viernes, octubre 01, 2021

10 PREGUNTAS a Darío Vilas

Hoy tenemos frente a nuestro micro virtual a Darío Vilas, autor, profesor de escritura creativa, editor y persona en deconstrucción. Muy contentos de que visites nuestro blog.

Un placer y un honor que me cedas espacio.

Vamos a por la primera pregunta: ¿Quién es Darío Vilas?

Mi abuelo, mi padre, mi primo, un lateral zurdo de un equipo gallego de categoría Preferente y yo.

Yo, que he tenido la oportunidad de leer varios de tus libros, diría que tienes un estilo muy peculiar. A mí desde luego me gusta mucho, ¿qué autores dirías que han influido en tu manera de escribir?

Cada vez me gusta menos hablar de referentes, con sinceridad. Los tengo, como todos, pero han ido cambiando a lo largo del tiempo. Obviamente, no me influyeron igual las lecturas de adolescencia que las de ahora, en aquella época la huella era más profunda y casi seguro que se dejará notar en todo lo que haya hecho desde entonces. Tampoco soy muy consciente de qué influencias pueden percibirse en mi estilo, esa tarea creo que corresponde a los lectores avezados, si es que les gusta jugar a descubrirlas. Pero como no quiero quedarme sin responder, diré que ahora mismo me inspira mucho el trabajo de Anna Starobinets, Gwendolyn Kiste o Nieves Mories, de la que espero en cualquier momento ese novelón incontestable que sé que lleva dentro. Por otra parte, a Richard Matheson vuelvo a menudo, es de los pocos autores a los que releo. En lo musical, que me atrevería a decir que, a la hora de escribir, es más palpable la influencia de lo que escucho que de lo que leo, me fascina Julien Baker, me inquieta e hipnotiza Phoebe Bridgers y me espolea las emociones Brandi Carlile. Si me vuelves a preguntar en un mes, seguramente te daré otros nombres.  

Me atrevería a decir que te mueves en varios géneros literarios. En todos ellos, he apreciado que te sientes como pez en el agua, pero tú como autor, ¿en cuál dirías que estás más a gusto?

En la literatura emocional. Que me dirás que no es un género, pero es que puesto a entrar en el juego de las etiquetas, que solo sirven para ordenar los libros en las estanterías de las tiendas, prefiero una que se ajuste a mis intenciones. Nunca escribo con un género en mente, me dejo llevar por lo que me pide la historia en sí y, sobre todo, por las emociones de los personajes, algo que a menudo provoca que la trama vaya por unos derroteros diferentes a los del esquema que trazo antes de empezar. Suelen vincularme con el terror, si te sirve de algo, aunque no creo que haya firmado ninguna obra canónica del género.

Hace poco, a tu faceta de autor y editor añadiste la de tutor profesor en talleres literarios, ¿cuál ha sido tu experiencia?

En realidad no son talleres, es un curso de larga duración (un año) impartido en una academia de ámbito nacional, al que se incorporan alumnos cada semana.  Así que ahí sigo. Y la experiencia está siendo muy gratificante. Llevo varios meses, parece que seguiré mientras haya matriculaciones, y el feedback con los alumnos es muy positivo.

Darío Vilas como autor, ¿cree en los talleres literarios?

Me temo que no. Y ahora lo matizo, porque puede que parezca que esto entra en contradicción con la labor que desarrollo en la academia, pero es que tampoco voy a mentir. Nunca asistí a un taller literario, así que no es que no crea en ellos, sino que me falta información. Tengo doce años de carrera literaria sin haber pasado en mi vida por un taller, pero conozco a otras escritoras y escritores, con mucho más éxito que yo, que empezaron a foguearse en ellos. Así que he de suponer que al final se trata de encontrar el proceso de aprendizaje que mejor se ajuste a cada uno en particular.

He de reconocerte que me ha encantado esa respuesta. Entiendo que tú, como escritoprofesional, habrás visto una mejora desde tus inicios tanto en técnica como en estilo, ¿cómo describirías tu carrera desde que publicaste por primera vez y cómo ha cambiado desde entonces?

Es una pregunta complicada porque no suelo mirar hacia atrás, trato de vivir y pensar con la mente puesta en el presente. Mi carrera la describiría como un bucle. Como te decía, llevo doce años en esto y siento que a cada nuevo libro que publico es como si volviera a la casilla de salida. Como volver a empezar de cero. Y eso no tiene por qué ser malo, me mantiene alerta, no doy por sentado que vaya a funcionar un libro porque lo hiciera el anterior, en términos siempre relativos. Si hay un cambio palpable desde mis inicios es que cada vez cuesta más encontrar buenas opciones para publicar. Pero esto es lógico, acorde con los tiempos que vivimos.

 ¿Qué es lo que viene primero en tu caso? ¿Idea, Escenario o Personajes?

Casi siempre parto de una idea, pero no empiezo a dar forma a la trama hasta que moldeo a los personajes, como mínimo al protagonista, en función de ese germen.

Pasamos a la octava pregunta. Yo que te sigo, sé que eres un autor con presencia en las redes sociales. ¿Recomiendas a los autores el uso de estas? ¿En qué grado y modo?

No recomiendo nada a nadie. Rehúyo dar consejos a otras personas porque a cada cual le funcionará lo que le funcione. Tengo presencia en redes porque es casi un imperativo en el sector editorial, porque esa mierda de los numeritos de seguidores ya no se queda solo en el mundo del espectáculo, que lo ha vampirizado por completo. No voy a decir que odie estar en las redes, porque estaría mintiendo, pero sí que me agotan muchísimo, sacan a menudo mi peor versión. Por otra parte, también me dieron mucho, porque en estos doce años conocí a un puñado de personas que cambiaron mi vida para bien. Es decir, que cada cual decida en qué grado y modo quiere implicarse en las redes, pero teniendo claro que la presencia en ellas es, sino imprescindible, sí muy importante.

En tu obra “El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas” desarrollas un estilo que ha sido descrito como “realismo bizarro”. A mí siempre me ha llamado la atención esa denominación, ¿podrías hablarnos un poco del porqué de esta definición?

Eso fue una broma con los editores de Tyrannosaurus Books en su día, cuando íbamos a sacar la novela. La pusimos en el texto de contraportada y, para nuestra sorpresa, trascendió hasta el punto de que en todas las entrevistas que di durante la promo del libro me preguntaban por ella, acabó en varios titulares de prensa. Pero creo que, a ochos años vista, ya te puedo confesar que no tiene ningún sentido, que era una forma de satirizar las etiquetas randomEl hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas es una novela negra con pinceladas de terror, así de simple. Para algunos lectores tiene más de terror y para otros más de novela negra, eso va en el ojo que lee. Por suerte, para los votantes del Premio Nocte era lo suficientemente terrorífica como para concederle el galardón a Mejor Novela de Terror.

Aprovecho la presente entrevista para darte de nuevo mi enhorabuena de nuevo por ese galardón. Y ya para despedirnos. Tu última obra se llama “Por todas mis muertas” y está a punto de estrenarse. ¿Podrías adelantarnos un poquito sobre ella para los que estemos interesados en adquirirla?

Es una colección breve de cuentos que surgió de una forma muy orgánica. Estaba en mi peor momento en cuanto a productividad literaria (que no creativa, porque ideas siempre tengo en mente, solo que he empezado a diversificar, a abrirme a otros formatos), volví a leer recopilaciones de relatos después de mucho tiempo sin hacerlo y el cuerpo me pidió regresar también a mis orígenes, cuando sentía la pulsión de vaciar emociones en historias cortas. El hilo conductor, que es la pérdida de figuras femeninas (abstracto, lo sé), surgió con el primer relato que escribí. Y los demás salieron del tirón. Es mi primera obra cercana a eso que llaman autoficción, pero he incluido muchas referencias a mi imaginario personal, a obras anteriores, y mis lectores fieles creo que las reconocerán sin dificultad.

Llegará a todas las librerías, de la mano de Editorial Base, a partir de finales de octubre.

Muchas gracias por acompañarnos, Darío. Enhorabuena por tu nuevo libro.

Gracias a ti, Leo. Crear un espacio para promocionar el trabajo de otras personas es, hoy en día, con el clima de competitividad asfixiante que impera, casi un acto de insurgencia.


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