando en la que será la segunda entrada del blog, y en la
que os daré unos cuantos consejos para escribir más y mejor.
Espero que si has llegado hasta este punto, cierres esta pestaña con la sensación de conocerme un poquito mejor, y que de algún modo, te identifiques con mi experiencia.
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