lunes, enero 09, 2023

Reseña: "Deuda de sangre" de Ismael Orcero Marín

Título: Deuda de sangre

Autor: Ismael Orcero Marín

Editorial: Master Distancia S.A.

Año de edición: 2022

ISBN: 978-84-09-46418-0

Número de páginas: 188

Sinopsis:

Colmillón, el hijo de María la de los Sapos, aquel niño con espinazo de jabalí que acabó siendo un ogro, le arrebató la vida a Adela después de violarla. Dicen que ahora está en la cara sur de la sierra, donde las minas de hierro, y que se emparentó a la fuerza con los gitanos que viven allí, después de que se encamase con la hermana de uno de ellos.

Dicen que a Colmillón no se le puede matar, pero Andrés y su hijo han ido hasta esa cara de la sierra para comprobarlo. Se enfrentarán a forajidos, brujos y a la intemperie de aquella tierra salvaje donde las leyes que la rigen son diferentes a las de los hombres. Sin embargo, pase lo que pase, seguirán adelante, les puede el luto por una hija y por una hermana. Les puede la obligación de saldar la deuda de sangre.

Mi opinión:

Gracias a mi faceta de bloguero y reseñador estoy descubriendo algunos valores, que quizá no sean tan conocidos para el gran público, pero que me están mereciendo mucho la pena. Es el caso Ismael Orcero Marín, autor de la novela de la que os hablaré a continuación: “Deuda de sangre”, y que con anterioridad ya había publicado “El fin del mundo” (2018), “Historias de una ciudad inundada” (2018), “El tesoro de Jacinto Montiel” (2019), “Los soldados del cielo” (2022). Además ha publicado un libro de memorias titulado “Teatro Fantasma” (2021), que resultó finalista del XIX Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España.

En “Deuda de sangre” nos demuestra su bagaje como escritor gracias a un exquisito manejo del lenguaje y una pluma ágil. A través de los treinta y ocho capítulos que componen la obra nos presenta unos personajes llenos de aristas, entre los cuales cabe destacar los dos protagonistas: Andrés, un excapitán del ejército; y Juan, su hijo, que lo acompaña en su viaje con la intención de vengar la muerte de su hermana, Adela.

Los capítulos son cortos, a la par que intensos, están hilados de una manera sutil, lo que potencia el ritmo de la narración y de la acción, contribuyendo así a una rápida lectura de la novela.

Entre las capacidades del autor destaca un magistral dominio del tiempo a la hora de narrar los acontecimientos, ya que nos va contando la historia mediante saltos entre el presente y el pasado, lo que ha levantado aún más mi expectación a la hora de querer saber lo que pasaría en el siguiente capítulo.

Otra de sus cualidades es el manejo del color y la atmósfera (implicando a los cinco sentidos), otorgando a cada escena de un cariz más realista y vívido.

Destacaría varios citas y párrafos del libro destacables, pero me quedaré con uno de ellos que describe los senderos que se ven obligados a recorrer los protagonistas de la obra para poder ver saldada su deuda de sangre:

“Aquellos caminos estaban llenos de inquietudes. El cielo se había vaciado de nubes y los ecos de las pezuñas de los caballos retumbaban en cada roca. Las chicharras seguían presentes”.

De la trama, poco más puedo añadir a la sinopsis que se da en la contraportada, ya que resume a la perfección la historia que su autor nos narra a lo largo de las 188 páginas del libro. Una extensión apropiada para una historia a la que no le sobra ni una página, algo que es de agradecer en estos tiempos que corren en los que el tiempo tiene más valor que nunca.

En definitiva, “Deuda de sangre” es una historia vibrante (con algunos tintes sobrenaturales), por momentos estremecedora, y de la que he disfrutado desde el primer hasta el último capítulo.

No quisiera despedirme sin hacer mención a la excelente maquetación interior y exterior del libro, y por supuesto, la magnífica ilustración de portada, confeccionada por Diana Escribano.

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