Otra de las preguntas habituales que nos hacemos aquellos que escribimos alguna vez es: ¿Qué estilo de escritura tengo yo? Y es que oímos tanto oír que tal o cuál escritor o tal autora tiene un estilo que enamora, que llega un momento que a nosotros también nos preocupa el modo en el que escribimos. Porque en definitiva, el estilo no deja de ser eso: la manera que un autor tiene de narrar y de usar los recursos y herramientas que le otorgan la escritura.
En este aspecto, tenemos escritores que tienen un estilo más
sensible y lírico como Ray Bradbury, Isabel Allende, con un estilo ameno a la
par de sencillo, y otros con una manera de escribir más parca y en la que se
rehúye de adornos como Raymond Carver. Pero lo importante es que cada uno de
sus textos tiene un sello inimitable. Y eso es lo que se busca cuando hablamos
de estilo. Por poner un ejemplo, Chuck Palahniuk puede gustarte más o menos
como autor, pero de lo que no cabe duda es que tiene un estilo particular e
inconfundible y que sus obras están impregnadas de él.
Muchos cuando comenzamos a escribir, tratamos de hacerlo
como aquellos autores que hemos leído y que nos han enamorado, en lugar de
buscar nuestra propia manera de narrar. Error. Porque de normal, el resultado viene
a ser desastroso, y aquellos que nos leen lo notan. Tratamos de impresionar, de
impostar un estilo que no nos pertenece. Para que entendáis el paralelismo, es
como presentarnos a una entrevista de trabajo o ir a una cita a ciegas
comportándonos vestidos de una manera diferente a la nuestra y hablamos de una manera a cómo realmente somos.
Lo normal sería es que la otra persona note una conducta extraña en nosotros. Además,
piensa que cuando alguien trata de imitar a otro, normalmente se nota, y el
consumidor siempre preferirá el original al imitador.
Lo que quiero decir, es que del mismo modo que nos
expresamos de manera natural cuando lo hacemos oralmente, lo mismo debemos
hacer a la hora de escribir. Sin artificios, sin necesidad de aparentar, siendo
nosotros mismos. Que un autor tenga un estilo sencillo, directo o minimalista
no quiere decir que sea peor que otro que lo tenga más ornamental o colorido.
Simplemente, narrará sus historias de una manera diferente.
El estilo abarca la manera en la que cuentes tus historias
(más directa o indirecta), el tipo de vocabulario que usas (más o menos
formal), el modo en el que presentas a
tus personajes, unas descripciones más o menos extensas, etc. Por lo tanto, ese
conjunto de elementos combinados entre sí serán los que compongan tu estilo, tu forma de narrar, de ver las cosas, y que además de ser única, marcará la diferencia con el resto de autores. Pero lo más
importante es que tus textos rezumen esa honestidad que te caracteriza, ya que
es la base de cualquier relación, y gracias a esta se forja un vínculo entre el
escritor y el lector, que debemos tratar de que sea lo más fuerte posible.
El estilo es algo que debe preocuparnos, pero no obsesionarnos, ya que del mismo modo que un cantante o atleta evoluciona con el paso de los años y va conociéndose a sí mismo cada vez mejor, al autor le ocurre lo mismo, y a medida que pasan los años, se curte cada día que pasa un poco más en el arte de la escritura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario