sábado, noviembre 22, 2025

ENTREVISTA a Javier Gato de Toscano - Versión escrita

Javier Gato de Toscano (Sevilla, 1987) es una de las voces más singulares y arriesgadas de la poesía española contemporánea. Licenciado en Filología Hispánica, ha publicado cinco poemarios que trazan un arco vital desde la nocturnidad underground de sus inicios hasta la luz de una conversión espiritual. En esta conversación, Javier y yo hablaremos sobre su relación con la escritura y sus fantasmas creativos.

Javier Gato de Toscano es autor de Diario de un gato nocturno (Cangrejo Pistolero, 2009), 72 Demonios (Cangrejo Pistolero, 2012), Lycisca (Isla de Siltolá, 2016), Flechas contra el fuego (Huerga y Fierro, 2016) y Conversión de la estatua de sal (Isla de Siltolá, 2023). También realizó la edición crítica de Delirium tremens de Pedro Barrantes (Cangrejo Pistolero, 2014).

Javier, ¿cómo es tu proceso creativo? ¿Tienes algún ritual específico para sentarte a escribir?

Básicamente el ritual consiste en obligarme porque me da una pereza inmensa escribir. Hay quien dice que escribe “por necesidad” pero yo jamás he necesitado escribir poesía, con leer y ver películas y series ya soy feliz. También porque escribo una poesía muy compleja que requiere de estudio previo y de una elaboración muy minuciosa que nada tiene que ver con la “inspiración”, y por eso se hace un trabajo pesadísimo. Tiene que ser que un día me imponga estar sentado delante del ordenador y hasta que no salga un poema no me levanto; si no, pueden pasar seis meses y no he escrito nada.

¿Partes de una idea, de una imagen o de un verso que llega de repente?

Esta pregunta es interesante porque desde 72 demonios todos los libros me salen al revés que a los demás. La gente suele escribir poemas de diversos temas y cuando tiene unos cien, pongamos, va descartando hasta quedarse con los cincuenta mejores y luego los va ordenando. Yo hago al contrario: parto del libro como un retablo, una estructura que va a tener ciertas partes con ciertos poemas cada una y una progresión temática determinada. Cuando ya está todo el retablo hecho, se van rellenando las hornacinas una a una. Como ya está prefijado el tema de cada poema del libro, cuando tengo que ponerme a escribir uno medito primero sobre la idea que quiero transmitir y luego qué motivos y símbolos voy a usar; lo último es darle el ritmo y la sonoridad. Es una forma de trabajar muy clásica, como en la retórica grecolatina, pero así lo aprendí en Filología.

Tu primer libro, Diario de un gato nocturno, es visceral, nocturno, con un lenguaje barroco aplicado a la vida underground. ¿Cómo ves ese libro ahora, casi veinte años después?

Lo veo con vergüenza porque está compuesto por los primeros poemas que escribí, antes de haber entrado en Filología y de no haber leído nada de poesía más que los poemas del libro de Lengua del instituto. Me parece horrible pero a mucha gente no sé por qué le gusta, entiendo que porque es gente que escribe en el estilo llamado “de línea clara”.  

Has dicho en alguna entrevista que quemarías tus dos primeros libros si pudieras. ¿Por qué?

El segundo no lo quemaría en absoluto, eso lo dije hace dos años pero yo soy como el viento, hoy te doy en la cara y mañana en el pelo y lo que dije hace un año ya no tiene nada que ver con lo que digo hoy. El segundo libro es una obra maestra, un trabajo de virtuoso, aunque se nota demasiado que se hace con esa intención. Es como cuando Geri Halliwell, después de haber tenido todo el éxito del mundo con las Spice Girls, tomó ya entonces clases de canto para demostrar que sabía cantar. Por eso muchas veces se hace demasiado enrevesado y pomposo, porque fue escrito con la intención de decirle a todos los poetas del país: “Eh, que ya no soy un niñato hablando de drogas y de afters y de raves, que soy leído y sé escribir”. El primero sí lo quemaba.

¿Pero no crees que ese libro era necesario para llegar adonde estás ahora?

Sí, aunque me dé un poco de vergüencilla yo le debo muchísimo a ese libro porque sin él y sin el deseo de Antonio García Villarán y de Nuria Mezquita de Haro de sacarlo yo no habría escrito poesía jamás, me habría limitado a escribir relatitos eróticos en el blog y nada más. Gracias a ese libro dejé la narrativa definitivamente y me centré en la lírica. También es por desgracia el único libro mío que la gente conoce porque salió previamente a la operación de invisibilización y veto que me hacen hasta el día de hoy, supongo que Fran Perea y Christina Rosenvinge deben sentirse igual que yo cuando les nombran “Uno más uno son siete” y “Chas y aparezco a tu lado” pero en fin, qué le vamos a hacer.

En Lycisca ya hay un cambio. ¿Qué buscabas con ese libro?

En este libro quise hacer una síntesis entre el prosaísmo de Diario de un gato nocturno y el barroquismo agobiante de 72 demonios. Estos tres libros son una trilogía hegeliana: tesis, antítesis y síntesis, pero aunque corre un poco más el aire en este libro como decía Beatriz Barrera es una síntesis más cercana al segundo libro que al primero. También buscaba, como en los libros anteriores, hacer confesionalismo de los desprecios, vejaciones e indiferencias que sufrí de mi penúltimo marido, pero sublimándolos y transmutándolos también en una reflexión metapoética. El verdadero cambio llega con el cuarto libro, Flechas contra el fuego.

¿Cuál es el por qué de esa afirmación?

Luna Miguel tiene un poema en que dice que ha escrito un libro por cada hombre que ha amado y ahora tiene miedo de no volver a escribir nunca, porque como está sola, ¿de qué narices va a hablar? Ese miedo que en ella era irónico en mí era real, porque hasta entonces yo no sabía hablar de otra cosa que de dolor y sufrimientos. Flechas contra el fuego lo considero yo el mejor libro que tengo hasta la fecha porque por fin consigo acabar con el confesionalismo y empiezo a escribir una poesía meditativa y reflexiva, y no acerca del yo sino de la comunidad entera (téngase en cuenta el contexto post-15M en que se escribió). Este libro es maduro en la forma pero sobre todo en el contenido.

Y luego llega Conversión de la estatua de sal, tu libro más reciente. Háblanos de ese título tan potente.

Los críticos siempre han realizado lógicamente la estatua de sal con la mujer de Lot que, huyendo de Sodoma, se atrevió a mirar a su pasado en aquella ciudad. Y en parte es así, pero esa estatua es de sal porque la sal es un polvo blanco como lo es aquel otro que me tuvo enfermo entre los 19 y los 35 años. “Conversión” puede entenderse como tal pero también como transmutación alquímica, como Gran Obra en que el mercurio y el azufre (elementos opuestos) se unen para dar lugar no ya a la droga sino a la sal pura (tenemos aquí otra dialéctica pero ya no estilística sino muy espiritual). Efectivamente, el libro juega con la estructura de los relatos de santos pecadores, arrepentidos y conversos en que se pasa por cuatro fases: la “idolatría” original, la crisis de fe, la conversión y la visión.

¿Eres de los que reescriben obsesivamente o dejas que tu literatura fluya en su naturaleza original?

Sí, reescribo obsesivamente incluso si gente que me aconseja me dice que no toque más ya la rosa, pero también porque el poema que escribo cuando me siento en el sofá es solo un esbozo que hay que pulir mucho. Aun así, jamás estará pulido del todo: el poema perfecto no existe, el poema siempre queda imperfecto porque es un pálido reflejo de la Poesía que lo ha suscitado.

¿Cuánto tiempo puede pasar entre el primer borrador y la versión final de un poema?

Pues todo el tiempo que pasa entre que me siento en el sofá por primera vez y que el editor me lo arranca ya de las manos, jajaja. Aunque no descarto hacer una edición corregidísima del Diario y de poemas de otros libros el día que yo tenga la dicha de que alguien me quiera publicar mi poesía completa, que ya va siendo hora.

¿Hay poemas que hayas descartado y luego rescatado años después?

Nunca, porque como dije antes no escribo nunca poemas sueltos, sino poemas que son piezas dentro del engranaje de un libro. Miento: cuando escribía Flechas contra el fuego empecé un proyecto de libro inspirado en la antropología de lo sagrado de Mircea Eliade y en Frazer, pero ese libro quedó parado. Muchos años después, cuando volví a la escritura y me planteé el proyecto de Flechas contra el fuego utilicé estos poemas para que formaran parte de la primera sección del libro.

¿Cómo sabes que un poema ha llegado a su final?

Ningún poema llega a su final.

¿Lees tus poemas en voz alta mientras los escribes?

No, los leo mentalmente para comprobar el ritmo y la sonoridad.

Tus poemas están poblados de figuras, desde santos hasta personajes mitológicos y contemporáneos. ¿Cómo describirías ese estilo que te caracteriza?

Irracionalismo culturalista. El estilo es irracionalista, término que prefiero al más limitado de “surrealista” o “neosurrealista”, pero las imágenes empleadas en estos textos no proceden de mi vida consciente o inconsciente sino del imaginario literario colectivo. Esto hace que esta poesía tenga un peso infinitamente mayor que aquella que se limita a contar anécdotas que a nadie le interesan sobre sucesos u objetos que en cinco años estarán obsoletos. Un poema sobre un iPhone quedará ridículo dentro de treinta años, un poema sobre la mitología griega, la Cábala o el imaginario católico jamás morirá porque habla de cosas que son eternas.

Lycisca, por ejemplo, ese apodo de Mesalina. ¿Por qué elegiste esa figura?

Cuenta Juvenal que Mesalina huía todas las noches del Palatino y bajaba hasta la Subura disfrazada de esclava y con el seudónimo de “Lycisca”, la Loba, para entregarse a toda la hez de Roma. Este tema es el mismo de Belle de jour de Buñuel y del videoclip “If U seek Amy” de Britney Spears. Yo vivía en aquel momento un matrimonio profundamente infeliz, con un chico guapo, inteligente, talentoso y de familia acomodada pero que en realidad no me quería, ni me mostraba el menor afecto, ni me tenía la menor consideración. Yo me imaginaba así a Mesalina, insatisfecha en el palacio, Emperatriz del mundo pero hambrienta de un marido que no le hace caso ni la quiere porque está demasiado ocupado con asuntos mucho más importantes que ella y luchando en Britania, tratando de rellenar ese vacío con salvajadas en vano, porque ella en el fondo no quería tener que estar con todos esos hombres, solo quería que su marido fuera atento y bueno con ella, que “resolviera” como dicen ahora pero afectivamente. En el libro, el yo lírico también se escapa de la vida burguesa y perfecta pero desconsoladora que tiene en casa para salir a las calles y entregarse a todos los estilos poéticos diferentes como si fueran amantes: el caligrama, la escritura automática, el neobarroco, el haiku, la posmodernidad, la transvanguardia.

En Conversión de la estatua de sal mezclas referencias bíblicas con redes sociales, marcas reconocidas, personas notorias... ¿Cómo decides qué elementos del mundo contemporáneo entran en tu poesía?

Normalmente los elementos actuales son símbolos de algo: la explotación laboral, la alienación, la anestesia espiritual y emocional… Figuras como Bill Gates aparecen en el libro también como antonomasias de otras cosas y no por sí mismos (este libro se escribe en plena plandemia). La cuarta sección se compone de poemas en que se hace una interpretación mítica de la Guerra de Ucrania que estalló en aquel momento, recurriendo a toda la literatura aparicionista y sobre todo aquella escrita en Rusia y Ucrania o que habla de estos países.

¿Crees que la escritura debe tener un componente reivindicativo?

Sólo si esa reivindicación es extremadamente personal, original y abierta a la interrogación y la reflexión, si se va a tratar de un poema de tesis en que un charca me va a explicar a mí como si tuviera cinco años cómo está el mundo y cómo se soluciona o me va a soltar obviedades pueriles y melodramáticas prefiero irme a Comisiones Obreras y que me den un panfleto.

¿Tus personajes son máscaras tuyas o son ajenos a tu naturaleza?

En los primeros tres libros el yo lírico es claramente una máscara (bueno, en el primero no tenía ni la sutileza ni el talento de hacer una máscara, soy yo tal cual). A partir de Flechas ya no hay máscaras, hay una o varias voces líricas que dialogan con escenas, personajes o símbolos que son correlatos objetivos de temas filosóficos, personales y sociales.

¿Quiénes son tus poetas de cabecera? ¿A quién vuelves siempre?

Mis poetas de cabecera son todos los vanguardistas españoles e hispanoamericanos: Huidobro, Vallejo, Neruda, Lezama, Paz, Aleixandre, Lorca (a partir de Poeta en Nueva York), Alberti (antes de hacerse comunista), Ory, Cirlot, Varela, Pizarnik, Andreu, Mestre.

Tu lenguaje tiene algo de barroco, pero también se percibe presencia hispanoamericana. ¿Qué poetas hispanoamericanos te han marcado?

Empecé por la Pizarnik como todos, pero con el tiempo es de sabios superarla. Luego pasé a Blanca Varela y a los vanguardistas clásicos que ya he mencionado. La poesía hispaoamericana es la única que hoy día se puede leer sin mancharse los ojos de prosaísmo, el bastión que le queda a la poesía en lengua española de irracionalismo y experimentación. Cada vez que leo a un poeta hispanoamericano me quedo sorprendido porque parece que vienen del futuro, están adelantados como treinta años con respecto a nosotros. Allí la seudopoesía socialista (llamada “poesía social”) y el clasicismo rancio y casposo jamás han logrado apagar la llama, pero aquí sí.

¿Hay algún poeta contemporáneo español que te parezca imprescindible?

De generaciones anteriores a la mía me lo parecen Blanca Andreu (la Gran Diosa Madre del santoral), Juan Carlos Mestre, Miguel Ángel Velasco, Chantal Maillard, Olvido García Valdés, José Luis Rey, Julio César Quesada Galán… Pido disculpas si me olvido de alguno que merezca estar en esta lista. De mi generación… ¿imprescindible? Yo, claramente; mencionaría también a David Leo y a Ángela Segovia; todo lo que se sale de esta trinidad son poetas menores. De nacidos después de 1995 no leo nada, tiene que ser algo excepcional y rabiosamente rompedor para que me digne a poner mis ojos encima, y de eso tengo entendido que no hay.

¿Qué otros escritores o artistas alimentan tu escritura desde la prosa o el teatro?

Me gustan como narradores Luis Martín-Santos, Cunqueiro, Cela (a partir de San Camilo 1936), Luis Goytisolo, el estilo de Juan Goytisolo (aunque sus ideas y su persona me parezcan deleznables), Umbral, Vargas Llosa en algunos libros, García Márquez, Cortázar, Donoso, Onetti y Mariana Enríquez, que me tiene enamoradísimo. Pero la narrativa no influye en absoluto en mi poesía; quizá el teatro algo más: Angélica Liddell, Rodrigo García, Arrabal, Romero Esteo, Valle-Inclán… Lamento no citar autores raros y súper originales pero yo soy muy canónico.

Has hablado de la poesía como catarsis. ¿Qué necesitas exorcizar cuando escribes?

La catarsis estuvo presente en la primera trilogía: escribir me servía para exorcizar toda la tristeza, el desamparo y la violencia que sufrí por parte de tres de mis maridos (María Eloy-García hablaba de “las siluetas que quedan de los hombres malos”). Desde Flechas ya no tengo nada que exorcizar, me limito a meditar y reflexionar para alcanzar conocimiento.

¿La escritura te ha salvado alguna vez?

Nunca, me ha dado algunas alegrías pero nunca me ha salvado de nada ni mucho menos puede salvar al mundo porque carece absolutamente de esa capacidad, pensar esa insensatez sería como creer que una guerra se para lanzando adornos del Zara Home, aunque entiendo que en el tiempo de la estupidez que nos ha tocado vivir, en que se hace creer a la gente que al sistema se le vence tiñéndote de azul el pelo o comprando una bandera en un chino, haya bastante gente que se crea eso.

¿Te ha provocado algún daño?

La escritura ninguno, el mundo literario que rodea a la escritura y que constituye el 98% del oficio de ser escritor, muchísimo y me lo sigue haciendo hasta hoy cada vez que tengo que meter los pies en sus asquerosas aguas.

En Conversión de la estatua de sal hay profecía, y también está presente una visión apocalíptica. ¿Sientes que la poesía puede ser un acto profético?

Eso sí lo compro, hay poemas que plasman visiones que pueden incluso ser proféticas, aunque a un texto nacido exclusivamente del trance no lo considero yo poesía, tiene que haber una elaboración muy profunda de eso.

¿En qué estás trabajando ahora? ¿Hay un sexto libro en proceso?

Hay un sexto libro a la espera de ser publicado en una editorial que no voy a nombrar para que las tarántulas no me lo jodan como llevan haciendo desde 2012, y en estos momentos cuando me entran ganas escribo algún poema que otro para el séptimo libro, pero sin prisas.

¿Cómo te imaginas tu poesía dentro de diez años?

Ni siquiera sé si seguiré vivo dentro de diez años o de diez meses.

Si pudieras dar un consejo a tu yo de veintidós años, cuando publicaste tu primer libro, ¿qué le dirías?

Que el mundo literario (como el de “la Cultura”) no es una reunión de amigos para pasarlo bien sino una estructura mafiosa, clientelar y coercitiva, y que nada se puede decir ni hacer sin pensar muy bien antes porque se corre el riesgo de ofender al patrón (o a la matrona) y que ello tenga consecuencias perpetuas.

Y para terminar: desde tu experiencia como escritor: ¿hay algo que te haya servido en el pasado que te gustarías transmitir a quienes vienen detrás?

Sí, que abandonen de entrada toda esperanza de lograr el menor triunfo en este mundo literario, a menos que sean unos expertos en ser hipócritas, chupar el culo y arrastrarse como alfombras, y que si aun así no lo consiguen que abandonen sin ninguna pena y se busquen otras cosas que los realicen, porque en un país de 49 millones donde solo leen poesía cien personas pero, ahora bien, el que no escribe es porque es manco, la probabilidad de que logres es algo es, de entrada, prácticamente nula.

ENTREVISTA a Ágata Mansilla

Ágata Mansilla escribe desde un lugar profundamente humano: el de quien observa el mundo con curiosidad, sensibilidad y una mezcla muy personal de ciencia, misticismo y emoción. Nacida en Melilla, arraigada a su familia, a la naturaleza y a los animales, y con un pasado ligado al teatro desde muy joven, ha construido una trilogía de ciencia ficción que no solo explora el universo, sino también las preguntas que más nos inquietan como especie. Su mirada, cercana e inquieta, convierte cada historia en una reflexión sobre la comunidad, la existencia y el destino. Hoy hablamos con una autora que escribe con los pies en la tierra, pero con la imaginación apuntando al infinito.




viernes, noviembre 21, 2025

Os dejo la 9ª Gaseta Cultural de Les Arts i el Saber, coordinada, editada y redactada por Luis Fernando Velerda y Diseño llevado a cabo por Ivan y Sandra Velerda Gil.

Han colaborado en esta entrega de Septiembre: Col·laboradors: Elena Padrell, Ángela Landete, Paquita Caparrós, Joan Kunz, Antonio García, Teresa Domingo, Mirka Reyes, Antoine Nolla, Jaume Palau, Leonado Jiménez, Vicent Julià Vives, Carlos García, David Rivera i Luis Fernando Velerda (per ordre d'aparició).


9ª entrega - Noviembre 2025



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ENTREVISTA a Eran Mineri - Versión escrita

Eran Mineri es el pseudónimo de Olatz Sánchez Meruelo, escritora bizkaína especializada en literatura fantástica. Con una trayectoria que incluye premios desde 2005 y reconocimientos internacionales como el Concurso Notas Migratorias César Vallejo 2024, ha cultivado su pasión por los mundos imaginarios durante más de dos décadas. Actualmente presenta La Marca de los Dioses, una bilogía de fantasía épica publicada por Malas Artes editorial, que llega tras veinte años de escritura y reescrituras. Su obra anterior es El Rincón, una fantasía histórica sobre la caza de brujas en los Pirineos Aragoneses, que ya está disponible en Amazon.

La Marca de los Dioses llega a las librerías este noviembre después de un viaje de 20 años. ¿Qué significa para ti presentar por fin esta historia al mundo?

Es un punto final. Y un principio. Que es justo las dos cosas de las que hablo en el libro. Cuando dedicas tanto tiempo a algo, es difícil soltarlo. Fue la primera historia que escribí y todos los creadores coincidimos en que ese primer proyecto siempre será importante. Comencé de muy joven a desarrollarlo, aunque ha sido de adulta cuando la estructura ha funcionado. Requería de ese tiempo de maduración para que se convirtiera en lo que es ahora.

La sinopsis nos presenta a Aveun, una elegida de 17 años que descubre que la profecía no se cumple como esperaban. ¿Cómo nació este giro en el concepto tradicional del "elegido" en la fantasía épica?

Errar es humano, y las profecías, a pesar de que vienen de los dioses, son interpretadas por personas. Entonces, ¿por qué no pensar que iba a fallar? La profecía habla sobre un hombre, pero es que el lenguaje es muy divertido, y la palabra hombre según la RAE es utilizada para denominar a cualquier ser animado racional, varón o mujer. Y además, guerrero, poderoso, inteligente… Obvio, tienes que salvar el mundo, al menos deberías tener una de esas características, ¿verdad? Pues bien, nuestra querida Aveun vale mucho, pero su valía reside en otra parte.

También fue también una reacción a todos esos libros que leí en los 90, cuando la fantasía épica era mayoritariamente masculina, y, por lo tanto, en los que no me veía reflejada. Sí que es cierto que eso cambió pocos años después y entró en el mercado una gran variedad de libros de fantasía protagonizadas por mujeres. Supongo que fue una reacción que tuvimos todas nosotras.

Háblanos de Aveun.

Aveun tiene una vida familiar un poco complicada. A eso debemos sumarle que es tímida y retraída. Debido a los cambios de domicilio, a las parejas inapropiadas de su madre y al acoso escolar, siente lo que ella llama el Vacío, que sería algo parecido a una depresión. Lo que Aveun no sabe es que ese sentimiento es debido a que no pertenece a este mundo, sino a Belalia. Y cuando al fin llegue allí, descubrirá una plenitud que le parecía imposible.

Es por ello que acepta con facilidad todo lo que se le viene encima: porque a pesar de todo, ese es su lugar. Desgraciadamente, esa candidez que la hace única será también el motivo de que sea tratada como un objeto y llevado de un lado a otro, ser parte de entramados políticos que no entiende. Conocerá de primera mano la traición, la lealtad, la guerra… y todo ello irá dejando su propia marca en ella. 

Mencionas que la novela fue reescrita y reestructurada tres veces antes de llegar a su forma actual. ¿Qué aprendiste en ese proceso de reescritura que no sabías al principio del viaje?

Siempre he escrito por instinto. Supongo que tanto leer ha ayudado. Al crecer, al realizar cursos y tener más experiencia ―laboral, vital y concursal―, he ido aprendiendo las reglas de oro de la escritura. Pero no creo que hubiera podido llegar a este punto de no haber escrito miles de páginas para «La Marca de los Dioses». Cada vez que la planteaba desde un nuevo punto de vista, era porque encontraba el tono inapropiado. Curiosamente siempre mantuvo la misma estructura de dos partes, pues me parecía importante ese crecimiento o camino del héroe para mi protagonista.

Cosas que no sabía o no me planteaba cuando empecé: que lo iba a publicar un día. Cuando escribí el primer renglón, lo único que me importaba era la historia. Lo escribía para mí, por diversión y porque me salía a borbotones. Más tarde aprendí a regular esa fuente, a abrir y cerrar el caudal cuando fuera el tiempo adecuado. Y ahora me centro en redirigir ese cauce, la escritura, para que vaya por donde yo quiero.

Belalia es un mundo mágico inspirado en tus viajes. ¿Puedes contarnos cómo lugares como los bosques del norte de España, Jordania, Turquía o Escocia se transformaron en los paisajes de tu novela?

Soy viajera apasionada. Me enamoro de los detalles y de los grandes paisajes, de todo aquello que pueda dejarme hipnotizada un buen rato. Lo encuentro en lo cercano, por supuesto, nuestros mares y montañas del País Vasco, pero también en lo lejano. Son situaciones evocativas que despiertan mi interés, que me animan a seguir descubriendo. Estoy segura de que el humano no está preparado para ser sedentario, sino que es explorador nato.

Así que eso hago en mis viajes, los físicos y mentales, exploro. Convierto paisajes que ya son impresionantes y los imbuyo de un poquito de magia extra. Es más fácil escribir de algo que conocemos: los olores, el tacto, las sensaciones… son más profundas cuanto más cerca estamos del objeto de atención.

Aveun "no creía en nada de esto" cuando recibe la llamada. ¿Qué te atrajo de crear una protagonista escéptica en un mundo lleno de magia y profecías?

Más que escéptica, Aveun es realista. Sabe lo que ella es y lo que el mundo promete, y no espera ni un poco más de eso. La llegada a un nuevo mundo la trastoca en más de un sentido, la hace ser más abierta y confiada.  Ese contraste es muy marcado por un motivo, para acentuar la necesidad que tiene por el mundo mágico, tanto o más de lo que siente los demás por ella y la profecía.

Es una adolescente que ha aprendido por las malas que no hay salvadores mágicos ni dioses que escuchen sus plegarias. Es por ello que no hace promesas en vano ni acepta la profecía fácilmente, porque conoce sus propias limitaciones.

Describes que La Marca de los Dioses llega con «sabor inconfundible a la Tierra Media y las Crónicas de la Dragonlance» en un mercado saturado de romantasy. ¿Fue una decisión consciente mantenerte fiel al espíritu de la fantasía clásica?

Sí, lo clásico no pasa de moda, es una constante que de vez en cuando vuelve a recordarnos por qué amamos los mundos llenos de otras razas, los que están plagados de dragones y dioses crueles. No me desagrada el romantasy, solo que suelo pedir más a las historias, siempre me sabe a poco. Soy de las que se recrean en las descripciones y la construcción de mundos.  

Escribimos lo que nos gusta, y soy una apasionada de la fantasía épica, a la que me mantengo fiel.



Narrada en tercera persona, la novela mantiene «el alma que caracteriza a las obras clásicas». ¿Por qué elegiste este enfoque narrativo en lugar de la primera persona, tan popular actualmente en fantasía juvenil?

Mi novela publicada anteriormente, «El Rincón» fue escrita en primera persona como reacción a haber estado utilizando la tercera durante los veinte años que tardé en terminar La Marca. Así como en la primera persona necesitaba acercarme al personaje hasta casi ser una Mirene, con Aveun necesitaba espacio. Ocurren muchas cosas al mismo tiempo, requiere un narrador omnisciente que pueda ayudar a entender lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir. Y necesito ese espacio entre el personaje y el lector, porque deben de cuestionarse muchos asuntos.

El título La Marca de los Dioses sugiere una conexión profunda entre lo divino y lo mortal. ¿Qué papel juegan los dioses en tu historia y cómo se relacionan con el destino de los personajes?

Los dioses plagan las páginas de la novela, pero no aparecen como una entidad consciente. Está en los detalles, en los misterios que envuelven Belalia e incluso en su calendario, monedas, tradiciones… Los marcados serían las Carsios, aquellos nacidos con un don que dedican su vida a honrar a los dioses. O eso es lo que le cuentan a Aveun. Y es que algo que aprenderá nuestra protagonista es a poner en entredicho todo lo que le dicen, y a tomar sus propias decisiones. Eso la llevará a perder más de una cosa, obvio.

Me gusta hablar sobre dioses. Casi todos los libros que escribo hablan precisamente de esa dualidad. No soy creyente, por lo que la fe me resulta un concepto fascinante. Un ser (o seres) capaces de jugar con la humanidad, por capricho o siguiendo un plan. ¿Qué es lo que piensan, qué es lo que buscan? En estas y otras cuestiones me adentro, y con Aveun los dioses son especialmente cruentos, por lo que su relación simbiótica es cuanto menos interesante de desarrollar.

Entonces, ¿por qué llamarlo «La Marca de los Dioses» si no hay dioses físicos? Porque a diferencia del resto de Carsios, Aveun sí tiene unas marcas fehacientes que la señala como la Elegida.

La portada e ilustraciones son obra de Alejandra Santamaría. ¿Cómo fue el proceso de colaboración con ella para dar vida visual a Belalia? ¿La portada capturó lo que tenías en mente o te sorprendió?

Fue un golpe del destino. Alejandra supo captar perfectamente lo que estaba buscando y sus propuestas siempre han sido muy acertadas. Comenzamos a trabajar sobre la idea que yo ya había desarrollado: la espada, la paloma y las dos lunas, los dos satélites que giran en torno a Belalia.

La paloma blanca tiende un doble significado: por un lado el popular divino que los cristianos le otorgan, pero también lo que evoca, esto es, inocencia. La paloma se esconde detrás de una espada, lo bélico, es tímida, al igual que la protagonista. Las lunas serían lo divino, la guerra y la paz, Lure y Nao, y lo terrenal sería el arma, influenciado por ambas. ¿He comentado ya que me vuelve loca la ilustración?

Has ganado y sido finalista en numerosos concursos literarios, desde el premio juvenil en 2005 hasta el Concurso Notas Migratorias César Vallejo 2024. ¿Cómo han influido estos reconocimientos en tu desarrollo como escritora?

En mi caso, me han ayudado a construir la confianza que no tenía. Cuando lees a los grandes y te comparas con ellos, todo tu trabajo parece poquita cosa. Los concursos han sido siempre para mí una forma de promoción y de autonocimiento. Cada vez que uno de mis textos resulta elegido, aprendo un poco más: sobre el mercado, sobre los gustos de los jueces, sobre lo que soy capaz de hacer. Dinero veo poco en estos reconocimientos, pero sí que exprimo todo el saber subconsciente.

Por otro lado, algo que me sorprendió cuando retome la escritura de manera seria fue que en todas partes te exigían un curriculum literario. Imagínate, en mi caso ya tenía algunos premios (unos cuantos) ganados, pero para un novel es el equivalente a “No te damos trabajo porque no tienes experiencia”. Así que viendo cómo funcionaba el mundo literario, me di un año para adquirir toda la experiencia que pudiera, sin recriminarme aquellos proyectos que pudieran salir mal.

Busqué asociaciones de escritores, locales, nacionales y especializados, y me apunté a todo evento que tuvieran. Envíe escritos a las revistas literarias nacionales e internacionales más importantes, participé en un concurso semanal durante un año, me uní a varias antologías, y, en resumen, no dije no a nada de lo que me ofrecieran. Ha sido duro, pero estoy contenta porque he disfrutado cada momento de todo ello. 

La Guerra Celeste estuvo en la lista corta de los Wattys 2024. ¿Qué ha significado para ti la comunidad de Wattpad y cómo ha impactado en tu forma de escribir?

Wattpad me era desconocida hasta mayo de 2024. Fue una amiga de la universidad, Sara Serrano, escritora de Las Chicas Calavera la que me enseñó el camino. Publicaba semanalmente capítulos en esta plataforma y con mucha vergüenza le pregunté cómo había que hacerlo. Ella me animó y su éxito fue lo que hizo que diera el salto. Siempre le estaré agradecida.

Wattpad, Inkitt, Inkspired, Webnovel… son plataformas de escritura que facilitan el acceso a lectores dispuestos. Son gratuitas y ofrecen funcionalidades únicas que hacen de esta una experiencia muy importante: te dan lectores beta capítulo a capítulo, casi párrafo a párrafo. Puedes conocer en tiempo real las reacciones de los lectores e incluso modificar la historia (si lo deseas, claro, yo no lo hago) en base a ellos.

Sí que me ha influenciado en ciertos aspectos: hago los capítulos más cortos que hace cinco años, trato de meter más diálogo, comprendo mejor la importancia de la interacción con los fans, y de los soportes gráficos. Todas esas moderneces ayudan a alcanzar lecturas y soy acérrima creyente de que no afectan para nada a la calidad de la escritura. Solo hay que saber llevar un buen equilibrio.

Estudiaste Publicidad y RRPP con especialización en Social Media. ¿Cómo ha influido esta formación en tu carrera como escritora y en la promoción de tus obras?

Mucho. Todo. Antes si quiera de publicar mi primera obra en Wattpad ya había abierto un perfil de escritora en redes sociales. Trabajé por diez años en mi propia empresa de marketing, conozco las herramientas en profundidad, así como las teorías publicitarias. Obviamente, no es lo mismo tener una empresa que tener tu propia marca personal, y he tenido que aprender de nuevo algunos conceptos. Y tiktok. Eso es un mundo aparte.

Publico de manera diaria, cuido mucho mis redes y las uso como tales: busco gente, los sigo, conozco sus obras, ayudo a difundirlas… Y por supuesto, promociono mis propios libros. Mi enfoque es más desenfadado, porque así soy yo. No quiero fingir ser alguien que no soy. Soy despistada, a veces meto la pata, cometo errores y aprendo de ellos. Estoy en el camino, como muchos de nosotros. Y ese camino, incluyen las redes, por mucho que me pesen.

La Marca de los Dioses es una bilogía. ¿Estás trabajando ya en la segunda parte?

La segunda parte está escrita y lista para su publicación. Por temas de calendario editorial, esperaremos unos pocos meses antes de proceder a ello. La portada, por otro lado, ya está en manos de Alejandra Santamaría para que haga de nuevo su magia. Estoy deseando ver ambos volúmenes juntitos.

Para concluir ¿qué le dirías a alguien que está dudando si leer "La Marca de los Dioses"?

Lo único que puedo decir es que escribir «La Marca de los Dioses» cambió mi vida. Una historia capaz de hacer eso, merece ser leída. No te prometo que vaya a cambiar la tuya, pero estoy segura de que Aveun y sus compañeros se quedarán contigo durante largo tiempo.

 

jueves, noviembre 20, 2025

ENTREVISTA a Ana Cristina González Aranda - Versión escrita

Ana Cristina González Aranda es psicóloga y escritora, nacida en Hinojosa del Duque (Córdoba) y formada en la Universidad de Granada. Durante más de una década ejerció como psicóloga general sanitaria, especializada en terapia familiar, con un marcado interés por la filosofía estoica y el taoísmo.

Desde niña encontró en la escritura un refugio y una forma de dar vida a mundos imaginarios. Tras convertirse en madre y vivir una etapa como homeschooler, regresó a la escritura aunando su mirada psicológica con su pasión narrativa. Escribe desde la cotidianidad, el humor y la reflexión, apostando por historias que emocionen, inspiren y dejen una huella duradera.

Su primera novela, A la abuela le crecen los enanos, se publicó en septiembre de 2025 con la editorial Aliar. Una historia tierna y subversiva sobre el encuentro intergeneracional, la autenticidad y la capacidad de la vida para sorprendernos cuando le damos una oportunidad.

Dijiste que escribes desde niña como refugio. ¿En qué momento sentiste que esta historia en particular necesitaba ser contada, y qué te llevó a rescatar esa niña escritora después de años dedicada a la psicología?

Respecto a la primera pregunta: en un mundo donde niños y ancianos son marginados y relegados a la invisibilidad, se me hace una cuestión de justicia recuperar el lugar que merecen en la sociedad. Poner el foco en que no siempre lo esencial está en lo productivo, que la imaginación es un arma muy poderosa y que la experiencia vital no se agota, sino que cristaliza con los años.

La segunda pregunta:  Sentía que había unos renglones sin escribir en mi vida, y que ya había llegado el momento. Cuando echo la vista atrás, entiendo que nunca de dejé de narrar, aunque fuera en silencio y sin llegar a plasmar las ideas en el papel. Había temporadas que me llegaban historias sin que yo las buscase. Recuerdo una tarde, que estando con mi marido le pregunté si le venían relatos o escenas a la cabeza. Cuando vi su sorpresa en el rostro, lo supe. Esa inquietud nace contigo y te acompaña, lo quieras o no. De ti depende cultivarla o ignorarla.

La novela nace de ver cómo niños y ancianos quedan marginados. ¿Hubo algún momento concreto, alguna escena vivida o presenciada, que te hiciera decir "esto tiene que estar en una novela"?

No recuerdo una escena, en concreto, sino la repetición de una necesidad asomando en muchos rostros: ser escuchados y oídos desde la autenticidad, tal y como somos. Cuando trabajas de cerca con niños, con solo mirarlos a los ojos, te das cuenta de cómo necesitan que los veas sin juicios y con la escucha atenta. ¿Qué dicen los niños cuando están en el parque? “mírame, mírame”. Y si no se encuentran con la mirada de sus padres, buscan otros ojos que los miren. Pero, acaso, ¿no es una necesidad para todas las personas? Urge salir de la enfermedad del egocentrismo, para saber ver al otro. La satisfacción encallada en lo propio alimenta un hambre que no se sacia nunca. Quizás, la lección más importante a aprender sea que el amor por uno mismo ha de resolverse en el amor hacia el otro, para no caer en el vacío de una existencia sin sentido.

Eulalia se rebela contra el veredicto de su nieta. ¿Hasta qué punto esta rebeldía refleja algo que has observado en tu consulta como terapeuta, o quizás en tu propia familia?

En consulta, más que rebeldía he observado reactividad. El ego se resiste al cambio. Las personas te dicen sin decirlo: cámbieme sin cambiar yo. Porque el cambio es incómodo, te hace salir de la zona de comodidad, te hace afrontar escenarios desconocidos. Y eso no le gusta al ego, porque vive en el pasado.

Mencionas que combinas la mirada psicológica con la pasión narrativa. ¿Cómo equilibras el conocimiento técnico del comportamiento humano sin que tus personajes se conviertan en "casos clínicos" en lugar de personas de carne y hueso?

En terapia yo no veo casos clínicos sino personas de carne y hueso. No prejuzgo, observo con todos mis canales abiertos. Por eso mismo, no me es difícil concebir personajes reales con todos sus matices, contradicciones y complejidad.

Has creado una historia con elementos insólitos y giros sorprendentes. ¿Cuánto planificas y cuánto te dejas sorprender por tus propios personajes mientras escribes?

Más bien, me dijo sorprender mientras escribo. A veces, a medida que escribo asisto emocionada a la evolución de mis personajes, como si cobraran vida propia. Para mí escribir es un acto de creación intuitiva inspirada. A algunas tramas hay que darles cierta forma, por lo que la planificación se hace necesaria, pero trato de ser lo más abierta posible a lo imprevisible y no limitarme a un guion rígido.


