miércoles, julio 13, 2022

10 PREGUNTAS a José Antonio Fideu

Hoy tenemos en “Mi experiencia como escritor” a José Antonio Fideu, maestro y escritor, natural de Albacete, nacido en el año 1972.

Hola José Antonio, un placer tenerte en nuestro blog para responder a nuestras 10 preguntas.

El placer es mío. En este mundo en el que vivimos poder hablar un rato de libros, y saber que todavía hay gente interesada en ellos, es una gran alegría para mí. Me indica que aún hay esperanza.

Vamos con la primera pregunta: ¿Quién es José Antonio Fideu?

Pues José Antonio Fideu es un hombre de cincuenta años, nacido en la tierra llana de Albacete, que desde muy pequeño se ha sentido atraído por el arte de contar historias. Esa vocación me llevó a estudiar magisterio (al fin y al cabo, para enseñar, y hacerlo bien, hay que ser un buen cuentacuentos) y a encontrar una de mis dos vocaciones. A la segunda, la de escritor, llegué a través de las historias que me contaba mi padre de niño (otro gran narrador), de los libros de fantasía y ciencia ficción que leía de joven y, sobre todo, a través de infinidad de cómics maravillosos que todavía leo y colecciono. Porque sí, mi primera vocación fueron los comics. Durante años, escribí guiones para mis propias historias (que también dibujaba), y eso me llevó a ir mejorando poco a poco mi técnica narrativa.

Sin embargo, había perdido casi la esperanza de publicar un cómic en una editorial profesional cuando un buen amigo (Vicente Cifuentes, que hoy dibuja para DC comics), me pidió un guion para un proyecto que tenía en mente. Así adapté Núbilus, una historia que había pensado tiempo atrás, y publiqué mi primer trabajo serio (en Dolmen). Luego, esa experiencia me llevó a plantearme la posibilidad de publicar la novela entera. A esa novela siguieron más guiones, otros cómics, antologías de relatos, y entre todo eso, algún premio… y hasta hoy.

En definitiva, creo que José Antonio Fideu es un niño soñador, atrapado en un cuerpo casi viejo, que no ha perdido la ilusión por contar historias. Ya sea en un aula o en una hoja de papel impreso, disfruto haciéndolo. Y por eso sigo en esto.

¿Qué aporta la literatura a tu vida?

La literatura ha sido siempre un refugio para mí.

Ya desde niño, me refugiaba en las páginas de cómics y libros para huir de la oscuridad del mundo, y hoy sigue siendo así, aunque haya dado un paso más y haya evolucionado, de vivir en los mundos de otros a crear los míos propios.

Además, y aunque resulte obvio, la literatura me permite la posibilidad de crear. Soy un simple mortal, un ser insignificante que habita un pequeño mundo perdido en los arrabales de su galaxia y, sin embargo, cuando escribo me igualo con los dioses. Tengo la posibilidad de crear cualquier cosa que imagine, y ese poder es indescriptible. Y por si esto fuera poco, la literatura me permite entrar en la mente de miles de personas, influyéndolos en cierta manera, estableciendo una suerte de contacto único. Para mí no hay alegría mayor que la de escuchar a un lector reconstruyendo tu obra en su mente. Me siento hermanado con ellos, ligado a cada uno de una manera muy especial, sabiendo que mis palabras permanecerán en su memoria para siempre…

La literatura es casi una forma de magia, y ejerciéndola me siento especial. Sé que no lo soy, la vida no tarda en recordármelo, pero por momentos llego casi a creerlo…

Así que podríamos decir que la literatura es mi propio reino mágico.

Tras escribir “Núbilus”, tu primer guion para cómics en el año 2009,  publicas la novela “Núbilus”. ¿Te costó mucho recrearla?

Bueno, como he señalado más arriba, La historia de Núbilus estaba abocetada antes de escribir el guion, incluso tenía partes escritas (que luego no usé en la versión final, esa es la verdad). Podíamos decir que había escrito una base de la que surgieron el cómic y la novela definitiva, aunque esta última tiene personajes y detalles que en el tebeo no aparecían. Y la verdad es que no me costó nada recrearla. Lo hice por las noches, en un intenso verano, unos cuatro meses de trabajo que recordaré siempre, durante los cuales no creía ni que llegara a publicarla. Sin embargo, tenía todas esas hojas desordenadas de las que hablaba antes y la mejor base para escribir una novela, que es un guion casi cinematográfico, así que todo fue muy fluido. Recuerdo que disfruté mucho haciéndolo. Cada día le leía a mi mujer lo que iba creando y al ver su cara me sentía feliz. Sabía que algo nuevo estaba naciendo…

En los años siguientes, publicas otros dos guiones para historias de cómics con la editorial Planeta de Agostini: “Alma” y “Las increíbles aventuras del Duque Dementira”. ¿Qué dirías que debería tener un buen guion de cómics para atrapar al lector?

Vida y sentimientos. Cualquier historia del género que sea, por muy fantástico que sea el planteamiento en que se basa, debe tener estos dos ingredientes.

La verdad es que tanto Alma como Las increíbles aventuras del duque Dementira fueron dos grandes alegrías para mí, pero también dos grandes fracasos vitales. Ambas estaban planteadas como series de tres o cuatro volúmenes, pero debido a diferentes circunstancias (Planeta canceló la línea en la que se editaban), no se publicó de cada una de ellas más que el primer volumen. De manera que apenas se puede ver, leyendo esos cómics, lo que era la historia al completo. Sería como ver el piloto de una serie y pretender juzgar la serie entera.

Sin embargo, las críticas, que en general fueron buenas, supieron entender que lo que yo pretendía en ambos casos era crear una historia de personajes vivos, que sufrieran, que amaran... Mi intención era la de crear mundos maravillosos, que asombraran, que invitaran a ser visitados, pero poblarlos luego de seres reales, que se comportaran como lo habría hecho yo en situaciones parecidas.

Tras la publicación del cómic “La logia de los soñadores”, en el año 2010,  ve la luz el serial “Los archivos del Capitán Meteoro”, una novela por entregas, ¿cómo fue esa experiencia?

Capitán Meteoro fue una experiencia maravillosa, sobre todo porque al escribir la serie me sentí totalmente libre y muy apoyado por los responsables y lectores de la página. Creo que puedo decir que fue un éxito en todos los sentidos. Durante dos años, creé una serie de historias de superhéroes, que se animó a ilustrar maravillosamente Vicente Cifuentes, y en cada capítulo pude explorar diferentes ideas, a cada cual más estimulante.

Capitán Meteoro es uno de los personajes de la novela Núbilus, un superhombre de la Edad de Oro de los cómics, que los niños protagonistas leían de pequeños y cuya historia termina entretejiéndose con la de los adultos en los que se convierten. Así que cuando me planteé escribir sobre él, decidí tratarlo como si realmente hubiera sido publicado en los años cuarenta y hubiera llegado a tener hasta su propio serial de radio. Cada dos o tres capítulos iniciaba un nuevo arco argumental en el que hablaba de amor, amistad, de la vejez, de los recuerdos de infancia, de la guerra, de sexo… de todo lo que me apetecía. Todo con un regusto muy Pulp. Y la verdad es que los lectores supieron conectar muy bien con mi idea y aceptaron encantados el guiño.

Años después, con ese material y un segundo arco argumental que añadí yo, creé una novela completa, de ciencia ficción, que poco después fue publicada en un maravilloso audiolibro, con efectos de sonido e incluso música de fondo, que captaba muy bien el espíritu de mi obra.

Sin embargo, de todo esto, lo mejor fue sin duda, la posibilidad de encontrarme semanalmente con los lectores y comentar con ellos el progreso de la historia. Capitán Meteoro fue un club de lectura experimental del que disfruté durante dos maravillosos años.

Recibes el Premio Minotauro en el año 2016 por la obra “Los últimos años de la Magia”, ¿qué recuerdos tienes de ese momento?

Ese premio me llegó de la manera más inesperada cuando ya casi había tirado la toalla en esto de la literatura. Alguien me sugirió presentar mi novela al premio (que en aquel momento se titulaba El cazador de Hadas) y lo hice. Fui un poco inconsciente, pero como lo tenía todo perdido, me dejé llevar. En el último día de plazo mi mujer la entregó en correos. Y luego me olvidé de aquello. Jamás pensé que ganaría un premio de tal prestigio, considerado uno de los más importantes de la literatura fantástica en castellano.

