Jaime Pérez Ruíz es escritor y viajero gaditano, autor de "La guardiana del secreto", una novela de aventuras que fusiona el misterio del mítico explorador Percy Fawcett con las redes sociales del siglo XXI. Su obra nos lleva desde el corazón del Amazonas peruano hasta Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente, en un trepidante viaje repleto de enigmas. Como gaditano apasionado por los viajes, Jaime construye universos literarios donde los lugares cobran vida propia y se convierten en personajes.
¿Cuándo supiste
que tus viajes y las historias que escribes caminarían juntos?
He tenido la suerte de realizar muchos viajes exóticos en mi vida. Cuando
alguien me preguntaba por ellos, no podía expresar oralmente todo lo que había
sentido. Me di cuenta de que, al escribirlo, lo expresaba mucho mejor y sacaba
casi todo lo que tenía dentro. Así que decidí crear un blog de viajes para
poder contarlo al mundo y conservarlo como recuerdo de aquello que sentía.
Muchos años después, decidí dar un paso más y, con mi experiencia viajera y
vital, me atreví a cumplir un sueño: escribir mi primera novela.
Cádiz, la
ciudad más antigua de Occidente, late en tu novela. ¿Qué tiene tu ciudad que
necesitabas compartir con el mundo?
Cádiz es un paraíso. Todo el mundo la conoce por su clima, la forma de ser de
su gente, su pescadito frito, el carnaval, sus playas y mucho más. A mí todo
eso me fascina, como a cualquiera que viene de fuera. Pero en mi novela también
quería que se conociera por su historia y sus leyendas, porque, siendo la
ciudad más antigua de Occidente, no siento que esté tan valorada como debería
en ese aspecto. Cuento historias curiosas, como la del cuadro de Las
lágrimas de César: se dice que el emperador soñó en Cádiz que violaba a su
madre y acudió al oráculo de la isla de Sancti Petri, donde interpretaron el
sueño como un presagio de que conquistaría el mundo. Que todo eso comience en
mi tierra me parece increíble. Hablo también del maremoto de 1755, cuando
sacaron a la Virgen de la Palma y el agua se frenó a sus pies; de misterios
inexplicables en el antiguo colegio de la Institución; de curiosidades como que
en Cádiz hubo un Coliseum donde luchaban gladiadores, como en la
mismísima Roma; del hallazgo de los sarcófagos, la momia de San Lorenzo, la
estatua de los niños del paraguas en el Parque Genovés o la teoría de que la
Atlántida pudo estar bajo sus mares. Incluso gaditanos me han confesado que
desconocían algunas de estas historias, y quienes no son de Cádiz ven la ciudad
con otra mirada tras leerlas.
La figura de
Percy Fawcett ha fascinado a exploradores durante décadas. ¿Qué te llevó a él
como eje de tu historia?
Es uno de los exploradores más importantes y misteriosos de la historia. Se
dice que el personaje de Indiana Jones se basó en él. Desapareció en la selva
en 1925 mientras buscaba la Ciudad Perdida Z, algo similar a El Dorado o
Paititi. Se han realizado muchas expediciones para encontrarlo a él o a sus
restos, pero nadie ha hallado nada. Algunos se atrevieron a decir que convivía
con una tribu no contactada; otros, que encontró Z y se quedó allí; o incluso
que un lugar tan inhóspito como el Amazonas pudo acabar con él, devorado por
animales o tribus caníbales. El misterio perdura hasta hoy, y ese escenario tan
increíble, junto a ese personaje y todo el misticismo que lo rodea, me inspiró
para convertirlo en uno de los ejes principales de la novela.
En tu novela
mezclas códigos QR con exploradores clásicos, influencers con misterios ancestrales. ¿Cómo hiciste convivir estos dos mundos tan distantes
aparentemente? Aunque aparentemente parezca que no puede haber conexión, todo va encajando
poco a poco en la historia. En el primer capítulo, una reportera de National
Geographic, durante una expedición ornitológica, encuentra dos esqueletos
abrazados en mitad de la selva. Uno de ellos tiene un diario con el nombre de
Percy Fawcett, y dentro aparece un mapa con un código QR. Aquella mujer no
puede entender cómo en un diario de 1925 hay algo tan moderno. Al escanearlo,
aparece el misterioso personaje conocido como el Game Master, con voz
distorsionada, gorro peruano y antifaz. Pero lo más increíble no es su aspecto,
sino el mensaje: está buscando a un aventurero que siga sus pistas para
resolver el mayor misterio de la humanidad. Se crea una especie de juego o
yincana al estilo Pekín Express, con pruebas en los lugares más
increíbles de Perú. Ahí entran en juego los influencers, seleccionados
para participar. Por otra parte está James, el protagonista gaditano, que al
ver una foto del mapa encontrado en el Amazonas se da cuenta de que es idéntico
al de sus padres, desaparecidos en un vuelo sobre el lago Titicaca cuando él
tenía cinco años. Decide unirse a la aventura como contrincante de los influencers,
en busca de la verdad. Aunque a priori pueda parecer una locura, todo va
encajando poco a poco y dando forma a una gran aventura.
Como curiosidad, la idea del código QR se me ocurrió haciendo un sendero con mi
hijo por Chiclana. Encontramos una figura enorme de un fenicio que portaba un
código QR; al escanearlo, te contaba su historia y te indicaba otros lugares
donde encontrar más estatuas similares. Aquello fue la pieza del puzle que me
faltaba para conectar todas estas ideas e introducir al Game Master y a
los influencers, haciendo que la novela pasara de una aventura clásica a
algo mucho más moderno y actual.
Has viajado por
Perú para escribir esta historia. ¿Qué lugar del país andino te cambió la forma
de ver tu propia novela? Viajé a Perú en 2016 sin tener la más remota idea de que en 2025 publicaría un
libro ambientado, en gran parte, en los lugares de aquel itinerario. Fue un
viaje muy diferente a cualquier otro, por su cultura ancestral, sus misterios y
sus paisajes. Siempre intento hacer cosas distintas a las típicas de un
turista. Por ejemplo, realizamos un ritual en la Puerta de los Dioses, conocida
como Aramu Muru. Fuimos con una curandera y, entre hojas de coca y las
historias que nos contaron, sentimos cosas muy fuertes, difíciles de expresar
con palabras. Visitamos un lugar cerca de Cusco conocido como el barrio de los
curanderos, entramos en un cuarto de poder oscuro, lleno de velas, un cóndor
disecado, hojas de coca y fetos de llama, donde se realizaba un ritual de amor
quemando ofrendas a la Pachamama. Sobrevolamos las misteriosas líneas de Nazca,
y ver desde la avioneta esos enormes geoglifos hace que aún hoy se me erice la
piel. Llegamos a Machu Picchu recorriendo parte del Camino Inca y, aunque todos
tenemos su imagen en la cabeza, encontrarla de frente nos hizo sentir como
auténticos exploradores. También estuvimos en el Amazonas, durmiendo en un
lugar humilde sin electricidad, caminando por la selva, escuchando historias de
miedo de los lugareños y viendo poblados llenos de niños que, aunque desde una
mirada europea puedan parecer pobres, transmiten una riqueza humana enorme.
Todo eso, y muchas experiencias más, plantaron una semilla que terminó
floreciendo en forma de novela.
Alma es una
amiga de la infancia a la que "desde que nació persiguen sucesos
extraños". ¿Crees en las personas marcadas por lo inexplicable?
Alma es una de las protagonistas y desde niña le suceden cosas a las que ella
misma no puede dar una explicación coherente. En Perú, esos sucesos se
intensifican y adquieren más fuerza. Personalmente, no es solo que crea en
ello, sino que este personaje está inspirado, sobre todo en su infancia, en
personas cercanas a mí que me lo han contado o que lo he vivido directamente
con ellas.
Hay un
"perverso plan tejido por un personaje en las sombras". ¿Qué te
fascina del mal cuando tiene recursos ilimitados?
Existe un personaje que es el antagonista de la novela. Al principio no iba a
tener tanto peso, pero mientras escribía me daba tanto juego que se convirtió
en mi personaje favorito. Todo lo que hace lo justifica con una lógica propia,
convencido de que está en lo correcto, aunque sus valores sean muy distintos a
los de cualquier persona corriente. Algo curioso de la autopublicación es que
los lectores me hablaban mientras leían la obra, y muchos coincidían en que
odiaban a este personaje. Para mí fue un halago, porque significaba que había
conseguido lo que quería con él.
Como viajero,
¿escribes durante los viajes o necesitas regresar a casa para convertir lo
vivido en historia?
