Buenos días, buenas tardes, buenas noches dependiendo de la hora a la que estéis escuchando este programa. Soy Leonardo Jiménez, creador del blog Mi experiencia como escritor. Podéis encontrarme en http://miexperienciacomoescritor.com . Estoy grabando este octavo episodio de la primera temporada de nuestro podcast, un domingo 3 de diciembre a las 11:05, desde Valencia, España.
Hoy vengo a hablaros de la procrastinación, un término, que, como otros tantos, se ha puesto de moda desde hace unos años y que tiene un matiz especial para aquellos que escribimos, ya que es un enemigo invisible, que aparece siempre cuando menos lo deseamos, y siempre con la intención de desconcentramos, y que nos acecha cada vez que nos sentamos a escribir.
Su origen etimológico proviene del latín “procrastinare”,
y sus componentes son el prefijo “pro” (adelante) y “crastinus” (al día
siguiente). Procrastinar también es sinónimo de diferir o aplazar, que no viene
a ser otra cosa que retrasar el momento de realizar una tarea. Con lo que
seguro que a aquellas personas a las que aún le sonaba a chino esta palabra, al
descubrirles su significado, ya saben a lo que nos referimos.
Procrastinar es ese gran ladrón de tiempo
conocido por todos, el agujero negro que se alimenta de las ideas y fantasías
de los escritores que no llegaron a materializarse sobre el papel porque no
tuvieron ganas de anotarlas y confiaron en que no se les olvidarían, pero
desafortunadamente, sí que acabaron por esfumarse como una voluta de humo en el
ambiente.
Pero no estamos aquí para dar lecciones,
sino hablar de nuestra experiencia. Todos hemos procrastinado alguna vez. Y yo
me incluyo. Porque es fácil encontrar una razón, o más bien excusa, para no
cumplir con la “obligación” que nos hemos marcado. Algunos ejemplos que te sonarán
serían: “Mejor ya voy al gimnasio el lunes, que siendo viernes, y además
estando lloviendo, mejor me queda en casa viendo una peli”. También nos
encontramos con el clásico: “Mejor empiezo a estudiar mañana. Total, el examen
es la semana que viene. Seguro que me da tiempo a aprendérmelo todo”. O ese...
“Ya mañana me pongo con la novela, que tengo que pensarme bien los nombres de
los personajes”. Cuando quizá lo que debías hacer era encender el ordenador y
ponerte con tu historia, porque tú más que nadie sabes que hay detalles
irrelevantes que vas a poder ir solventando sobre la marcha. Y si no, ya lo
harás más adelante cuando corrijas.
Porque con razones me refería a esas
obligaciones ineludibles como los estudios, el trabajo, una reunión familiar o
el cumpleaños de un amigo, que no debemos perdernos y que nos obligan a apartar
ciertas aficiones a un lado, al menos durante un tiempo, y dedicarnos a lo que
es realmente importante y debe ocupar nuestro tiempo en ese momento. Pero eso
no es procrastinar, eso es la vida.
En la mayoría de los casos, procrastinamos
en aquellas cosas que decidimos por impulsos o porque agentes externos nos
recuerdan que tenemos tareas pendientes por hacer y que no hemos llevado a
cabo. O aquellas que nunca finalizamos, como pueda ser escribir un libro. De
ahí que comencemos con nuevos proyectos y no acabemos muchos de ellos. También
lo hacemos porque no hemos planificado previamente nuestro calendario semanal.
Con esto nos referimos a los días que emplearemos a escribir, cuáles a corregir
y mejorar nuestro texto, y aquellos en los que nos dedicaremos a documentarnos.
Trabajar en las condiciones adecuadas también es importante para no
procrastinar: luz, silencio, música ambiente,... La manera en las que nos
sintamos cómodos trabajando es tan personal como nuestra manera de escribir. Lo
importante es que cuando lo hagamos, se cumplan las condiciones óptimas que
necesitamos.
En este caso, como estamos en un blog
literario, trataré de daros algunos consejos que a mí me han servido para no procrastinar
a la hora de escribir:
• Cultivar
la fuerza de voluntad. Piensa en tus propósitos. Escríbelos en un papel si es
necesario, y tómate tu tiempo para sopesar si merecen la pena. Y si es así,
ármate de valor y ve a por ellos. Seguro que con esfuerzo y tesón, serás capaz
de llevarlos a cabo.
• Si
vas a escribir, escribe. No hay cabida para la documentación ni la corrección
en ese momento, ya que desviarte de lo que realmente te has propuesto hacer
para dedicarte a otras cuestiones (aunque tengan que ver con la escritura),
también es otra manera de procrastinar.
• Planifica
tu horario de escritura. Si eres de los que les gusta escribir por la mañana
cuando nadie se ha puesto en marcha y todo es calma y silencio, como a mí, que
ese ratito sea para ti. Seguro que el “sacrificio” que supone levantarse
temprano, será compensado por la satisfacción que sientas cuando veas tu
manuscrito acabado.
• Comprueba
antes o después de la sesión. Si no sabes la combinación de letras para activar
el guion largo de diálogos, cómo se escribe una palabra o necesitas buscar un
sinónimo para no repetirte, ya lo averiguarás más tarde. No interrumpas tu
proceso de creación para dedicarte a otra cosa que no sea escribir.
• Trabaja
por bloques. Por ejemplo, puedes marcarte un número de palabras a escribir de
acuerdo con el tiempo del que dispongas en esa sesión. De ese modo, podrás ir
cumpliendo pequeños objetivos que te motivarán a continuar con esa historia que
te traes entre manos y te aportarán nuevas ideas para la trama.
• Recompénsate
cuando consigas una meta mayor como pueda ser acabar un relato, ser finalista
de un concurso o que uno de tus textos haya sido elegido para formar parte de
una antología o revista.
• Descansa
el tiempo que estimes oportuno cuando te sientas bloqueado o creas haber
perdido la pasión por la escritura. Nunca os ha pasado cuando habéis acabado un
proyecto literario, que os habéis preguntado: ¿Y ahora qué? Es posible que haya
llegado el momento de un merecido descanso. Tu mente y tu cuerpo te lo agradecerán
y la inspiración volverá más temprano que tarde.
Piensa que la procrastinación es la gran
enemiga de la productividad, y como tal, hay que combatirla con todas las
herramientas que la escritura nos presta.
Y recuerda que si has acabado de leer este
artículo es porque a ti también te encanta escribir, así que solo tienes que
buscar el momento más adecuado para sentarte a hacerlo.
Para despedirme por hoy, tiro mano del
refranero popular español, que estoy seguro de que muchos, como yo, lo toman en
referencia en su vida diaria, y os digo: «No dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy».
Espero que estas recomendaciones os sirvan
en un futuro cercano. Y ya, por último, antes de despedirme, comentaros que podéis
poneros en contacto conmigo a través de mi correo: jimenezleo1976@gmail.com., el cual encontraréis
en la página de contacto del blo. Y recordaros que podéis encontrar mi página
de autor y mis obras en Amazon.
Ahora os dejo con la
música de cierre: Painting clouds, extraída de la plataforma
FiftySounds, y de la que podréis encontrar más información en la descripción de
este episodio.
Muchas gracias por
vuestra atención, y hasta la próxima.
¿Cómo que "enemigo invisible"? ¡Pero si somos super-colegas! :D
ResponderEliminarA ese hay que echarlo de casa, hombre, que no conviene, te lo digo yo! xD
Eliminar