Luego, un día, me llamaron de Minotauro y me dieron la noticia. Más de seiscientas obras presentadas (si no recuerdo mal), de muchas nacionalidades, y por algún motivo, Javier Sierra y compañía (los miembros del jurado) consideraron que la ganadora fuera mi novela. Fue como ver un sueño cumplido. El protagonista de Los últimos años de la magia es un niño que durante años sueña con ser mago, y que un día descubre la magia verdadera existe. De alguna forma eso fue lo que me pasó a mí. Me entregaron el premio en el festival de cine fantástico de Sitges (al que había querido ir siempre), y todo fue muy especial. Estuvo allí mi familia… Fui muy feliz durante aquellos días y cada vez que lo recuerdo todavía se me pone la piel de gallina.

No hace mucho publicaste tu última obra. Su título “Los dioses muertos: canto de Prometeo”, ¿qué puedes contarnos sobre ella?

Los dioses muertos es una de las obras de las que más orgulloso me siento. Es una novela que al principio parece un cuento fantástico ambientado en la Grecia clásica, pero que, poco a poco, va evolucionando hasta que a la mitad justa de la obra (está dividida en dos libros, Mythos y Logos), todo da un vuelco y el lector descubre que se trata de pura ciencia-ficción.

En un principio la historia nos muestra una Grecia idílica, aislada del mundo exterior, que ha logrado un estado de hegemonía total sobre un planeta Tierra devastado por causas desconocidas. La enorme muralla que rodea a las polis mantiene a sus habitantes a salvo de los rigores y las penalidades que quedan del otro lado. Allí, los griegos viven en un edén, en un estado de perpetua edad clásica que, sin embargo, goza de prodigios propios de las civilizaciones más tecnológicas. Y este nivel de desarrollo se ha logrado por la intercesión de los dioses, que son reales, el centro de la vida griega.

En mi novela, los hombres de Grecia viven para adorar a los dioses olímpicos. Se crían teniendo en cuenta que son observados y evaluados de continuo y, sobre todo, se preparan para luchar por ellos. Porque la guerra (entre polis o contra panteones de dioses que habitan otros planetas), es constante en Grecia. Los griegos disfrutan de prolongados periodos de paz en los que las cosechas son abundantes y todo es dicha, pero también han de luchar de manera casi ininterrumpida para demostrar su fe y valía. Y los que más destacan por su valentía y virtudes guerreras acaban consiguiendo dones (fuerza, resistencia aumentada, más años de vida y salud…) que al final los distinguen de los humanos comunes. Son la casta de héroes, cúmulo de virtudes y espejo en el que se mira todo buen ciudadano.

Toda la historia es contada por Cleón amigo de infancia del protagonista y fiel compañero suyo en mil aventuras. Cleón, exsoldado que sirvió a las órdenes de Prometeo (ese protagonista del que hablo), ama y admira a su señor con un fervor inquebrantable, y será protector de su familia cuando él se ausente.

Por otro lado, Prometeo, protegido de Atenea, es el mayor héroe de Grecia. Al inicio de la novela somos testigos de su ascenso. Participando en varias batallas, el joven va ganado renombre hasta convertirse en el héroe griego más admirado.  Envidiado por todos, sus hazañas son compartidas por sus paisanos que, gracias al poder de los dioses, pueden llegar a sentir sus victorias en carne propia: ven por sus ojos, escuchan lo que dice, viven las batallas desde la lejanía… Incluso son capaces de disfrutar de los besos de sus amantes.

Pero gracias a la aparición de otro personaje, Pandora, maestra del templo de Atenea (una especie de Hipatia de Alejandría ficticia), el joven guerrero comenzará a hacerse preguntas y a dudar de la bondad de los dioses. Comenzará así un largo viaje, plagado de aventuras y cuyo motor será el amor (hacia su familia, sobre todo), en el que Prometeo se propondrá descubrir la auténtica verdad escondida tras la tiranía del Olimpo, y luchar por la liberación del hombre.

En definitiva, Los dioses muertos es una novela de aventuras, con un trasfondo mitológico clásico, que me sirvió para hablar de los falsos dioses que nos rodean en el mundo actual, me ayudó a criticar la sociedad en que vivimos de una manera indirecta, y en la que se mezclan muchas de mis filias con algunas de mis fobias. Aunque era una novela arriesgada (por temática, tono narrativo y estructura) estoy muy contento con ella. Ediciones El transbordador hizo una gran edición que ha sido muy elogiada. Ha sido muy bien recibida por el público y llegó a estar nominada como finalista a los premios Kelvin del festival Celsius, lo cual es un gran orgullo para mí.

