miércoles, julio 16, 2025

10 PREGUNTAS a Anastasia Sopale Thompson - Versión escrita

Hoy conversamos con Anastasia Sopale Thompson, escritora y comunicadora nacida en Ronda en 1989. Autora de obras como El maestro de las mil caras, El asesino del Padre Nuestro y Recetas con retórica, también es la voz de Cultura Bohemia en Radio Cómplices. Una mujer que cruza géneros, disciplinas y formatos con la misma soltura que entrelaza sus ideas en relatos. Hoy queremos conocer no solo a la autora, sino también a la persona que escribe, entrevista y observa el mundo con esa mirada propia con la que lo hace.

¿Qué es para ti la escritura?

Para mí, representa el medio a través del cual el alma encuentra su expresión más pura y es también un ejercicio de autoconocimiento.

¿Qué recuerdos tienes de los primeros textos que escribiste?

Cuentan con nombre propio: Pepe, nuestro profesor de Lengua y Literatura. Yo lo tuve en primero de Bachillerato y fue otro puntal importante en mi manera de expresarme por escrito. José Domínguez Hoyos, sembró esa semilla en su día, por allá en el curso 2005 – 2006, cuyos frutos vengo cosechando hasta la fecha. Cada reseña, cada una de mis novelas, en general, lo que escribo, en gran parte, lleva también su seña. Y una cita suya que llevo tatuada a fuego en mi frente es la que sigue: salir del texto para volver a él.

Por algo nos insistía nuestro padre en que hay que hablar con propiedad; nuestra madre, por su lado, con despacito y buena letra.

Vino el bueno de Pepe y lo ratificó.

¿Qué lugar ocupa la escritura en tu vida hoy con respecto a cuando comenzaste a escribir?

El principal, el papel protagonista; lo es todo. De hecho, constituye mi vida.

¿Se ha convertido para ti la escritura en una necesidad?

Es una sana adicción, a pesar del oxímoron o contradicción.

En tu blog No solo es poesía compartes textos con tus lectores. ¿Qué disfrutas más: de la poesía o el relato breve?

De los dos y, aparte, también depende de la etapa vital por la que atraviese.

En El maestro de las mil caras hablas de superación, espionaje y realismo mágico. ¿Qué fue lo más desafiante de hilar todos esos elementos?

Que no desentonaran ni se viesen descompensados y mantuviesen ese equilibrio necesario para lograr la fluidez en la propia historia y, por tanto, su comprensión.

¿Qué lugar ocupan las flores en tu vida?

Uno muy importante, ya que no dejan de ser seres vivos como cualquier otro. Forman parte de la naturaleza y, en concreto, mi favorita es la rosa roja por su aspecto delicado y a la vez poderoso, con sus espinas, en el sentido de “la tomas o la dejas” y no hay más.

En El asesino del Padre Nuestro eliges una época muy concreta: el final del franquismo. ¿Qué te atrajo de ese momento como escenario para una novela negra?

Representó una época de gran incertidumbre, muy convulsa como viene siendo propio en un cambio de ciclo, estilo turbulencias tanto en el despegue como en el aterrizaje de cualquier aeronave. Y es lo que se dice también: a río revuelto, ganancia de pescadores. El “pescador” aquí vendría a ser ese psicópata que anda suelto e impunemente.

¿Por qué un gladiolo blanco y cuál es su significado como símbolo?

La razón fundamental es la de edulcorar un poco el ambiente tan tenso, tan oscuro y sangriento que se experimenta, aparte de que incita a pensar en la pureza, la sacralidad, la inocencia… Además, es un poco sarcasmo por parte del propio asesino, invitando a pasar al otro lado con este “premio de consolación”.

Has escrito sobre identidad, historia, cocina y muchos otros temas. ¿Cuáles de estos temas son los que siempre te atraviesan, aunque no los busques, incluso aunque los esquives?

En general, todos, todos lo hacen, si bien se mueven en función de la etapa en concreto.

Recetas con Retórica, ¿cómo se te ocurrió combinar la cocina con la escritura?

Por pura causalidad. Fue una mañana en que me paré a pensar y, más que eso, dejé que la idea se terminase de asentar. Directamente me pregunté ¿por qué no mezclar los dos mundos? ¿Qué pasaría si junto mis grandes pasiones recién descubiertas: la literatura y la gastronomía? De ahí que esos platos que propongo hayan tomado cuerpo en forma de relatos cortos, por simple evocación.

¿Desde dónde nace un personaje en tu proceso creativo? ¿Desde una emoción, una idea, una escena cotidiana…?

Mis personajes son una “macedonia” entre características específicas de personas de mi entorno y sus vivencias. Por ejemplo, es el caso del protagonista de mi primera novela, Noah David Brown, quien guarda cualidades de mis padres, mi hermano y mías, formando una especie de condensado. En otros casos, ya tenía los perfiles más definidos, como los personajes de El Asesino del Padre Nuestro o las propias Recetas con Retórica.

¿Te transformas con cada libro al igual que los personajes que creas para tus historias?

Por supuesto. En el fondo, te acabas vistiendo con la piel de cada uno de tus personajes, más que nada para dotarlos de una mayor consistencia y credibilidad. Humanizarlos de algún modo.

Cada libro me muestra un matiz de mi que desconocía por completo, aparte de que me anima a seguir mejorando en este oficio de la escritura.