En una época de redes sociales y postureo constante, ¿qué significa para ti la autenticidad y por qué crees que es tan difícil de alcanzar?

Jung dijo una frase impactante: “todos nacemos originales y morimos copia”. Para mí la autenticidad es ser tú mismo siempre, cuando sepas quién realmente eres. Lo cual no es tan fácil, porque antes tienes que admitir que tú no eres eso que crees que eres. Y a partir, de ahí, ir quitando capas de la cebolla. Realizar el viaje hacia adentro puede ser doloroso y requiere coraje, por eso puede suele generar resistencia.

La novela es "tierna y subversiva" a la vez. ¿Necesitamos ambas cosas?

Totalmente. No hay nada más subversivo que ser auténtico, y que, a la vez requiera más coraje y ternura. Coraje para saltar, ternura para acogerte y perdonarte a lo largo del camino.

La soledad no deseada es una epidemia silenciosa. El oficio del escritor es solitario. ¿Cómo vives tú esos momentos de escritura en esa soledad?

La soledad no deseada tiene un efecto demoledor porque es una soledad que cala el alma. Es la soledad de las personas que no tienen a nadie que les escuche. Sobre todo, es la soledad de muchas personas mayores, que viven olvidadas en sus viviendas. Las personas somos seres sociales, nos necesitamos. Nadie debería sufrir esa soledad.

Escribir es solitario pero gozoso. Me conecta a ese mundo en el que todas las posibilidades son posibles, donde entras en ese estado de fluidez en el que las tramas cobran vida.

Mencionas tu interés por el estoicismo y el taoísmo. ¿Cómo han influido estas filosofías en tu forma de construir personajes y conflictos? ¿Hay algo de Séneca o de Lao-Tsé en Eulalia?

El estoicismo y el taoísmo son formas de concebir y afrontar la vida. Marcos o anclas que te conducen a una forma de ver, sentir, pensar y actuar. No todos los personajes lo encarnan, pero, por ejemplo, Eulalia sí. Es una mujer que se ha hecho a sí misma en la adversidad. Que trata de actuar desde la calma y la templanza, si bien es cierto que a veces se le va la mano con su estilo directo.


Para ver el booktrailer de la obra, pulsa el enlace: A la abuela le crecen los enanos

Tu estilo se describe como "fresco y directo". En un panorama literario donde a veces se valora más la complejidad formal, ¿fue una decisión consciente apostar por la sencillez, o es simplemente tu voz natural?

La cuestión es quién valora. Escribo para que el lector disfrute de la lectura de mis novelas, para que se emocione y se quede enganchado desde la primera página. La sencillez bien armada no es simpleza sino eficacia narrativa. Para mí lo importante es que lo que narre, llegue e impacte al lector, no hacer las delicias de quien busque artificios literarios sofisticados y rebuscados. Esta forma de narrar es mi voz natural, me representa.

Vienes de Hinojosa del Duque, un pueblo de Córdoba, y te formaste en Granada. ¿Cómo crees que tus raíces y tu recorrido vital han influido en tu estilo literario?

Todo influye, pero no sé decirte la relación que hay entre ello y mi estilo narrativo. Me considero una persona abierta y receptiva, que gusta de ir más allá de las raíces. El contacto con la diversidad en una fuente de riqueza inagotable de la que nutrirse.

La novela está dirigida también a jóvenes a partir de 10 años. ¿Qué crees que necesitan escuchar los adolescentes de hoy que quizás nosotros, los adultos, no estamos sabiendo transmitir?

Necesitan que los adultos sean referentes de valor, no tigres de paja. Que escuchen sus inquietudes de verdad, evitando la tentación de dar sermones. Que los acerquen a herramientas valiosas, como la filosofía, para orientarse en el mundo.

Planteas una trama donde una inmobiliaria amenaza el hogar de los vecinos. Es una realidad muy actual: gentrificación, especulación... ¿Tienen estos problemas un reflejo en tu día a día?

Tienen reflejo en el día a día. No hace mucho que estalló el escándalo de las preferentes.

Esta es tu primera novela publicada, pero seguramente no la última historia que llevas dentro. Sin desvelar demasiado, ¿hacia dónde apuntan tus próximos proyectos literarios?

Sigo dándole voz a niños y personas mayores, desde otra trama, época y género. Quiero hibridar realismo con fantasía.

¿Seguirás explorando los márgenes de la sociedad o te llaman otros territorios?

Estoy abierta a donde la inspiración me lleve. No le pongo puertas al campo.

¿Una recomendación para los nuevos escritores?

Que confíen en sí mismos, por encima de todos y de todo. Que cierren sus oídos a los comentarios desalentadores porque ni todo está escrito ni el camino a seguir es el de todo el mundo. Que se planteen por qué quieren escribir y disfruten de ello sin apegarse a los resultados.

miércoles, noviembre 19, 2025

ENTREVISTA a Eran Mineri - Versión Video y Audio

Eran Mineri es el pseudónimo de Olatz Sánchez Meruelo, escritora bizkaína especializada en literatura fantástica. Con una trayectoria que incluye premios desde 2005 y reconocimientos internacionales como el Concurso Notas Migratorias César Vallejo 2024, ha cultivado su pasión por los mundos imaginarios durante más de dos décadas. Actualmente presenta La Marca de los Dioses, una bilogía de fantasía épica publicada por Malas Artes editorial, que llega tras veinte años de escritura y reescrituras. Su obra anterior es El Rincón, una fantasía histórica sobre la caza de brujas en los Pirineos Aragoneses, que ya está disponible en Amazon.