Mi vida ha estado ligada al mundo del rol desde la adolescencia, lo cual me ha ayudado a desarrollar mi imaginación. Sé que entre tus aficiones también están los juegos de rol, ¿ha influido de algún modo tu afición a los juegos de rol en tu faceta literaria?

Por supuesto. Amo los juegos de rol. He jugado durante años (en aquel tiempo en el que mucha gente los consideraba algo satánico) y creo que son el culmen del entretenimiento y la creatividad lúdica. Mis años más felices de vida están ligados a los juegos de rol, pero, además, considero que me enseñaron a narrar. Fueron el taller privado en el que experimenté mis primeras historias. Durante casi veinte a años fui máster de varios juegos y jamás jugué una aventura comprada. Todas fueron creadas por mí…

Ahora que soy docente estoy experimentando con ellos en la escuela y me parecen una herramienta pedagógica estupenda que debería explotarse mucho más. No tienen más que aspectos positivos y con ellos, no solo se puede aprender a narrar, sino que se puede trabajar todo tipo de contenidos. Tanto es así, que estoy realizando un ensayo sobre el tema.

Durante tu carrera has cultivado distintos géneros, ¿tienes especial predilección por alguno?

No. Me gusta ser libre. Lo que sí intento es que todo lo que escribo tenga un cierto tono fantástico, explorar el sentido de la maravilla. Sin embargo, como digo, me gusta ser yo mismo y es muy probable que lo próximo que haga sea una novela totalmente realista. No lo sé.

En realidad, me dejo llevar por las historias. Lo que más me interesa es eso: que haya una historia potente que me apetezca contar, y luego me lanzo a ello sin pensar en el género. Eso es todo.

Además de cómics y novelas, también tienes en tu haber varios relatos, de hecho, algunos de ellos han formado parte de antologías, ¿te sientes más cómodo contando historias breves o prefieres poder desarrollarlas de manera más extensa? (o los dos por igual)

Me encanta escribir relatos. Si la literatura es un arte como la alta cocina, los relatos son la realización de postres. Un relato es una región desconocida en la que puedes adentrarte durante un corto periodo de tiempo, para dar un agradable paseo. A mí personalmente, el relato me sirve para desconectar en los largos periodos de creación de una novela, que requieren que tu atención esté centrada durante meses en un universo cerrado muy concreto, con unos personajes muy concretos. En este sentido son como unas vacaciones.

Además, el relato se presta más a la experimentación, a la poesía, que la novela. En ellos puedo probar cosas que luego quizás se conviertan en semilla de algo más extenso.

Por otro lado, el participar en antologías me sirve para conocer el trabajo de otros compañeros y me permite aprender y estar al día de las tendencias y el rumbo del mercado (al menos en lo que a género fantástico se refiere).

Antes de despedirnos, como este es un blog de escritura, no puedo desaprovechar la oportunidad de pedirte algún consejo para aquellos que empiezan en esta pasión.

Me cuesta dar consejos. No sé si mi experiencia puede trasladarse a la de los demás, pero ya que me lo pides, y por si pudiera servir de algo, lo haré.

En primer lugar, si quieres ser escritor, has de leer mucho y escribir mucho. Parece algo obvio, pero es la verdad. En el estudio de las palabras ajenas, de la forma de contar de otros, está la clave, pero para concretar lo que se aprende escuchando la voz de otros escritores, hay que cimentar el propio estilo con horas y horas de trabajo. Lo uno sin lo otro, no sirve de nada.

En segundo lugar, advertiría al joven escritor de que escribir en España (imagino que otras partes del mundo es parecido) supone sufrir mucho. Este trabajo te va a dar muchas alegrías, pero también te va traer muchos sinsabores. Prepárate para sufrir si quieres ser escritor, y blinda tu alma antes de hacerlo, o la escritura acabará contigo…

Por último, debes saber que, en España, solo un porcentaje mínimo de los escritores viven de escribir. La mayoría tiene que dar cursos o buscarse la vida de otra forma. Así que, si quieres ser escritor, y por duro que pueda parecer, búscate primero otro trabajo, medianamente tranquilo y bien remunerado, que te permita tener tiempo libre… Es triste, pero es la verdad. No puedo ser más sincero.

Muchas gracias, José Antonio. Ha sido un enorme placer tenerte hoy aquí entre nosotros. Espero que tengas mucho éxito en el futuro.

El placer ha sido mío. Estoy a vuestra disposición para cualquier cosa que necesitéis… Y espero haber sido de ayuda a alguien con mis palabras. 

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