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Además de su labor como cuentista, Vicente ha publicado varias obras literarias, entre las que destacan: Quisicoses y El Tío Paragüero: Tradición Oral de La Serranía.
Estas publicaciones reflejan su
compromiso con la preservación y difusión de la tradición oral.
Su lema, "Cuento, luego
existo" deja clara su pasión por la narración y su creencia en el poder de
las historias para conectar y enriquecer en niños, jóvenes y adultos.
Vicente, llevas contando cuentos
desde 1983. ¿Qué fue lo que despertó en ti la pasión por este género?
Con la perspectiva de los años,
creo que fue la magia de los cuentos que yo había oído de pequeño. En mi casa durante
todo el año y en la calle en verano por las noches; y en invierno en S. Antón
(17 enero) y S. Blas (3 febrero) en las hogueras y en actividades comunitarias
(pelar almendras y mazorcas, matacerdo, etcétera).
Contar cuentos te ha permitido
viajar mucho. ¿Qué papel han jugado dichos viajes en tu crecimiento como
narrador?
Un papel considerable pues me ha
permitido conocer otr@s formas de narrar y otras versiones de historias
tradicionales con el consiguiente enriquecimiento como persona y como narrador.
¿Has notado diferencias en cómo se
reciben tus historias según la cultura o el país en el que las cuentas?
Sí, pero nada significativo pues la
mayoría ha sido en países latinoamericanos; en Marruecos, Argelia y Alemania un
poco más pero tampoco nada fundamental. Los cuentos son expresiones del ser
humano universal, por tanto son universales.
Uno de tus lemas es "Cuento, luego existo". ¿Qué significa para ti esa frase y cómo define tu forma de vivir y trabajar?
Significa todo, es la síntesis de
mi vida profesional y también personal.
Es mi guía vital. Si no narro, oigo
o leo cuentos no vivo a gusto conmigo mismo, no soy yo mismo. Y desde muy joven
aprendí de Chaplin estas palabras que me han acompañado desde entonces: “Se tú
mismo e intenta ser feliz, pero ante todo se tú mismo”
Mira por donde, si eres tú mismo te
acercas más a la felicidad.
Has publicado varias obras que
recuperan la tradición oral, como El Tío Paragüero. ¿Qué te llevó a
compilar estas historias y cuál ha sido la respuesta del público?
El saber que lo que yo era, mi
cultura, mis valores humanos, -heredados de la oralidad tradicional- no se
debían perder. Los cuentos son
portadores de identidad, son manifestaciones artísticas de los humildes y
esos tesoros no se pueden perder ni olvidar. Generaciones de nuestros
antepasados los han mantenido vivos los han adoptado adaptándolos, por algo
será.
La verdad es que el público ha
respondido muy bien sobre todo los habitantes de los pueblos y aldeas donde he
realizado la tarea de recoger y dar a conocer aquellos tesoros que estaban a
punto de desaparecer. Tengo la satisfacción de que he aportado mi granito de
arena para que lo infravalorado por el sistema haya cobrado un nuevo valor en
la vida cultural de mi comarca La Serranía de Valencia.
¿Qué importancia crees que tiene
hoy la tradición oral en una era dominada por las pantallas y las redes
sociales?
La importancia es total porque el
ser humano es el único ser vivo que necesita historias y además es un ser
comunitario. Las nuevas tecnologías de momento usadas al 50% de sus
potencialidades bien pueden ayudar a ello. No sé cómo, pero han de ser nuestras
aliadas en la conservación de las tradiciones orales que crean comunidad.
A lo largo de tantos años contando cuentos, seguro que has vivido momentos únicos. ¿Podrías compartirnos alguna anécdota entrañable o divertida que recuerdes con cariño?
Sí, corría el año 1995 cuando tras
una sesión nocturna de cuentos para adultos realizada en un bar de Valencia,
una pareja me abordó para proponerme ira a contar cuentos a su bar. Ese bar, de
nombre Cálido, era un bar de intercambio de parejas y debían contarse cuentos
eróticos.
Fue un fracaso los dos días de
prueba que hicimos pues el potencial publico iba a lo que iba. La anécdota es
que la segunda noche hubo una pareja que ignorando donde se metía se llevó un
buen chasco y fue la única que terminó la sesión. Las otras duraban uno o dos
cuentos y se ausentaban de la contada pues su objetivo era otro.
¿Cómo preparas tus sesiones de
cuentacuentos? ¿Hay improvisación o todo está cuidadosamente estructurado?
Hay de todo un
poco, Los cuentos los preparas más o menos, pero el vivo y el directo es lo que
te hace adaptarlos según las circunstancias (tipo de público, edad, respuesta
del mismo, espacio, número de asistentes, ánimo del cuentista, imprevistos de
última hora) La verdad es que con los años una parte del trabajo (selección de
materiales y una primera versión de cada cuento) es más rápido. Supongo que
como cualquier trabajo, la experiencia es un grado.
¿Qué tipo de cuentos te gusta más
contar: los tradicionales, los inventados por ti o los que mezclan ambas cosas?
Soy omnívoro, le pego al pelo y a
la lana. Lo importante para mi es la historia no de donde procede, no de quien
es si no lo que cuenta y como lo cuenta.
Por último, si pudieras contarle
solo una historia al mundo, la más importante para ti. ¿Cuál sería y por qué?
Uf qué difícil me lo pones, pero
haré un esfuerzo de selección. Hay un cuento que a mí me cautivó en 1985. Es de
Arnold Lobel, es breve, se titula “El pozo de los deseos”. Por lo misterioso, mágico
que hay en lo profundo y que cada un@ ha de encontrar por si mism@ ayudándose de
útiles, instrumentos también misteriosos.
¿Qué lección te deja la vida tras
los años que llevas cumplidos?
Que vale la pena luchar por lo que
crees, que compartir es mejor que competir, que la palabra es un don y que
dormir bien contigo mismo no tiene precio.
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