En algunos viajes sí he escrito, como en el Camino de Santiago, donde al
terminar cada etapa me ponía a escribir, o en Perú, durante trayectos largos en
autobús. Pero no para una novela, sino para el blog de viajes. Me di cuenta de
que escribir en ese momento me hacía perderme la aventura al cien por cien,
porque podía estar conversando, disfrutando del paisaje o simplemente viviendo
el instante. Así que opté por tomar solo algunas notas importantes y
desarrollar todo a la vuelta.
Los esqueletos
abrazados que aparecen al inicio de tu novela son una imagen poderosa. ¿Cuándo
llegó esa escena a ti?
Leí una vez que una novela debía tener un inicio impactante para enganchar al
lector. La desaparición de Percy Fawcett en 1925, sin que jamás se haya
encontrado su rastro, ya es algo muy potente. Si además aparece abrazado a otro
esqueleto aparentemente femenino, con vestimenta indígena, la imagen resulta
aún más sorprendente. A eso se suma su diario y el código QR que conecta con la
desaparición de los padres de James. En mi cabeza, esa escena lo tenía todo
para despertar la necesidad de saber qué ocurrió realmente.
Cádiz y Perú
están separados por un océano, pero en tu novela dialogan constantemente. ¿Qué
encontraste en común entre ambos lugares?
Al ser gaditano, creé un protagonista de la Tacita de Plata para que las
localizaciones y las historias me resultaran más fáciles de contar. James
defiende su tierra y siempre que puede comparte curiosidades sobre ella. Cuando
en Perú se habla de momias, él cuenta que en Cádiz también tenemos la momia de
San Lorenzo. Cuando se menciona que alguien encontró la puerta de Aramu Muru a
través de un sueño, James recuerda cómo Quintana Pelayo soñaba con el sarcófago
de Cádiz y, años después, apareció justo bajo su casa. También se habla de
civilizaciones sumergidas en el lago Titicaca y de la posible Atlántida bajo
las aguas de Cádiz. Son pinceladas que conectan ambos mundos.
¿Qué viaje
personal hiciste tú mientras escribías "La guardiana del secreto"?
Sobre todo, descubrí la capacidad de crear. Era mágico cuando surgía una idea y
la transformaba en capítulos. A veces daba vértigo, porque la cabeza no se
apagaba nunca. Las ideas llegaban en momentos inesperados: en conversaciones,
antes de dormirme, viendo la televisión o leyendo. Usaba constantemente las
notas del móvil, y a veces, al releerlas días después, tenía que ordenar aquel
pensamiento para recordarlo.
¿Aventura
clásica de literatura favorita?
Si hablamos de clásicos, me gustó mucho Viaje al centro de la Tierra, de
Julio Verne. Pero para escribir este libro no solo me nutrí de literatura:
también de pódcast de misterio como Espacio en Blanco, documentales,
biografías, programas como Pekín Express o Planeta Calleja,
películas de Indiana Jones o Z, la ciudad perdida, y videojuegos como Uncharted.
Entre los libros que me marcaron están El último Catón, de Matilde
Asensi, o La pirámide inmortal, de Javier Sierra. Cuando fui padre
descubrí a Eloy Moreno, cuya escritura sencilla y capítulos cortos me
inspiraron. Más recientemente he leído La última cripta, de Fernando
Gamboa, y ahora estoy con Ciudad Negra, que curiosamente también habla
de Percy Fawcett. Al escribir sobre Cádiz llegaron a mis manos novelas como La
llave de los misterios, de Jesús Relinque, y pronto leeré El zumbido,
de Leonardo Jiménez que tengo muchas ganas de empezar.
¿Hay algo que
hayas descubierto sobre ti mismo mientras escribías esta historia?
El poder de la imaginación en su máxima plenitud y la capacidad de plasmarla en
una historia es algo absolutamente alucinante.
Si mañana
pudieras emprender el viaje de James y Alma, ¿lo harías? ¿O hay misterios que
es mejor dejar sin resolver?
Primero tendría que dejar a los niños con mis padres o mis suegros, y después,
con los ojos cerrados, repetiría ese viaje. Eso sí, le quitaría un poco de
sufrimiento… que ya descubriréis cuando leáis la obra.
¿Una
recomendación para quienes no se atreven a escribir su primera novela?
Escribir sobre lo que te apasiona o con lo que te sientas más cómodo. No
dejarte nada en el tintero, aunque pienses que va a ser menos comercial. Si
tienes algo dentro, sácalo.
Si quieres
sacarlo, no te quedes con las ganas. Y como en mi caso, si necesitas ayudas de
profesionales para comenzar, existe muchas personas pueden ayudarte en pulir
detalles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario