Tu palabra me ganaba,
tu voz me adormecía.
Y cuanto más luchaba,
menos fuerza tenía.
Por mucho que me decían,
yo no quise darme cuenta.
De que tú me sometías,
a una derrota muy lenta.
A tu lado me sentía fuerte,
pero era un espejismo.
Tú dominabas mi mente,
jamás pude ser yo mismo.
Aunque pude liberarme,
demostrar mi valía.
Aprender a amarme,
como cuando tú no existías.
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