Cualquiera que se quiera dedicar o dedique a la escritura, termina volviéndose en un actor, un intérprete. 

¿Has sentido alguna vez el síndrome de la impostora?

En algún momento de mis inicios, quizá, pero en líneas generales, puedo asegurar que no. En mayor medida he tenido y soy de ideas claras con lo que he querido y quiero ser, que de hecho, soy: escritora. Mi camino se redefinió.

Recetas con retórica es un libro singular. ¿Qué te llevó a unir palabras y platos en una misma propuesta?

El no traicionar mi naturaleza, siempre en busca de la novedad. Una de las cosas que no soporto es el ser “repipi”, el “más de lo mismo”. La innovación, buscar lo distinto en un mercado tan saturado como lo es el literario se convierte en la clave para ganar cierta diferenciación, te convierte en único.

¿Es Anastasia Sepale Thompson buena cocinera?

Hasta ahora nadie, incluida yo misma, se ha “envenenado” con mis elaboraciones. No, en serio, digamos que más que decente, por la simple razón de que replico recetas de la mejor manera posible, no sin darle mi toque personal que le confiere ese punto, el toque final. Más que cocinera, soy una muy buena “copista de recetas”.

Si tuvieras que escribir un libro sin palabras, solo con sabores, ¿cómo sería?

Llamando a éstos por su nombre, citando ingredientes diversos. Por ejemplo, una novela romántica, la representaría el maracuyá, fruto de la pasión.

¿Qué te enseñó la cocina sobre la literatura y viceversa?

Me enseñó que una no puede estar sin la otra ni la otra sin la una. Al final, la cocina para ser entendida y trascienda todo tiempo, necesita quedar por escrito para una mayor y mejor transmisión de generación en generación. La literatura en sí, escribir una obra se asemeja a la cocina en tanto que también sigue unos procedimientos, unas pautas. Sus ingredientes serian las palabras, conformando oraciones, frases. Éstas, a su vez y en conjunto, párrafos y así hasta obtener unidades más amplias y coherentes. Los “dos mundos” siguen su modus operandi cual métodos científicos.

¿Qué buscas como entrevistadora en Cultura Bohemia cuando tienes a un invitado delante?

Aparte de que comparta su visión respecto del tema de la noche, que se exprese con total libertad y en confianza sobre aquellos aspectos de su obra, de sí mismo, que suponen una grieta en su rutina. Digamos que goza de plena licencia para mirarse con honestidad al espejo bohemio. También constituye un ejercicio sanador.

¿Te sientes más libre en la escritura o en la radio?

En las dos. Para mí, dos caras de la misma moneda, pues en sendas estoy obligada a dejar constancia escrita; ninguna se aleja de trasladar o transmitir un mensaje… Y en las dos corrientes me redescubro a mí misma.

¿Qué papel juega el silencio en tu escritura?

Un personaje más y puede que el esencial, al ser justo el “adhesivo silente” que lo cohesiona todo, además de ofrecer esas pausas tan necesarias para no agobiar con tanta verborrea, provenga del narrador o del resto de personajes.

¿Cuál es el elogio que más te ha emocionado como escritora?

Volviendo a Pepe, nuestro profesor de Lengua y Literatura, en un ejercicio de escritura creativa, al final de los folios que conformaron mi trabajo —La Mansión—, recuerdo que constaba algo así como “soltura expresiva excelente”. Desde ahí, he convertido estas tres palabras en mi referente, mi marca personal.

¿Y la crítica que más te ha hecho crecer?

Cuando me dicen que, pese a mi juventud, tengo una manera de expresarme con contundencia e ideas claras. Es el “listón” que superar, lo que me mantiene en guardia.

¿Qué te gustaría que recordasen de ti como escritora dentro de muchos años?

Mi atrevimiento, diciendo lo que tantos otros callan; ser recordada como la autora del cuestionamiento, porque siempre lanzo preguntas a través de mis escritos, cuestiones profundas.


¿Algún proyecto literario presente?

Un poemario, aún por organizar, pero que tiene a nuestro único satélite por protagonista.

Y por último, ¿qué recomendaciones les darías a quienes comienzan en su pasión por las letras?

Aparte de inscribirse en sucesivos cursos de escritura… leer, leer y volver a leer. A ser posible, los clásicos, para ir sentando las bases de esto que llaman escribir. Más que nada, para contrastar estilos, ir ganando destreza, encontrar y afinar tu propia voz narrativa. Depurarte como autor. Pero, reitero lo dicho: leer, leer y volver a leer (huelga decir preguntar a expertos en la materia).

Gracias, Anastasia, por permitirnos conocerte un poco más a fondo a través de esta charla que hemos mantenido. Seguimos atentos a tus letras, tus entrevistas, tus platos y tus recetas. Hasta la próxima.

 

2 comentarios:

  1. ¡WoW, Leo! Te quedó divinamente encajada la entrevista escrita, en serio. Un verdadero lujo el haberme puesto en tus manos y, la charla mantenida, tan amena.

    Ha sido como bajar al gallinero e interpretar la obra de teatro en medio nismo del público.

    ¡Gracias por esta experiencia, Leo! Memorable.

    ¡Un abrazo!

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    1. Me alegro de que te guste. Te lo mereces. Ha sido un placer compartido. Un abrazo!

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