Y no lo digo yo, son cada vez más los autores que lo afirman y que tratan de usarlos lo menos posible en sus obras o directamente eliminarlos. Ejemplo de ello son Stephen King o Gabriel García Márquez.
¿Por qué?
Son diversos los motivos, pero se me ocurren varios así sobre la marcha:
- Empobrece la narración
- Tu estilo decae
- Denota escasez de lenguaje
- Dificulta la lectura
- Palabras interminables: “ininterrumpidamente”
- Crea un sonido continuado molesto y monótono
- Evitar redundancias: “Luchó valientemente”
Por tanto, mi consejo es que trates de no usarlos o hacerlo lo mínimo posible para facilitar la lectura. Un buen modo es cambiar estos adverbios por locuciones que resulten similares en significado. A medida que cambies el chip, te darás cuenta de que existen alternativas para la gran mayoría de ellos. Por ejemplo:
Indudablemente: sin duda
Cortésmente: de un modo cortés.
Velozmente: con celeridad
Rápidamente: a grandes zancadas
Sorpresivamente: por sorpresa
Firmemente: con firmeza
Si te das cuenta, cuando escribes siempre salen solos, como si los invocaras, son fáciles de llamar, e igual de fácil es que como lectores nos cansemos de ellos. Por eso mismo, lo mejor es que en la fase de creación, los obvies, y sea en la de revisión en la que los sustituyes por expresiones más sugerentes.
Otro detalle recae en su ortografía. Es curiosa que los adjetivos acabados en “-mente” mantengan su tilde cuando los convertimos en adverbios. Véase:
Cortés: cortésmente
Inútil: inútilmente
Fácil: fácilmente
Difícil: difícilmente
Agónica: agónicamente
Rápido: rápidamente
Ágil: ágilmente
Si es necesario, puedes usarlos, para eso están, aunque mi consejo es que trates de no abusar de ellos y reducirlos a la mínima expresión. El lector te lo agradecerá. Yo a veces los usos en diálogos porque además de fácil, resulta lógico que un personaje lo use en su discurso, eso sí, trato de huir de ellos por las razones esgrimidas más arriba.
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