jueves, junio 12, 2025

ENTREVISTA ESPECIAL a Alberto Puyana por la presentación de Matacrías

Hay autores que escriben con la tinta de su tierra, que son capaces de hacer que las páginas de un libro te hagan sentir la sal contenida en el mar, que convierten las transitadas esquinas de su ciudad en escenarios universales, y que logran que el humor, la crudeza y la sensibilidad convivan bajo el mismo techo. Alberto Puyana es una de esas voces.

Con una trayectoria envidiable, y tras la gran acogida que tuvo Corpore Insepulto, Alberto nos presenta Matacrías, su nueva obra. Desde Cádiz, su hogar, una ciudad presente siempre en su obra, nos invita a sumergirnos en una historia donde los personajes respiran con la misma intensidad que su literatura.

En esta conversación, intentaremos adentrarnos en su corazón, su pluma y su particular estilo de ver la escritura y percibir el mundo.

Alberto, “Matacrías” es un título potente, uno de esos que sacude. ¿Qué significa?

“Matacrías” es el sobrenombre con el que se conoce al asesino que protagoniza la novela. La prensa lo bautiza de esa manera debido a que es el responsable de la muerte de dos adolescentes y, se sospecha, de la desaparición de una tercera.

Con Matacrías vuelve Ramiro Galiana, para quiénes no lo conozcan, ¿podrías hablarnos sobre él?

Es un exinspector de policía que tuvo que abandonar el cuerpo por sus adicciones y por su comportamiento. Un personaje que camina siempre en el alambre, entre el bien y el mal, luchando contra sus miserias y por la gente que quiere. Un superviviente, al fin y al cabo, al que Dios parece haberle otorgado grandes dones para la investigación, a pesar de todo: una intuición envidiable…  y unos nudillos de acero.

Entiendo que Cádiz es de nuevo la localización donde se desarrolla tu última obra, ¿podría decirse que aparecen los mismos escenarios que en novelas anteriores o nos traes nuevos lugares a visitar?

En esta ocasión el lector va a visitar lugares más reconocibles. La plaza de San Francisco, los Callejones, el mercado de Abastos, el Paseo Marítimo, la Plaza España, la Plaza de San Juan de Dios… si en Corpore Insepulto nos sumergíamos en la zona industrial y feota de la ciudad, en Matacrías le hemos buscado emplazamientos vistosos a Netflix, jajaja.

Vienes de una trayectoria marcada por la agudeza, el humor, sin despreciar el lado emocional de los personajes. ¿Qué conserva Matacrías de lo que ya has escrito?

Absolutamente todo, espero. El tono de esta novela es el mismo que en Corpore Insepulto. Es necesario que el lector que es seguidor (o vaya a serlo) de lo que ya denominamos “Serie Ramiro Galiana” reconozca esas señas de identidad en todo momento y en cada una de sus entregas. Si no fuese así, si ese tono fuese diferente, corremos el riesgo de que el lector pierda su arraigo a los personajes protagonistas.

¿Hay algo que te hayas descubierto de ti mismo mientras lo escribías?

Que ya no tolero la cafeína a partir de las ocho de la tarde como hace diez años, me temo. Ahora en serio, creo que con esta novela he descubierto que mi narrativa ha evolucionado, ha madurado en este tiempo. Antes tenía problemas importantes por cerrar las historias. Sin embargo, me noto con más cuajo para acabarlas de forma más solvente.

Si te pidiese que compartieses la portada del libro con nuestros seguidores y me leyeses la sinopsis, con tu tono, tu cadencia, ¿lo harías?

Por supuesto. Yo con un micro y una cámara delante me vengo muy arriba, Leo.

¿Qué tipo de personajes transitan las páginas de esta obra?

Hay un poco de todo. Personajes que vienen de vuelta, tan supervivientes como Ramiro; inocentes que se encuentran en el momento y el lugar equivocado; delincuentes sin escrúpulos, empresarios con menos escrúpulos que los propios delincuentes… gente entrañable y gente despreciable. Como la vida misma.




¿Hay alguno con el que te sientas identificado especialmente?

Trato de no dejarme llevar por simpatías. A cada uno procuro dotarlo de algo que admiro y algo que desprecio. Pero, obviamente, a Ramiro le guardo un cariño especial. Y quizás yo sí me he sentido en alguna ocasión, como él, náufrago en tierra.

¿Hay alguno que se haya vuelto contra ti en esta obra o has sabido mantenerlos a raya?

¡Coño! Dos o tres. Por dar pistas a los futuros lectores, me ha resultado difícil domar la personalidad de la comisaria Kerr, del jefe del crimen organizado de Cádiz… y del asesino.

El humor es una tónica en tus libros, incluso en las situaciones menos esperadas. ¿Qué papel juega en esta historia?

