Título: El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco
Autor: Charles Bukowski
Editorial: Anagrama
Año de edición: 2012
ISBN: 978-84-339-7678-9
Número de páginas: 165
Sinopsis: En "El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco", una metáfora del lamentable estado de la nave que nos lleva, Bukowski es más que nunca un filósofo. El libro es un diario de los últimos meses de su vida, cuajado de reflexiones hechas desde la cima de su experiencia. Todo ha cambiado para seguir igual; Bukowski vive en una casa cómoda, con piscina y jacuzzi y un buen coche en el garaje, pero la desesperación es la misma: «No sé lo que le pasará a otra gente, pero yo, cuando me agacho para ponerme los zapatos por la mañana, pienso: Ah, Dios mío, ¿y ahora qué? Estoy jodido por la vida, no nos entendemos. Tengo que darle bocados pequeños, no engullirla toda. Es como tragar cubos de mierda. Nunca me sorprende que los manicomios y las cárceles estén llenos, y que las calles estén llenas...» Charles Bukowski conocía el único secreto que merece ser conocido: que lo único que importa es que nada tiene importancia. Puede que eso, paradójicamente o no, contribuyera a convertirlo en uno de los escritores norteamericanos más leídos del mundo entero, y en uno de los maestros literarios indiscutibles del siglo XX.
Mi opinión: Hoy subimos a la palestra a “El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco” de Charles Bukowski. Título que oculto más de lo que parece a simple vista y en el que el autor deja clara su visión irreverente de la vida.
En él trata temas tan trascendentales como el fracaso y el éxito, la
muerte (según él, la lleva en el bolsillo izquierdo). Nos habla de los buenos y
los pésimos escritores. De hecho no se corta en criticar a aquellos que han
triunfado en el mundo de la literatura, hablando de sus virtudes y defectos, como
es el caso de Gorki, Sherwood o Hemingway.
Aprovecha para narrarnos las anécdotas vividas en sus continuas visitas
al hipódromo para despejarse entre maratonianas sesiones de escritura). Aunque
el libro se centra en sus últimos años de vida, cuando ya es alguien afamado,
pero que sigue pensando del mismo modo que aquel escritor que empezó y que dormía
en los bancos del parque.
A lo largo de las páginas, Bukowki nos deja patente su humor ácido y su
sarcasmo, haciendo uso de una prosa directa y aguda a la hora de contarnos
detalles sobre su vida personal y profesional. Además, describe su manera de creación
(con música clásica) y alaba la que según él es su etapa más prolífica, a los
71 años de edad cuando estaba ya a punto de morir, y de cómo las palabras
bullían en su cabeza y eran transportadas a la pantalla de su ordenador sin la
necesidad del ruido de la máquina de fondo y tener que realizar tantas
correcciones.
Todo esto lo recoge en un libro muy entretenido, recomendable y que si te
gusta el autor es imprescindible.
La obra fue publicada a título póstumo varios años después de su muerte
por su editor y amigo, Josh Martin y que fue ilustrado para la ocasión por el
dibujante Robert Crump.
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