Vuelve a tener un protagonismo especial, sin caer en lo descacharrante, ojo. Correría el riesgo de que el lector viese a Ramiro como un Torrente, y no es así en absoluto. El humor siempre viene de su mano, a través de su narración en primera persona, pero es un humor negro, que se apoya en el cinismo, la ironía, el sarcasmo…

¿A qué tipo de público está dirigido Matacrías?

Me gustaría decir que a todos los públicos, pero no es así. Esta historia es un humilde homenaje a las novelas policiacas de toda la vida, así que el público diana es ese, claramente. Aunque a quien no esté habituado a este género le garantizo emoción, humor y drama a partes iguales.

¿Hubo algún momento, escribiendo esta novela, que te desbordase emocionalmente?

Sin duda, el final. Y no me preguntes por qué. Cuando lo leas, me comprenderás.

Quiero que me hables del silencio en tu vida y en tus obras, ¿qué lugar ocupa en cada una de ellas?

No te creas que tiene un espacio predominante. Por cuestiones personales, me resulta difícil encontrar la paz y tranquilidad de un cuarto aislado. Me he acostumbrado a escribir con el sonido de la radio o de la tele de fondo, incluso suelo recurrir a la música para ayudarme en la ambientación de la novela. No, el silencio no suele ser socia mía, me temo.

¿Qué espera que sienta el lector cuando pase la última página de Matacrías?

Espero que tenga la necesidad de leer más. Esa sería la mejor de las noticias para mí, sin duda.

En Matacrías repites publicación con la editorial gaditana Kaizen Editores. ¿Cómo describirías el momento en el que estáis ahora mismo tú y la editorial?

Somos un matrimonio bien avenido, jajaja. Tenemos un proyecto común, una criatura común (Ramiro Galiana) del que estamos, como buenos padres, profundamente orgullosos y, como en todos los matrimonios, a veces podemos tener pequeñas… mínimas diferencias, pero son salvables y, una vez superadas, fortalecen nuestra relación. Espero y deseo que sea un matrimonio para toda la vida porque soy feliz en Kaizen, y (espero, creo) ellos lo son conmigo.

A la hora de escribir, ¿tienes alguna manía, costumbre o ritual?

Procuro poner algo de música de fondo y esperar a que llegue el atardecer para empezar a escribir. No me gusta hacerlo por las mañanas o con el sol en todo lo alto. A mí me visitan las musas nocturnas, los espíritus burlones y los demonios traviesos.

Sé que te gusta la música, ¿qué banda sonora le pondrías a Matacrías?

En Corpore Insepulto me ambienté con los Derby Motoreta. En esta ocasión, he sido más heterogéneo: Simon & Garfunkel, The Doors, Boston, The Who, Deep Purple… y “por exigencias del guion” (conste), Bad Bunny.

¿Qué sensación te ha quedado cuando pusiste punto final a esta historia?

Siempre se tiene una sensación de vacío muy extraña. Como si lo hubieses dado todo en ese manuscrito y, de repente, ya no es tuyo… ya es de los lectores. En esta ocasión, en concreto, he sentido, en primer lugar, la necesidad de alejarme un tiempo de Ramiro Galiana. Por su bien y por el mío.

Presentar el libro en Cádiz no debe ser cualquier cosa. Estoy seguro de que para ti será como el artista que se sube al escenario por primera vez. Háblame de las futuras presentaciones previstas.

Presentar en Cádiz siempre es especial porque es mi casa, es mi madre, la que me ha parido. Tenemos la primera presentación el martes 17 de junio en el Espacio ECCO del Paseo Carlos III, y luego vendrá una segunda presentación el día 25 en la Librería Plastilina. Para la Feria del Libro tendré el gusto de hacer una Ruta sobre la Serie Ramiro Galiana la mañana del 3 de julio. Y a partir de ahí, Dios sabe hasta dónde me llevará esta aventura.

Dime tres palabras que definan “Matacrías”.

Emoción, humor y misterio.

Todos sabemos que el desenlace es algo importantísimo y que pueda arruinar una historia. ¿Mantuviste el final que tenías pensado desde un principio o le diste algún retoque sobre la marcha?

Le di muchos retoques, Leo. Al punto de cambiarlo un par de veces porque no estaba seguro de andar un camino que fuese ya irreversible. Creo que el final escogido es el que satisface mis necesidades y el que necesita también el lector. Y, a riesgo de repetirme, cuando lo leas me entenderás. 

Gracias, Alberto, por abrirnos la puerta de Matacrías y dejarnos asomarnos a tu mundo sin filtros. Espero que esta nueva historia te lleve lejos y te mantenga cerca de tu tierra. Y que Cádiz, con su carga, sus penas y su humor, te ayuden a seguir escribiendo. Enhorabuena por tu obra.

Muchas gracias a ti, de nuevo, por darle voz a mis proyectos y a los de muchos compañeros escritores.

 

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